Minamupikia aksanti - Alfa y Omega

Queridos lectores: Hoy va mi última colaboración para Alfa y Omega, pues se trataba de una contribución anual. Y, como es de bien nacidos ser agradecidos, quiero dedicar este espacio a daros las gracias a todos. «Minamupikia aksanti» significa en suajili «os doy las gracias».

Muchos habéis leído este espacio cada tres semanas, y así hemos compartido la vida en nuestro poblado de Kanzenze. Nuestras existencias parecen muy distintas y, sin embargo, tienen muchas cosas en común porque, como dice un cantante de rap, «in the inside we are all the same» («en el interior todos somos iguales»). Todos somos personas y no cifras, todos somos personas y no seres frente a los que hay que levantar muros… Si caemos en la cuenta de esta realidad cambiará nuestro mundo. Porque, entonces, ya no nos quedará lejos el hambre de los niños, la violencia contra las mujeres, los peligrosos viajes en las pateras… Cuando comprendo que esos otros son seres humanos como yo.

Gracias a Alfa y Omega que ha sido puente de esta preciosa comunión. Me escribía un amigo musulmán diciéndome que le gusta leer este espacio y que tantas veces se ha unido a nosotros en la oración sobre las realidades que íbamos compartiendo. Gracias por interesaros por nuestro país y por su gente resiliente, alegre y acogedora, pero que soporta un sufrimiento estremecedor. Gracias por vuestra oración. Gracias por tantos gestos de ese amor artesanal del que le gusta hablar al Papa. Gracias a vosotros, Myriam está viva y sigue creciendo. Gracias a vosotros, una familia de refugiados de guerra de Kasai ha podido instalarse en Lubumbashi y comenzar de nuevo. Gracias a vosotros hemos conseguido material escolar para la escuela.

Podremos seguir en contacto a través de mi blog, ushindibc.wordpress.com, que se replica en el blog Conectando con África de alfayomega.es. También por Twitter, donde soy @ushindi735. Y siempre estaremos en comunión en la oración, que no conoce fronteras y que llega antes que la fibra óptica al corazón de Dios.

Como el verano es tiempo de lectura reposada, os recomiendo Hijos del Nilo, de Xavier Aldekoa. Recorriendo el mayor de los ríos africanos desde sus fuentes hasta la desembocadura, viajaréis por Uganda, Sudán del Sur, Etiopía, Sudán y Egipto, en un fascinante recorrido a través del cual late un continente lleno de amor y dolor. Y descubriréis que la vida, como el desierto, no es de los faraones (antiguos o posmodernos), sino de quienes se atreven a vivirla aquí, ahora y en este momento.