La Iglesia apoya el tratado contra las armas nucleares que EE. UU. y Rusia no firman - Alfa y Omega

La Iglesia apoya el tratado contra las armas nucleares que EE. UU. y Rusia no firman

«Un error humano o un fallo de cálculo podría llevar a una catástrofe humanitaria». Es uno de los argumentos que los obispos de Estados Unidos y Europa ofrecen a favor de acabar con las armas nucleares, como pretende un tratado aprobado por la ONU la semana pasada

María Martínez López
Foto: AFP Photo/KCNA VIA KNS/STR

Diversos tratados de Naciones Unidas prohíben las armas biológicas y químicas, las minas terrestres y las bombas de racimo… pero hasta ahora ninguno prohibía explícitamente las armas nucleares. El 7 de julio, dos tercios de los 192 países miembros de la ONU aprobaron el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, en la sesión final de una conferencia que comenzó el 15 de junio con este objetivo.

El principal problema del tratado es que ni Estados Unidos ni los otros ocho países del mundo en posesión de este tipo de armamento están dispuestos a firmarlo; de hecho, han boicoteado todo el proceso de negociaciones, que se llevan realizando durante meses. El tratado entrará en vigor 90 días después de que lo hayan ratificado 50 estados… pero no obligará a estos países.

El acuerdo sí cuenta, en cambio, con el apoyo total de la Santa Sede, que ha participado en el camino hasta alcanzarlo. Monseñor Silvano Maria Tomasi, secretario delegado del Dicasterio vaticano para el desarrollo humano integral, ha afirmado a Radio Vaticana que «ya no es aceptable hacer depender la seguridad de la posesión de armas nucleares. Adquirir y poseer armas nucleares o dispositivos explosivos nucleares ¡es verdaderamente inaceptable!».

La disuasión ya no vale

Los países contrarios al tratado definen como «ingenuos» e «inalcanzables» sus objetivos, sobre todo dada la actual situación de tensión con Corea del Norte. Junto a Estados Unidos y el régimen norcoreano, en el grupo de los rebeldes están también Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán y Corea del Norte. Además, Israel no afirma ni desmiente estar en posesión de este tipo de bombas.

Para la Iglesia, el argumento de la disuasión no es válido. «Fue aceptada durante la Guerra Fría como una solución para establecer un equilibrio que previniese el uso práctico de las armas atómicas –reconoce Tomasi–. Las circunstancias han cambiado».

Los obispos de Estados Unidos y Europa firmaron el día 6 de julio una declaración conjunta –la segunda de su historia– rechazando también este argumento. «Un error humano o un fallo de cálculo podría llevar a una catástrofe humanitaria. Es más, nuestro mundo se ha vuelto cada vez más multipolar, con una variedad de amenazas que van desde el terrorismo a los conflictos asimétricos, la ciberseguridad, la degradación medioambiental y la pobreza, lo cual suscita dudas sobre la idoneidad de la disuasión nuclear como una respuesta efectiva».

«Falsa sensación de seguridad»

Citando un mensaje del Papa a la conferencia de la ONU sobre esta cuestión de marzo de 2017, los obispos reiteran que «la paz y la estabilidad internacional no se pueden basar en una falsa sensación de seguridad, en la amenaza de la destrucción mutua o la aniquilación total, o en simplemente mantener un equilibrio de poder. Tenemos que ir más allá de la disuasión nuclear: la comunidad internacional está llamada a adoptar estrategias que miren hacia delante». Una llamada a acabar con estas armas que –recuerdan– es constante desde san Juan XXIII.

«La naturaleza indiscriminada y desproporcionada de las armas nucleares fuerzan al mundo a superar la disuasión». Por otro lado, los enormes gastos de los países nucleares para modernizar sus arsenales «van a desviar gran cantidad de recursos de otras necesidades urgentes que contribuyen a la seguridad, incluido alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible».

Los obispos de Estados Unidos y Europa son conscientes de que los líderes de sus respectivos países prefieren una estrategia de seguridad y estabilidad más amplia que permita reducciones verificables. Con todo, sugieren algunas medidas como ampliar las obligaciones de la no proliferación y el desarme en línea con el derecho internacional, reforzar los mecanismos de seguridad y control, desarrollar medidas que profundicen en la confianza mutua, reducir la dependencia en la disuasión en las estrategias de seguridad e implicarse en un debate global para preparar las condiciones para un mundo sin armas nucleares.