Una misionera española en Japón celebra sus 110 años tocando con castañuelas Que viva España - Alfa y Omega

Una misionera española en Japón celebra sus 110 años tocando con castañuelas Que viva España

«Muy bondadosa y alegre», Victoria de la Cruz lleva en Japón desde 1936

AVAN

La misionera española Victoria de la Cruz García, de la congregación de las adoratrices, que nació el 24 de junio, de 1907 en Málaga, celebra hoy su 110 cumpleaños con sus compañeras de comunidad en Tokio.

De carácter «muy alegre y bondadoso», le encanta tocar las castañuelas y así ha ofrecido un recital a sus compañeras de comunidad y familiares en Tokio en el que ha interpretado con castañuelas, entre otras, la canción Que viva España.

La religiosa, que ingresó en las adoratrices tras unos ejercicios espirituales que recibió en los años veinte del pasado siglo, fue destinada a Japón en 1936, viaje que realizó en barco y que le llevó dos meses. Cuando se inició la Segunda Guerra Mundial, tres años después de su llegada a Tokio, Victoria de la Cruz tuvo que marchar a las montañas de Karuizawa, al norte de la capital, junto a las religiosas de su comunidad.

La propia religiosa, en declaraciones a la agencia AVAN, relató que : «estuvimos en las montaña de Karuizawa, lejos de Tokio, con muchísimo frío y poca comida, y pasamos de todo hasta que acabó la guerra y nos marchamos a la ciudad de Yokohama, al sur de la capital».

Misionera y fundadora

Durante sus años como misionera, Victoria de la Cruz ha ejercido su labor en distintos colegios de Japón, recibiendo incluso una condecoración del gobierno japonés y llegando a ser superiora en varias de las comunidades por las que ha pasado. Ha fundado numerosos centros, como el Colegio de las Adoratrices en la ciudad de Dos Palos, en California, donde residió seis años.

Actualmente, Victoria de la Cruz vive en una residencia de religiosas en la ciudad de Kitami, en Tokio, donde existen otras tres comunidades en las que se sigue atendiendo a chicas en situación de necesidad para evitar que caigan en la prostitución. Las religiosas de las cuatro casas se reúnen «para rezar, participar en las eucaristías y comer juntas», como ella misma explica.

Además, las hermanas adoratrices de su comunidad señalan que: «Es muy alegre», cuenta Mª Elisa, «toca las castañuelas tan bien que antiguamente la llamaban hasta de una orquesta en Japón para que les acompañara en los conciertos».