Misioneros en la noche madrileña - Alfa y Omega

Misioneros en la noche madrileña

Cada segundo sábado de mes, la iglesia parroquial de San Ildefonso, en pleno barrio de Malasaña, abre sus puertas por la noche para invitar a todos a que entren a rezar ante el Santísimo expuesto. Esta tradicional zona de marcha en Madrid se convierte así en un lugar de evangelización, oración y alegría

José Calderero de Aldecoa

El barrio de Malasaña se convierte cada noche del fin de semana en un lugar de encuentro para miles de madrileños que buscan diversión nocturna. La gente deambula por las calles, entrando y saliendo de los numerosos bares que han logrado convertir la zona en un punto de referencia de la noche madrileña.

La plaza de San Ildefonso deja de ser un lugar de paso y se transforma en un lugar de encuentro donde se reúnen jóvenes de todas las edades y de distintas clases sociales. Además, con el buen tiempo, se multiplica la afluencia de gente. Las abarrotadas terrazas se confunden con la gente que, en pequeños grupos, está sentada en el suelo tomando pizza y cerveza. Uno de los muros de la Iglesia de San Ildefonso, el que da a la plaza, se convierte cada fin de semana en un inesperado respaldo para todos aquellos que se encuentran cenando y bebiendo en la plaza.

Pero cada noche del segundo sábado de mes, la plaza recibe a un nuevo grupo de personas. Ellos también buscan una conversación, un encuentro con un amigo, buscan un encuentro personal de cada uno con Dios. Abren la iglesia, se exponen el Santísimo, y se invita a todo el que pasa por la puerta a que entre.

En una convivencia pacífica y de respeto, las dos realidades presentes en la plaza interactúan y le confieren un clima de diálogo y alegría. A las 00:30 de la madrugada se pueden contemplar las numerosas personas que ocupan la plaza y la puerta de la iglesia.

«Buenas noches, bienvenidos»

En esos días -cuentan en la parroquia-, muchos jóvenes se sorprenden al comprobar que «la iglesia está abierta a estas horas», y se animan a entrar, para rezar un rato ante el Santísimo, expuesto en el altar. Un grupo de jóvenes saluda a todos los que pasan por delante, y les invitan a entrar: «Buenas noches, bienvenidos».

El pasillo central de la iglesia se ilumina con velas rojas que llegan hasta el altar, donde el Señor espera en la custodia. Hay gente en los bancos rezando, y un grupo entona canciones para animar a la oración.

El segundo sábado de mayo, otro pequeño grupo de jóvenes reflexionaba y charlaba en un lateral del templo. Fuera, en la puerta, se percibía un clima de alegría y fraternidad. La plaza de San Ildefonso se transformó en un lugar de evangelización.