Solidarios - Alfa y Omega

Solidarios

Redacción

Lleva uno toda la vida corriendo delante o detrás de la juventud más joven, por el embrujo que tiene, y por profesión. Decía Umbral no hace mucho que la juventud es la vida, que prosigue madrugada adentro, cuando nosotros nos vamos a la cama.

Y a la cama volvía yo una noche hacia la una de la madrugada.

La calle Argumosa estaba semioscura y desbordante, se salía de sí misma. Yo estaba a punto de alcanzar su cabo por la Ronda de Atocha, cuando una sombra alta y desgarbada parecía abalanzarse sobre mí. Un temor me dolió en el pecho como caricia de tigre, como aviso de león, como cornada de toro no nacido, como puñetazo de amigo.

Corrí, pero me cerró el paso.

¡Paco!…

Jo…, tío, vaya susto. ¡Jugando conmigo! ¿No?

Perdona. Es la manera más fácil de decirte que me caes bien.

¿Lo dices por el susto?

Lo digo por ti.

Agudicé la mirada y reconocí a Alex, muchacho moreno, de pelo negro y empeluchado.

Alex, Alejandro González García, es un muchacho listo, feliz de intrepidez y desenfado, alegre, curtido de clases y títulos, idiomas y viajes y trabajo, mucho trabajo. Ingeniero de aeronáutica, primero de su promoción, beneficiario de dos máster de Iberia, a Alex todo esto y más le trae un respeto y una devoción de amigos por parte de sus compañeros.

Pero Alex, confidencial, doméstico y vestido de mi barrio es, además, monitor, junto a su novia Mónica, de la parroquia María Auxiliadora y miembro eficiente de entre los 600 muchachos del Centro Juvenil Atocha.

Alex suele decir frases de ida y vuelta, cosas de nuestro barrio. Puede identificar en voz alta cada nuevo disco —título y cantante— en cuanto empieza a sonar y se puede pasar largos ratos en la parroquia orando. Cuando lo hace parece ignorar a todos, incluso a Mónica. ¡Caramba!

Alex, joven menestral del Centro Juvenil, dedica un tiempo a Cáritas, un par de horas a los equipos de fútbol de los pequeños y otro par de horas a la semana para aprender a orar, en compañía de salesianos como Chema García Méndez, Ochoa Vidaur, Suescun, Rojano o Ginel y de otros y otros amigos monitores del Centro Juvenil.

A él, como a muchos chicos y chicas de Atocha, les he visto llorar como bobos. Te lo juro.

Sabes, el día que encontramos a Aitor muerto, me hizo daño —dijo Alex—. Alguien dijo que le habían matado las deudas, pero el dinero a él se la traía floja. Vivía por encima de todo —incluso de sí mismo— y eso era estupendo. Pero fue el corazón. Un tajo brutal. Se había metido un poco de todo, jo.

Yo antes vi muerto a Fran, el canario —añadía Mónica—. Se suicidó metiendo la cabeza en una bolsa de plástico, después de atiborrarse de Valium.

De estas experiencias, vividas, queridas y compartidas por docenas de Alex y de Mónicas, de Atocha, ha nacido la presencia de Servicio-Día-Lavapiés.

Vasconcelos

Vista parcial de la obra Salesianos-Atocha
Salesianos-Atocha: Cien años. La vida merece ser vivida

Salesianos-Atocha cumple cien años, Chema.
Significa todo un jubileo de paz, de alegría, de agradecimiento, de compromiso y de nuevos retos.

Cien años a pie de acera, de taller, de parroquia…, con todo lo que ha pasado por los barrios de Atocha, Embajadores, La Latina…
Es buena prueba de fidelidad, de amor, de dedicación. Salesianos-Atocha es el resultado de muchas generaciones prestigiosas de salesianos, comprensivos y alegres, que aprendieron codo a codo, con las clases populares, que la vida merecía ser vivida; que las diferencias son salvables siempre, cuando no convenientes…

Comprendo que un año jubilar no cancela los cánceres seculares de nuestros chicos de Madrid.
Yo también comprendo la posible falsedad de las estadísticas, de los datos, de los números. Pero, por encima de todo, Salesianos- Atocha ha sido y es un proceso de adaptación a los chicos y a los jóvenes, para quienes nacimos y para quienes existimos. Nada se planificó, ni previó, en exceso. Se echó mano siempre de un nombre cargado de celo e intrepidez, san Juan Bosco…, y se sembró, se cosechó y contagió vida y esperanza.

Entonces, no es prudente olvidar.
En efecto, es prudente no olvidar para seguir viviendo, para seguir amando, para seguir luchado. Unos salesianos dejaron ya de ser para que otros sean más. Con el centenario nos estrechamos juntos, todos, contra el futuro.

Enhorabuena, el resultado de cien años ha sido solidaridad y estímulo; premio más que suficiente para continuar otros cientos más, aquí en Atocha.

Intrépidos

La enfermedad, furtiva y solapada, había roído los cimientos de la salud de Rúa. Una mañana de julio de 1867, al salir de casa, caía de bruces contra el suelo, fulminado por un ataque de peritonitis. Avisado el médico, daba por deshauciado al bueno de Miguel, Miguel Rúa. Don Bosco, que se hacía el remolón, por ir a verle, por fin subió a su alcoba.

Si ha llegado mi hora, no tenga reparo en decírmelo.

Mira, Miguel —estalló el santo—, yo no quiero que te mueras. Tú no te puedes morir, tú no te puedes morir. Dios, Dios mío, yo no quiero que te mueras. Tienes mucho que hacer todavía.

Y le bendijo. Y sanó.

El 10 de octubre de 1997 a David Pedregosa, 14 años de edad, alumno de Salesianos-El Paseo, los médicos le diagnosticaron leucemia mieloblástica aguda.

Tratamientos y tratamientos de quimioterapia. David es deshauciado.

Dios, Dios mío, yo no quiero que te mueras. Tú no te puedes morir, gritó el salesiano Marcelino Antón.

Nadie sabe de lo que es capaz la ternura humana.

A Marcelino siguió la voz de Luquero, de Miguel, de Bernardo, de Armando, de Vivanco, Anselmo, Amo, Astudillo… A la voz de los salesianos, siguió la de la Asociación de Padres con José Luis Vicente Peña a la cabeza, la de un mazo de madres. A la de padres y madres, la de los mil muchachos del Centro. Todos, todos.

Hay una posibilidad de salvarle en el Hospital M. D. Anderson de Houston.

Son 50 millones de pesetas de entrada.

Como si son mil.

Un amor de leopardos en celo o de vírgenes limpias se apodera de Salesianos-El Paseo.

Mira, David, tú no te puedes morir.

David Pedregosa, los salesianos, los chicos y garzones del Paseo, los colegios públicos y privados, la tenencia de Alcaldía, y las parroquias de La Latina sienten que, al fin, ha llegado la oportunidad del gran dinero, que su poderosa vocación de afecto esperaba desde siempre.

Estamos locos, David, estamos locos, pero ya puedes ir a Houston. Tenemos el dinero.

Ya puedes darle a la muerte un corte de mangas.

¡Hará falta más dinero!

Nos pondremos a fregar suelos si es preciso. Tú sabes que le vergüenza es cosa de idiotas.

Tenemos más cosas que anhelar.

Vete, vive y crece, zanjó Marcelino.

Hoy para David Pedregosa, pasado y presente, se funden con la fuerza de un sueño, de un reto, de un futuro. Ha terminado, con brillantez, 3º de la ESO y con un florido movimiento de cabeza nos interpela.

Sí, sí, soy yo, David Pedregosa, David Pedregosa.

Y la enfermedad superada —quizás bendita— le ha llevado y llevará aún muy lejos. Porque sólo la inquietud es sabia. Porque sólo la audacia es sabia. Y de inquietud y de audacia se habla continuamente en el barrio del Paseo de Extremadura, cuando se habla de los salesianos.

Lorenzo Molina

Vista parcial del Colegio San Miguel Arcángel de Salesianos-El Paseo
Salesianos-El Paseo. Setenta y cinco años. La vida es arder

Los salesianos cumplís setenta y cinco significativos años en el Paseo de Extremadura.
En efecto, los salesianos somos como un cuerpo. Igual que todos los cuerpos, tenemos nuestra música y nuestro color, que con el clima y con las horas cambian. En ellos hay la perenne palpitación por los jóvenes y las clases populares , que es señal de vida. Los 300 salesianos que moramos en Madrid sabemos que todo ha sido cuestión de tiempo y de fe, mucha fe.

¿Cuál es la presencia más significativa y salesiana: Salesianos-Atocha , Salesianos-Parla, Salesianos-El Paseo…?
Uno no sabe si es el amor, o el recuerdo del amor, lo que sostiene a los hombres y a sus instituciones. En nuestro caso, el amor a don Bosco o el recuerdo de ese amor, hecho carne en cada momento de la Historia: Salesianos-Atocha con Oberti; Salesianos-Estrecho, con Torm; Salesianos-El Paseo, con Lasaga, Marcellán, Moro u Olaechea. (Juan Luquero, emprendedor, bueno, intrépido ha mostrado en «El Paseo» su verdadero rostro, cargado de iniciativas y de realidades. Hombre de gobierno, sin estridencias, toma a pecho todo lo que hace).

¿Un templo para san Juan Bosco?
Sí, un templo parroquial para estos barrios del Alto de Extremadura, condensador de fe y de vida sacramental y social. Todo hay que verlo de arriba abajo, no al revés. Desde el buen Dios. Ahí está el secreto de este nuevo templo, dentro de la gran ciudad de Madrid, llamado desde un principio a desaparecer y diluirse, lo mismo que el amor en nuestro barrio, en nuestro colegio…, para hacerse acogedora la intimidad de nuestros alumnos, de nuestros feligreses, de todos.

¿Un templo en El Paseo tiene sentido de futuro?
El futuro es siempre Dios. No hay otra salida para el hombre. Y necesitamos lugares de alianzas, donde trazarlas, estudiarlas, amarlas…, reunidos en la comunidad parroquial, para proclamar a los jóvenes, también a los de nuestros barrios populares la buena noticia de la salvación. Que la vida es arder. De arriba abajo, ¿sabes?, y no al revés.

Jesús Vivanco

Enganchados a la vida

La unanimidad es siempre rica en disparidades. Y de unanimidad se trata cuando se habla de un equipo de balón-volea, como el Salesianos-Atocha, compuesto por Ángel Alonso, Jesús Garrido, Miguel Ángel del Amo, Benjamín Vicedo…

La unanimidad es siempre rica en disparidades. Y de unanimidad se trata cuando se habla de un equipo de balón-volea, como el Salesianos-Atocha, compuesto por Ángel Alonso, Jesús Garrido, Miguel Ángel del Amo, Benjamín Vicedo…

¿Qué le parecen a usted Joaquín y Fernando, maestro?

Bien, muy bien, pero qué bueno Rafa Pascual.

¿Qué le parecen a usted Carlos Sánchez y Felipe Alonso, maestro?

Bien, muy bien, pero qué bueno Rafa Pascual.

¿Qué le parecen a usted Paco Hervás y Miguel Maroto, maestro?

Bien, muy bien, pero qué bueno Rafa Pascual.

Y así todo el rato.

Su adhesión a Pascual, hoy sin duda el mejor jugador del mundo de balón-volea, es la coartada de Agustín Pacheco y Manolo Sánchez para ensalzar a todos los demás.

La verdad es que hay una justicia distributiva, por encima de la justicia, y que esa ponderación levitante es la que ha mantenido y mantiene el nombre de Salesianos-Atocha de balónvolea en las antologías deportivas.

¿Por cuántos países paseasteis el nombre de «Salesianos-Atocha»?

Por Portugal, Francia, Italia, Hungría, Grecia y Yugoslavia.

¿Muchas victorias?

Muchas. Casi todas.

Es la voz de Joaquín Ibáñez, hoy flamante abogado en Zaragoza y diplomado con brillantez en varias Universidades.

Andabais maniatados de éxitos, ¿no?

Hombre, hombre. Creíamos mucho en nosotros.

Aquí tengo cabeceras de los periódicos: «Salesianos-Atocha» 3-0 sin despeinarse. Salesianos-Atocha cumplió el pronóstico. Debacle universitario ante el «Salesianos-Atocha».

Fuimos campeones de la Copa del Rey en 1984-85 y en 1985 ganamos la Liga.

Y me guiña un ojo, satisfecho ante tanta victoria.

El tiempo le ha dado a Joaquín una pátina de seriedad. El que en COU era un chico extrovertido y bullebulle, con su gracia personal y sola, hoy es ilustre punto de referencia para casos y cosas de delitos.

¿Acuñó «Salesianos-Atocha» algunos deportistas más de rango nacional?

Pues claro, Félix Monreal y Javi García y mi mismo hermano Fernando, que fue considerado el mejor rematador de España.

Está en la naturaleza humana el que los chicos jóvenes vivan de absolutos y que los hombres maduros vayan descubriendo, poco a poco, el reino de las cosas sencillas.

La aristocracia, por así decir, del Salesianos- Atocha de balón-volea fue muy necesaria para el avance de muchos otros deportes en los patios de los salesianos de Madrid y para llegar a comprender un poco más aquello de Mente sana en cuerpo sano. Balón volea, balompié, balonmano, baloncesto y todos los balones están condenados a ser entendidos y a entenderse, como sus jugadores entre sí, como sus entrenadores entre sí. Y a todo este proceso natural, humano y mágico de convergencia de chicos, de grandes, de padres, de hijos, de salesianos, por sí mismo es a lo que llamaríamos, por qué no, expansión, agrandamiento, universalización y eucaristía de la educación, a través del deporte. En este caso del balón volea, de Salesianos-Atocha.

Francisco Pescador Hervás

Evangelizadores

¿Qué fue de Felipe Alcántara, José Mir, Filadelfo Arce, Antonio Cardeñoso, Santiago Ibáñez, qué fue de Gandía, Isidoro Moro, Benigno Castejón, Fernando Abad, qué fue de tanta gente que fue tanto en el escenario de Salesianos-Atocha? El llamado gran mundo del espectáculo y de la comunicación se eleva hoy con quince años de oro por encima del tiempo, de modo que nunca le preguntaré a Miguel Ángel López por los secretos de sus éxitos.

Miguel Ángel López, director del teatro de Salesianos-Atocha, antiguo alumno del mismo colegio, es el flamante coordinador de estudios de la formación profesional y el impulsor, por vocación, de traer a España los musicales que triunfan en Londres y en Nueva York y ofrecérselo a los más de diez mil muchachos de nuestros colegios de Madrid.

Miguel Ángel, sospecho que estás en el mejor momento de tu estatura y de tu edad.

Bueno, uno no sabe.

Quince musicales concitan un círculo ideal de miradas, de afectos, de…

De preocupaciones, de problemas, zanja Miguel Ángel.

¡Claro!

Yo siempre he tenido la sospecha y el espanto secreto de que si los más de 1.000 muchachos que han pasado por las tablas de salesianos, ante más de 1.200.000 espectadores, con una media de 90 representaciones por temporada, se hubieran dedicado en serio a este arte, los profesionales se iban al carajo.

Miguel Ángel es alto, digno, profesoral, cordial y muy Marsillach.

Bautis, que hoy me he hecho ocho horas de clases, ocho de gestión y ocho de ensayos.

Pero ¿y cuándo duermes, Miguel Ángel?

Pues tienes razón, chico: no había caído.

El primer musical fue El diluvio que viene (1984). El año 1985 no hubo representación. Después se reemprendió la marcha con Cinco minutos nada menos (1986), Barnum (1987) y Don Bosco y Juan soñador (1988-89); ambas obras sobre don Bosco llegaron a simultanearse; con ellas recorrió el grupo de teatro más de 10.000 kilómetros entre España y el extranjero. El año 1990 hubo un merecido descanso que sirvió para recobrar nuevas fuerzas. En 1991, la compañía se decidía por un género de carácter típicamente español con Trilogía de la zarzuela. Últimamente ha representado grandes musicales internacionales, como Mary Poppins (1992), Jesucristo Superstar (1993), West Side Story (1994), Cats (1995), Los Miserables (1996), El fantasma de la Ópera (1997), Oliver (1998), Martin Guerre (1999).

Hay que hacer todo un juego de Metros y de autobuses hasta llegar a Atocha. Pero merece la pena.

Es muy difícil hoy que la sociedad de consumo -que nos va a consumir a todos- esté dispuesta a dar dinero por nada que no sea inmediato, rentable, practicable. Incluso el teatro, tan caro -carísimo-, supone el ingreso en un clan social, en un ghetto selecto.

¿Y este milagro de que chavalotes y mozos, con sus pandillas y sus novias, no sé qué gente, el personal, cambien su tiempo, sus cosas, sus dineros, por unas palabras, unos cantos… gratis?, suspira Miguel Ángel.

El bien hecho siempre queda. Ya sabes aquello de «echa tu pan a las aguas corrientes; después de muchos años lo volverás a encontrar».

Bautista Araiz Churio