Los contemplativos, protectores de los hombres - Alfa y Omega

Los contemplativos, protectores de los hombres

Ayer, domingo de la Santísima Trinidad, se celebró la Jornada Pro Orantibus, un día de especial oración por aquellos que irradian a los hombres el amor de Dios. Este año, la Conferencia Episcopal ha subrayado su importancia decisiva para la evangelización

José Calderero de Aldecoa

La Iglesia celebró ayer la Jornada Pro Orantibus, dedicada a todas aquellas personas dentro de la Iglesia que consagran su vida a Dios y dedican su existencia a la contemplación. Pro Orantibus propone la oración por aquellas personas consagradas como «expresión de reconocimiento, estima y gratitud por lo que representan». Esta jornada también persigue «dar a conocer la vocación específicamente contemplativa, tan actual y tan necesaria en la Iglesia y para el mundo». Por último, Pro Orantibus quiere «promover iniciativas pastorales dirigidas a incentivar la vida de oración y la dimensión contemplativa en las Iglesias particulares, dando ocasión a los fieles, donde sea posible, para que participen en las celebraciones litúrgicas de algún monasterio».

Bajo el lema Contempladlo y quedaréis radiantes (Sal 34, 6). La contemplación, luz de la evangelización, la Iglesia propone un día para valorar y agradecer la vida de los monjes y monjas «que se consagran enteramente a Dios por la oración, el trabajo, la penitencia y el silencio».

Este año, se ha puesto también el foco en la necesidad de contemplativos para la evangelización. Los monjes y monjas «evangelizan con lo que son, más que con lo que hacen. Su propia vocación y consagración son ya instrumento de evangelización», explicó, en la presentación de la Jornada, monseñor Vicente Jiménez Zamora, obispo de Santander y Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada. En este sentido, «lo más esencial de la nueva evangelización de los monjes y monjas es mostrar a los demás la belleza de la misma contemplación», añadió el obispo.

«Centinelas de la ciudad de Dios»

Uno de los testimonios y reflexiones recogidos en los materiales difundidos por la CEE para la Jornada Pro Orantibus 2012 es un texto del Abad del monasterio de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, de El Escorial, el padre Anselmo Álvarez, que recuerda otra impagable contribución del contemplativo: conservar «la memoria de la condición originaria de este hombre: ser para Dios; condición nunca perdida aunque muchas veces olvidada». «En su aparente inacción -añadió el Abad-, los contemplativos tienen la misión de devolver al mundo y al hombre su verdadera dirección, la que ellos mismos eligieron al optar por la mejor parte, que lo es por ser la más acorde con la dimensión original impresa para siempre en el hombre. Opción no reservada a algunos, sino ofrecida a todos».

La misión de los contemplativos es la adoración, «poner el corazón del mundo y de los hombres a los pies de Dios. Ellos realizan en su nombre la función para la que fueron creados: la glorificación de dios«. «Su oración y su mediación los hace centinelas de la ciudad de Dios, custodios de la ciudad humana, protectores de los hombres», comentó el Abad.

Desde la abadía benedictina de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, el padre Anselmo Álvarez finalizó sus palabras asegurando que «los contemplativos no necesitan recorrer los camino del mundo, como los misioneros y los apóstoles. Ellos son omnipresentes al mundo. El mundo está presente a ellos al modo como lo estuvo en la visión de san Benito, compendiado en un haz de luz: contemplad a Dios y quedaréis radiantes; contemplad a Dios e irradiaréis a Dios». En los hombres contemplativos «estuvo y está el fermento de la vieja y nueva evangelización».