Eucaristía y divorcio - Alfa y Omega

José Granados, sacerdote y consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, aborda en Eucaristía y divorcio: ¿Hacia un cambio de doctrina? (Biblioteca de Autores Cristianos) la cuestión de la comunión a los divorciados vueltos a casar con valor y compromiso con la verdad. El tema fue tratado en el Sínodo Extraordinario sobre la Familia celebrado en Roma en el pasado octubre. ¿Cuál es el problema que se suscitó entonces? Fundamentalmente, que una corriente sostiene que una cosa es la doctrina, y otra, la práctica pastoral. En virtud de la segunda, explican, los divorciados envueltos en una nueva unión podrían recibir la Eucaristía a pesar de su situación irregular. Justifican esta práctica pastoral «como apertura misericordiosa de la Iglesia ante las llagas del individuo». Sin embargo, quienes defienden la importancia de la doctrina ven en esta práctica «un flaco favor hecho a estos fieles, en cuanto olvida su verdadera herida: la pérdida de orientación en la ruta». Esta decisión no es baladí, y traería unas consecuencias serias, pues aunque sus partidarios afirmen que no afecta a la doctrina, en realidad sí lo hace. Y comienza enfrentándose con la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio.

José Granados busca ir al fondo del debate, y pregunta: «¿Qué quiere decir doctrina en cristiano? ¿Es un alto ideal que encuentra luego distintas aplicaciones realistas? ¿Un enunciado, que debe después encarnarse en la práctica?».

La doctrina cristiana, explica, es «un tesoro fecundo en la vida de la Iglesia, (…) pertenece al centro de la experiencia cristiana, pues es memoria de nuestro origen más hondo en Cristo y profecía de lo que en Él estamos llamados a ser. Ella es luz que alumbra nuestro camino común, y ritmo para nuestros pasos, porque nace del caminar de Cristo con su Iglesia».

A lo largo de este libro, descubrimos que la doctrina de la Iglesia es la doctrina de Cristo, y por tanto para el creyente no se trata sólo de ideas, sino de palabras visibles, que se escuchan, que pueden tocarse y gustarse en los sacramentos, y por tanto que se traducen en prácticas concretas para la vida.

«En el matrimonio –afirma Granados–, la doctrina se abre al corazón de cada hombre y muestra allí su fecundidad». Y teniendo como base la doctrina, en el libro se ilumina acerca de la imposibilidad de admitir a la Eucaristía a los divorciados que viven en una nueva unión: «Modificar este uso eucarístico sería vulnerar la doctrina sobre la indisolubilidad del matrimonio rato y consumado, enseñada de modo definitivo por la Iglesia».

Se trata de un libro que quienes están interesados en este tema, tanto desde el campo doctrinal como pastoral, no pueden dejar de leer. Vienen al caso las palabras de san Pablo: «No os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto» (Rm 12, 1-2).