Obedecía a Dios y amaba a los hombres - Alfa y Omega

Obedecía a Dios y amaba a los hombres

Redacción
Imagen del Papa Juan XXIII, en bronce, de G. Manzú. Puerta de la basílica de San Pedro

La agonía de la muerte de Juan XXIII. La Iglesia, y también el mundo, han tenido una experiencia extraordinaria. Porque de golpe se ha revelado el eco inmenso suscitado por el hecho de este hombre humilde y bueno. Se ha revelado que ha cambiado profundamente el papel religioso y también humano del mundo: sencillamente siendo aquello que él ha sido. No procedió con gran exposición de ideas, sino con gestos y un cierto estilo de su persona. No ha hablado en nombre del sistema, de su legitimidad, de su autoridad, sino simplemente en nombre de las instituciones y del movimiento de un corazón que, por una parte, obedecía a Dios, y, por otra, amaba a los hombres, o mejor dicho hacía ambas cosas en un mismo movimiento.

El cardenal Montini es un hombre superiormente inteligente e informado. Da una impresión profunda de santidad. Retomará el programa de Juan XXIII, pero, evidentemente no a la manera de Juan XXIII, y quizá no del todo en su espíritu. Será mucho más romano, más del tipo de Pío XII: querrá, como Pío XII, determinar las cosas a partir de las ideas, y no simplemente dejarlas que vengan solas a partir de la apertura hecha por un movimiento del corazón. Amará de la misma manera el mundo, pero en una línea de solicitud.

Yves María Congar/Avvenire / Redacción