Santos de pantalón y camiseta - Alfa y Omega

Santos de pantalón y camiseta

Maica Rivera

A los 80 años, el padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, deja la narración de su historia en manos de una joven –para más señas, la responsable de prensa de su ONG con quien viaja a menudo por el mundo–. No es habitual este voto de confianza hacia los denominados millennials (generación de los menores de 30). Sin embargo, con él esta es una decisión que no sorprende sino todo lo contrario porque lo suyo es sobre esa misma ética del contraste, que le permite fintar todas las trampas que niegan la integración de los más excluidos de la sociedad, el diálogo no solo intercultural sino también intergeneracional. Y como suele ocurrir con estos órdagos hermosos, resulta que Lucía López cumple muy bien su cometido. Es más, su juventud posiblemente haya jugado a favor: ¿Desde qué otro estadio vital más fácilmente pudiera entenderse una evangelización del amor tan libre, y aprehenderse el lema que el padre Ángel viene repitiendo durante más de dos décadas en sus conferencias, de que un mundo mejor es posible?

También la frescura jovial sirve para dar el mejor testimonio vivo y para nuestro tiempo de la obra de este incombustible sacerdote diocesano consagrado a la labor social y defensa de los derechos humanos, que comenzó hace más de 50 años en Asturias con la creación de los primeros hogares mixtos para huérfanos en España. Hoy su labor alcanza a los nuevos colectivos desfavorecidos –como las mujeres víctimas de la violencia machista o los nuevos pobres del capitalismo urbano a quienes no asumimos por meras apariencias engañosas–. A la vez que su quehacer se materializa en destinos como Haití, El Salvador o Jordania, se renueva en el milagro cotidiano de la república fraterna de la madrileña iglesia de San Antón, centro de atención social integral, y el restaurante Robin Hood para ricos y pobres.

Por eso, sobre todo, este libro defiende la imagen de un carisma especial, «famoso no solo por querer a todos, sino por demostrarlo con una inocente, aunque rompedora obscenidad, juntando en los mismos espacios a pobres y ricos para que los primeros llamen la atención de los segundos, y así los segundos no olviden a los primeros». Se subraya su frase: «Tenemos que estar también con los que gobiernan y los poderosos, para animarlos a que hagan lo mejor para los otros», y su llamativa corbata roja se alza como símbolo de la búsqueda no de provocación, sino de visibilidad en la esfera pública con objeto de poder conseguir financiación de proyectos solidarios.

Siempre, entre la humildad y la rebeldía (esto también es un milagro en los tiempos editoriales que corren: un título de pleno acierto), he aquí la sencilla crónica de cómo el cielo puede ofrecerse en una simple taza de café, a los sin techo –no personas sin hogar, eufemismo políticamente correcto del que huye el padre Ángel–. Y de cómo manteniendo la mirada hacia Dios en el cielo, la escalera hasta él se construye con Cristo desde el suelo, desde una «iglesia abierta» forrada de «santos de pantalón y camiseta».

Padre Ángel. La humildad y la rebeldía
Autor:

Lucía López Alonso

Editorial:

Planeta