La doble vocación matrimonial y misionera - Alfa y Omega

La doble vocación matrimonial y misionera

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Juan Carlos y Virginia, durante su etapa misionera en Mozambique. Foto: Archivo personal de Virgina Cuenca y Juan Carlos García

Virginia y Juan Carlos son un matrimonio madrileño que en unos días parte en misión a Brasil. Este domingo, 28 de mayo, Día del Misionero Diocesano, el cardenal Osoro presidirá en la catedral, a las 12 horas, la Eucaristía de su envío misionero, como colofón a la Semana del Misionero Diocesano que ha organizado la Delegación de Misiones.

¿Cuándo empezó vuestra inquietud misionera?
Virginia: Nosotros llevamos como misioneros laicos desde el año 1999, siempre por periodos cortos de tiempo. Hemos estado en Honduras, Bolivia, Mozambique y Guinea ecuatorial. Pero ahora nos vamos por tres años, nos sentíamos llamados a vivir más en misión… Nos conocimos formándonos para esto y poco a poco nació nuestra vocación como familia misionera.

¿Es una vocación?
Juan Carlos: Sí, nosotros nos sentimos llamados a compartir nuestra fe como matrimonio y como misioneros. Es una riqueza poder llevar lo que hemos recibido gratis y transmitir el Evangelio a tantas personas que aún no conocen a Jesús. En la Amazonia, donde vamos ahora, muchos no conocen el Evangelio. Son comunidades indígenas y nuestro trabajo es acompañarlas y compartir con ellos nuestra fe y nuestra vida. Los dos somos enfermeros, y en la misión solemos alternar la labor pastoral con los cuidados de salud.

¿Cómo influye en vuestra relación esta opción de vida?
V.: En nuestro caso es fácil porque nos hemos conocido en formación para la misión. Es un don que tenemos los dos, y compartirlo es muy bonito. Para nosotros es una doble vocación. Compartir todo esto con la persona que quieres es una riqueza, tanto en los momentos difíciles como en los más bonitos. Es una bendición.

Lo vuestro es algo excepcional, pero ¿creéis que se puede ser familia misionera también en Madrid?
V.: Salir hacia fuera, salir hacia los demás nos enriquece también como familia. Muchas veces vivimos solo para nosotros y vivimos nuestra fe para que todo nos vaya bien, pero la vida crece cuando te das a los demás. También en Madrid hay mucha misión, y siempre podemos hacer más de lo que hacemos, en nuestro trabajo, en nuestra manera de vivir y en cualquier sitio donde estemos. Cualquier familia siempre puede darse más a los demás y eso te hace vivir con más sentido la vida familiar.

¿No tenéis miedo al futuro, a qué pasará cuando volváis?
J. C.: Ese miedo te entra cuando estás aquí, pero desaparece cuando estás allí. Nosotros hemos renunciado al trabajo, no sabes cómo te va a ir y qué va a pasar cuando vuelvas, pero eso también es vivir el Evangelio: si Dios da el alimento a los pájaros, ¿cómo no nos va a ayudar a nosotros? Además, en la misión te das cuenta de que no necesitas tanto para vivir. Cuanto menos tienes es más fácil vivir la vida. Si lo miras desde la lógica de aquí te da miedo, pero desde Dios te atreves a todo. Aquí nos complicamos mucho, pero allí es más sencillo todo.

V.: Ellos nos dan muchas lecciones, viven en el día a día. Viven el Evangelio al 100 % y te van contagiando. Todo el mundo debería tener esta experiencia al menos una vez en la vida.