Música para la paz - Alfa y Omega

Música para la paz

En la fiesta de san Benito, acompañado por el Presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano, y por la esposa de éste, Benedicto XVI asistió el miércoles a un concierto de la West-Eastern Divan Orchestra, bajo la dirección del Maestro Daniel Barenboim. Tras escuchar las sinfonías Quinta y Sexta de Beethoven, el Papa alabó el proyecto de Brenboim, que reúne a músicos de Israel y de países árabes. «El mensaje que hoy quisiera extraer es éste -dijo-: Para alcanzar la paz es necesario comprometerse, dejando de lado la violencia y las armas, comprometerse con la conversión personal y comunitaria, con el dialogo, con la búsqueda paciente de los posibles entendimientos». Éstas fueron sus palabras:

RV

Venerables hermanos, gentiles señoras y señores:

Hemos vivido un momento de escucha verdaderamente intenso y enriquecedor para nuestro espíritu, y por este motivo damos gracias al Señor. Deseo expresar vivo reconocimiento al Maestro Daniel Barenboim y a todos los músicos de la West-Eastern Divan Orchestra, que durante su gira veraniega han querido gentilmente ofrecerme este concierto, en el día de la fiesta de san Benito. Así me han permitido no sólo gustar en vivo su excelente ejecución, sino además participar más directamente de su itinerario, iniciado hace más o menos trece años precisamente por usted, maestro, junto al llorado señor Edward Said.

Saludo cordialmente al Presidente de la República Italiana, honorable Giorgio Napolitano, al que agradezco por su presencia y por haber alentado esta iniciativa. Y mi «gracias» va dirigido también al cardenal Ravasi, que ha introducido el concierto con tres bellas y significativas citaciones. Además de las otras autoridades, extiendo mi saludo a todos ustedes, queridos amigos.

Pueden imaginar mi felicidad al acoger una orquesta como ésta, que ha nacido de la convicción, es más, de la experiencia de que la música une a las personas, más allá de toda división; porque la música es armonía de las diferencias, como ocurre cada vez que se inicia un concierto, con el rito de la afinación. De la multiplicidad de los timbres de los diversos instrumentos, puede surgir una sinfonía. Pero esto no ocurre ¡mágicamente, ni automáticamente! Se realiza sólo gracias al empeño del director y de cada músico individualmente. Un empeño paciente, fatigoso, que requiere tiempo y sacrificios, en el esfuerzo de escucharse recíprocamente, evitando protagonismos excesivos y privilegiando el mejor resultado del conjunto.

Mientras expreso estos pensamientos, la mente se dirige a la gran sinfonía de la paz entre los pueblos, que nunca se cumple del todo. Mi generación, como también aquella de los padres del Maestro Barenboim, han vivido la tragedia de la segunda guerra mundial y de la Shoah. Y es muy significativo que usted, maestro, después de haber alcanzado las cimas más altas para un músico, haya querido dar vida a un proyecto como aquel de la West-Eastern Divan Orchestra: un grupo en el que interpretan juntos músicos israelíes, palestinos y de otros países árabes; personas de religión judía, musulmana y cristiana.

Los numerosos reconocimientos con los cuales usted y esta Orquesta han sido distinguidos demuestran, al mismo tiempo, la excelencia profesional y el compromiso ético y espiritual. Lo hemos percibido también esta tarde, escuchando las Sinfonías Quinta y Sexta de Ludwig van Beethoven.

También en esta elección, en esta combinación, podemos ver un significado interesante para nosotros. Estas dos celebérrimas Sinfonías expresan dos aspectos de la vida: el drama y la paz, la lucha del hombre contra el destino adverso y la inmersión tranquilizadora en el ambiente bucólico. Beethoven trabajó en estas dos obras, en particular a su conclusión, casi en contemporáneo. Tanto es así que fueron ejecutadas por primera vez juntas -como en esta tarde-, en el memorable concierto del 22 de diciembre de 1808, en Viena.

El mensaje que hoy quisiera extraer es este: para alcanzar la paz es necesario comprometerse, dejando de lado la violencia y las armas, comprometerse con la conversión personal y comunitaria, con el dialogo, con la búsqueda paciente de los posibles entendimientos.

Agradecemos pues de corazón al maestro Barenboim y a la West-Eastern Divan Orchestra por habernos dado testimonio de este camino. A cada uno de ellos, el augurio y la oración para que continúen sembrando por el mundo la esperanza de la paz a través del lenguaje universal de la música.

¡Gracias y buenas tardes a todos!