Los corredores humanitarios son viables - Alfa y Omega

Los corredores humanitarios son viables

El éxito de los precedentes de Italia y Francia son los principales argumentos de Sant’Egidio para poner en marcha la iniciativa en España

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Foto: Comunidad de Sant’Egidio

La propuesta de los corredores humanitarios es un buen ejemplo de la creatividad de la caridad ante la crisis de los refugiados, que ha dejado al descubierto las miserias de Europa. Solo en 2016 murieron ahogadas en el mar más de 5.000 personas que trataban de llegar a nuestras costas. Hubiera bastado con destinar a salvar vidas una pequeña parte de los recursos invertidos en detener la llegada de migrantes, pero la triste y escandalosa realidad es que nuestra prioridad no era esa. La historia (y las poblaciones de estos países) pedirán cuentas algún día a los europeos por ello. Como dijo el Papa hace unos días en la basílica de San Bartolomé, encomendada a la Comunidad de Sant’Egidio, Europa ha dejado de tener hijos y se encamina hacia un suicidio demográfico, pero dedica todos sus esfuerzos a construir vallas cada vez más altas e infranqueables. Paradójico a la par que cruel.

Sant’Egidio no solo propone una solución humanitaria y racional para traer a refugiados que huyen de la guerra de forma segura, sin obligarlos a echarse en brazos de las mafias y a poner en juego sus vidas y las de sus hijos. El movimiento laical ofrece un itinerario eficaz para la integración de estas personas con coste cero para la Administración, gracias a la colaboración con otras iglesias cristianas, parroquias y familias voluntarias. Porque no basta con traer a refugiados; hay que acompañarlos después para facilitarles su inserción en las sociedades de acogida, a las que, de este modo, también ellos tienen mucho que aportar.

Los exitosos precedentes en Francia y, sobre todo, en Italia, países con los que ha firmado acuerdos para traer a 2.500 refugiados, son los principales argumentos que ha dado Sant’Egidio al Gobierno español para pedirle que dé luz verde a una propuesta presentada hace ya año y medio. Se trata –es cierto– de cantidades reducidas que no resuelven la dramática situación de los 65 millones de refugiados que hay en el mundo, pero sí marcan un modelo que seguir a la vez viable y humanitario.