Por encima de las medallas, está la persona del deportista - Alfa y Omega

Por encima de las medallas, está la persona del deportista

Las medallas no pueden ponerse por delante de la persona del deportista. Es la advertencia que hizo el jueves Benedicto XVI, al recibir a los representantes del 32º Congreso Mundial de Medicina del Deporte, que se reunió en Roma en su congreso bienal. El Papa se pronunció claramente contra el dopaje, que desvirtúa «el verdadero espíritu deportivo»

RV

En el encuentro participaron representantes de 117 países, de los cinco continentes. En su saludo, precisamente, Papa hizo hincapié en esta «diversidad», «signo importante de la ubicuidad del deporte en las culturas de las distintas regiones del mundo» y «una indicación significativa de la capacidad de los deportes y las actividades atléticas para unir a las personas y los pueblos en la búsqueda común de la excelencia competitiva pacífica, como lo han dejado claro los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, celebrados reciente en Londres».

«Como expertos médicos, sabéis que el punto de partida es el atleta -añadió el Papa-, no solo como mero competidor, sino también dotado de una capacidad moral y espiritual que debe ser enriquecida y profundizada por el deporte y la medicina deportiva. A veces, sin embargo, ha explicado Benedicto XVI, el éxito, la fama, las medallas y la búsqueda de dinero se convierten en la meta principal o incluso única. E incluso, ocurre de vez en cuando, que el ansia de ganar a toda costa substituya el verdadero espíritu deportivo con el abuso de fármacos y el mal uso de los medios que pone a disposición la medicina moderna».

«Conscientes de esta tentación, se está discutiendo esta cuestión importante durante el Congreso. Independientemente de las capacidades atléticas y de cualquier logro físico, está la persona llamada a la perfección moral y espiritual», ha afirmado el Papa.

«En efecto san Pablo señala en su primera carta a los Corintios, que la excelencia espiritual y deportiva están estrechamente relacionadas, y exhorta a los creyentes a entrenarse en la vida espiritual. Todos los atletas, dice Pablo, se privan de todo para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible».

Benedicto XVI ha animado a los profesionales de la medicina deportiva a mantener antes que nada la dignidad de sus pacientes, «siendo para ellos no sólo agentes de la curación física y de la excelencia atlética, sino también de la regeneración moral, espiritual y cultural».