Rafi Requena: «El Señor nos dio a Alejandro para abrirnos los ojos» - Alfa y Omega

Rafi Requena: «El Señor nos dio a Alejandro para abrirnos los ojos»

Los relatos de la resurrección llaman la atención por la búsqueda expectante de Cristo vivo. Parecen no tener necesidad de hacer memoria de la cruz ante la certeza de su victoria. Rafi Requena, 2.000 años después, es una de esas mujeres que salieron a gritar que daban testimonio de ello. Lo primero de lo que habla es de ese mayo de 2008 en el que conoció verdaderamente al Señor. No cuenta que perdió a varios bebés antes de que nacieran, ni que su hijo Alejandro tiene ceguera y malformaciones graves, ni que hace 22 meses ella tuvo un accidente y lleva varias operaciones. Lo primero que define y sostiene su vida es que se ha encontrado con Jesús

Rocío Solís Cobo
Alejandro, Rafi y su marido, en una foto de familia. Foto: Archivo personal de Rafi Requena

«Fue en un Cursillo de Cristiandad. Yo tenía tantas preguntas… Pero ahí Lo conocimos y nos cambió la vida».

¿Cómo era antes del encuentro?
Mi matrimonio estaba mal. Mi marido tenía fuertes depresiones. Al nacer Alejandro todo se agravó. Las primeras semanas estuvo a punto de morir. Su salud se fue complicando aún más y toda nuestra vida era de casa al hospital. Era una situación de locura. Así fueron pasando los años… Ya ni nos hablábamos. Creo que mucha culpa la tuve yo. Era como la leona que coge a sus cachorros. Creía que lo primero era sacar al niño adelante, pero claro, apartas a tu pareja y eso no lo puedes hacer.

¿Cuándo llega la fe?
Pertenezco a una familia religiosa que, aunque no es practicante, me enseñó las oraciones. Dejé de ir a la iglesia, pero no de rezar. Lo único que hacía cuando Alejandro estaba ingresado era ir a la capilla. Estaba súper enfadada con Dios y siempre iba a exigirle, pero siempre iba. Un día, cuando Alejandro tenía 9 años, salí a caminar por el barrio. Llevaba nueve años de médicos, psicólogos, terapeutas, fisioterapeutas… y nunca había salido a pasear. Ese día descubrí una iglesia al lado de casa. Entré y estaba el sacerdote, Jesús Parra, otro instrumento del Señor maravilloso. Y le dije: «No sé muy bien por qué he entrado». Empezamos a hablar y le conté que llegaba la hora de que Alejandro hiciera la Primera Comunión, pero que entendía que no pudiera hacerla por su deficiencia. Y me contestó: «¿Por qué no la va a hacer? Vente».

Foto: Archivo personal de Rafi Requena

¿Por esa compañía empezó todo?
Sí. Empezamos a ir a Misa. Mi marido al principio solo nos acompañaba hasta la puerta, pero llegó la hora de la Comunión y allí hacían una convivencia antes. Yo le conté al sacerdote que Alejandro no podía ir, así que nos dijo que entonces los que íbamos a ir éramos nosotros, sus padres.

Y Alejandro hace la Comunión…
Así es. Y surge la oportunidad de ir a Cursillos de Cristiandad. Y allí nos cambió la vida. Ahora me he dado cuenta de que el Señor nos dio a Alejandro para abrirnos los ojos. Este niño nació para arreglar nuestra vida. Me acuerdo de la clausura del cursillo, salí enamorada de Cristo y de mi marido. Descubrí a mi marido allí.

¿Cómo transmites a Alejandro a Cristo?
Me lo transmite él a mí. Me acuerdo de una Eucaristía en la que le sacó el sacerdote a hablar y yo estaba temblorosa. Al preguntarle: «¿A quién quieres más en este mundo?», él dijo: «A Jesús y a la Virgen». No dijo a mis padres. Él nos transmite a Cristo.

¿Qué importancia tiene la comunidad para vuestra familia?
Llevo 22 meses de baja tras un accidente laboral. He estado cinco sin poder salir de casa, con muchos dolores. Pero mis amigas han venido todas las semanas, es lo que me ha sostenido. Gracias a ellas he podido orar más. Y han sido nuestros amigos de cursillos los que nos han ayudado a cuidar hasta el final a mi suegro. Yo ayudo como puedo, aunque me muero de la vergüenza cuando me pedís hablar. Oigo a personas que hablan tan bien… Yo no sé hacerlo. Pero si el Señor me ha puesto aquí, Él sabrá. Si sirve para que a una persona le ayude, bienvenido.