«La primera tarea de la Iglesia es anunciar el perdón» - Alfa y Omega

«La primera tarea de la Iglesia es anunciar el perdón»

Ricardo Benjumea

«El anuncio concreto del perdón» es la «primera tarea» que dejó Jesús a la Iglesia, dijo el Papa durante el rezo del Regina Coeli en el Domingo de la Divina Misericordia. Tras la oración mariana, Francisco recordó la beatificación ayer en Oviedo de Luis Antonio Rosa Ormières. Estas fueron sus palabras:

Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

Sabemos que cada domingo hacemos memoria de la resurrección del Señor Jesús, pero en este periodo después de la Pascua, el domingo se reviste de un significado aún más iluminante. En la tradición de la Iglesia, este domingo, el primero después de la Pascua, se denominaba in albis. ¿Qué significa esto? Esta expresión se proponía evocar el rito que cumplían cuantos habían recibido el bautismo en la Vigilia de Pascua. A cada uno de ellos se les entregaba una túnica blanca –alba– blanca, para indicar la nueva dignidad de los hijos de Dios. Aún hoy se sigue haciendo, a los recién nacidos se les ofrece una pequeña túnica simbólica, al tiempo que los adultos visten una verdadera, como vimos en la Vigilia Pascual. Y aquella túnica blanca, en el pasado, se llevaba puesta durante una semana, hasta este domingo y de ello deriva el nombre in albis deponendis, que significa el domingo en el que se quita la túnica blanca. Y así, cuando se quitaban la túnica blanca, los neófitos comenzaban una vida nueva en Cristo y en la Iglesia.

Hay otra cosa. En el Jubileo del año 2000, san Juan Pablo II estableció que este domingo se dedicara a la Divina Misericordia. ¡Es verdad, fue una bella intuición: fue el Espíritu Santo el que lo inspiró en esto! Desde hace pocos meses hemos concluido el Jubileo extraordinario de la Misericordia y este domingo nos invita a retomar con fuerza la gracia que proviene de la misericordia de Dios. El Evangelio de hoy es la narración de la aparición de Cristo resucitado a los discípulos reunidos en el cenáculo (cfr. Jn 20, 19-31). Escribe San Juan que Jesús, después de haber saludado a sus discípulos, les dijo: «Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes». Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen» (cfr. 21-23). He aquí el sentido de la misericordia que se presenta justo el día de la resurrección de Jesús como perdón de los pecados. Jesús Resucitado ha transmitido a su Iglesia, como primera tarea, su misma misión de llevar a todos el anuncio concreto del perdón. Esta es la primera tarea: anunciar el perdón. Este signo visible de su misericordia lleva consigo la paz del corazón y la alegría del encuentro renovado con el Señor.

La misericordia en la luz de la Pascua se deja percibir como una verdadera forma de conocimiento. Y esto es importante: la misericordia es una verdadera forma de conocimiento. Sabemos que se conoce a través de tantas formas. Se conoce a través de los sentidos, se conoce a través de la intuición, la razón y otras más. Pues bien, ¡se puede conocer también a través de la experiencia de la misericordia. Porque la misericordia abre la puerta de la mente para comprender mejor el misterio de Dios y de nuestra existencia personal. La misericordia nos hace comprender que la violencia, el rencor, la venganza no tienen sentido alguno y que la primera víctima es la que vive con estos sentimientos, porque se priva de su propia dignidad. La misericordia abre también la puerta del corazón y permite expresar cercanía, sobre todo a cuantos están solos y marginados, porque los hace sentir hermanos e hijos de un solo Padre. Ella favorece el reconocimiento de cuantos tienen necesidad de consolación y hace encontrar palabras adecuadas para dar conforto.

Hermanos y hermanas, la misericordia calienta el corazón y lo vuelve sensible a las necesidades de los hermanos con el compartir y la participación. La misericordia, en resumen, nos compromete a todos a ser instrumentos de justicia, de reconciliación y de paz. Nunca olvidemos que la misericordia es la clave en la vida de fe y la forma concreta con la que damos visibilidad a la resurrección de Jesús.

Que María, Madre de la Misericordia, nos ayude a creer y a vivir con alegría todo esto».

Palabras del Papa después del Regina Coeli

Queridos hermanos y hermanas, ayer en Oviedo, España, ha sido proclamado Beato el sacerdote Luis Antonio Rosa Ormières. Vivió en el siglo XIX, gastando sus muchas cualidades humanas y espirituales en el servicio de la educación, y por esto fundó la Congregación de las Hermanas del Ángel de la Guarda. Que su ejemplo y su intercesión ayuden de forma particular a cuantos trabajan en la escuela y en el campo educativo.

Saludo cordialmente a todos ustedes, fieles romanos y peregrinos de Italia y de tantos Países, en especial a la Confraternidad de San Sebastián de Kerkrade (Holanda), el Nigerian Catholic Secretariat y la parroquia Liebfrauen de Bocholt (Alemania).

Saludo a los peregrinos polacos, y expreso vivo aprecio por la iniciativa de Caritas Polonia en apoyo de muchas familias en Siria. Doy un saludo especial a los devotos de la Divina Misericordia reunidos hoy en la iglesia de Santo Spirito in Sassia, así como también a los participantes en la “Carrera por la Paz”: una estafeta que parte hoy desde esta Plaza para llegar hasta Wittenberg, en Alemania.

Saludo a los numerosos grupos de chicos, especialmente confirmados o confirmandos: de las Diócesis de Piacenza-Bobbio, Trento, Cúneo, Milán, Lodi, Cremona, Bérgamo, Brescia y Vicenza. Y también a la Escuela Masaccio de Treviso y al Instituto San Carpóforo de Como.

Finalmente agradezco a todos aquellos que en este período me han enviado mensajes de saludo por Pascua. Los correspondo cordialmente invocando para cada uno y para cada familia la gracia del Señor Resucitado. Buen domingo, y no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!