El cardenal García-Gasco, llamado a la Casa del Padre - Alfa y Omega

El cardenal García-Gasco, llamado a la Casa del Padre

Fue a Roma para participar en la beatificación de Juan Pablo II, y ha podido celebrarla en el cielo. El cardenal Agustín García-Gasco, arzobispo emérito de Valencia, falleció en la Ciudad Eterna, el pasado sábado, a los 80 años, poco antes de acudir a la ceremonia de beatificación y después de haber asistido a la Vigilia del Circo Máximo, la noche anterior. Al cierre de esta edición, sus restos mortales ya habían sido trasladados a Valencia, para recibir sepultura en la catedral

José Antonio Méndez

El cardenal Agustín García-Gasco, arzobispo emérito de Valencia, viajó la pasada semana a Roma para participar en los actos de beatificación de Juan Pablo II. Asistió a la Vigilia en el Circo Máximo la noche del viernes, pero, a la mañana siguiente, antes de acudir a la Plaza de San Pedro, fue encontrado inconsciente en su habitación de la Residencia de las Obreras de la Cruz, en la que se alojaba. Trasladado al hospital, fue llamado a la Casa del Padre, a sus 80 años, tras sufrir un infarto. La noticia de su fallecimiento coincidía de este modo con la certeza de que Juan Pablo II, quien lo creó obispo en 1985, ya está ante la presencia de Dios intercediendo por la Iglesia. Por eso, como explicó a la cadena COPE el arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, «Dios tiene para cada uno los días señalados, y parece como un regalo para don Agustín el que le haya llamado en Roma, junto al sucesor de Pedro, el mismo día en que Juan Pablo II era proclamado Beato. Ha sido como un reconocimiento a su fe y a la adhesión a la Iglesia que manifestó durante toda su vida». Al cierre de esta edición, sus restos mortales ya habían sido trasladados a Valencia, y está previsto que reciban sepultura, el miércoles 4 de mayo, a las 5 de la tarde, en la capilla de San José, de la catedral.

El pésame del Papa

Tras conocer el fallecimiento, las muestras de condolencia hacia sus familiares y hacia los fieles de la archidiócesis se han sucedido, empezando por el Papa Benedicto XVI. El mismo domingo, el Santo Padre envió un telegrama al arzobispo de Valencia, en el que afirmaba que, tras conocer «la triste noticia del fallecimiento del amadísimo cardenal Agustín García-Gasco, ofrezco fervientes sufragios por el eterno descanso de quien ejerció con diligente solicitud apostólica el ministerio episcopal, primero como obispo auxiliar de Madrid y Secretario de la Conferencia Episcopal Española, y después al frente de esa querida archidiócesis de Valencia».

En su telegrama, el Papa también reconoce que, durante su ministerio episcopal, el cardenal se entregó «constantemente al quehacer evangelizador, con sabiduría y generosidad, impulsando infatigablemente numerosas iniciativas pastorales, sobre todo en el campo de la docencia y la pastoral familiar». Y, tras «evocar los grandes servicios prestados por él a la Iglesia», hizo llegar «mi más sentido pésame al señor arzobispo, a su obispo auxiliar, al presbiterio, seminaristas, comunidades religiosas y fieles de esa Iglesia particular valentina», así como a los familiares del cardenal, a quienes otorga, «de corazón, la confortadora bendición apostólica, como signo de esperanza cristiana en Cristo resucitado».

Lo celebró con Juan Pablo II

El cardenal Agustín García-Gasco, natural de Corral de Almaguer (Toledo), fue ordenado sacerdote en 1956, nombrado obispo auxiliar de Madrid en 1985, elegido Secretario General de la Conferencia Episcopal Española de 1988 a 1993, y nombrado arzobispo de Valencia en 1992. En la diócesis levantina fue el encargado de acoger a Benedicto XVI con motivo del V Encuentro Mundial de las Familias, que se celebró en julio de 2006, tras lo cual, el propio Benedicto XVI lo creó cardenal, en 2007.

Don Antonio Corbí, su secretario personal, que le atendió también en sus últimos momentos, explica para Alfa y Omega que «es muy reconfortante pensar que don Agustín fue a Roma para celebrar la beatificación de Juan Pablo II, y no la celebró por él, sino directamente con él. En los días previos, pudimos pasear y rezar por los jardines vaticanos, como hacía el Papa, y rezar ante la tumba de Juan Pablo II. Allí pudo repasar toda su vida, y recordar sus conversaciones con el Papa, cuando iba a Roma como Secretario General de la CEE. Fue muy emotivo el abrazo que se dio con monseñor Dziwisz, en el Circo Máximo, y también con el cardenal Rylko, con quien habló de la JMJ de Madrid». Y añade: «Seguro que él también intercederá para que los jóvenes y las familias puedan encontrarse con el Señor, en esos días de agosto».