Semana Santa: mucha vida bajo los ropajes - Alfa y Omega

Semana Santa: mucha vida bajo los ropajes

«En la Semana Santa, hay mucha experiencia de Dios… el reto es saber recogerla para que no se quede solo en ese momento», afirma el jesuita Daniel Cuesta, que ha trabajado con jóvenes cofrades. Las hermandades y cofradías están convencidas de que tienen las herramientas para ello. Llevan siglos haciéndolo

Redacción
El Cristo de la Fe y el Perdón recorre las calles de Madrid a hombros de la Hermandad de los Estudiantes el Domingo de Ramos. Foto: Isabel Permuy

Para sacar al Cristo de la Fe y el Perdón y a la Inmaculada Madre de la Iglesia por las calles de Madrid, «no podemos salir con los pies sucios». Esa es la única parte del cuerpo de los costaleros que se ve. Pero el hermano mayor de la Hermandad de los Estudiantes, Juan Venegas, lo dice en sentido metafórico. Minutos antes de esta procesión del Domingo de Ramos, durante la Misa de Hermandad en la basílica de San Miguel, «los confesionarios están a reventar. Insistimos mucho en que la estación de penitencia hay que hacerla en gracia. Estamos haciendo un trabajo para Dios, para acercarnos más a Él y para acercarle más almas. Hay que hacerlo bien. Al Jefe, chapuzas ni una». En alguna ocasión, han visto el fruto de esta labor de evangelización: «Hay gente que ha visto la procesión por la calle, se ha sentido removida y nos ha escrito después. Algunos incluso nos dicen que querrían creer y preguntan qué tienen que hacer».

Hace falta mucha preparación para mover los 2.400 kilos que suman sus dos pasos, pero también para participar bien en esta forma de catequesis. Los cultos en la hermandad se intensifican en los meses previos a Semana Santa, pero duran todo el año: un triduo en la Exaltación de la Santa Cruz y un quinario en la Inmaculada, vía crucis, vela al Santísimo cada mes, retiros, charlas cuaresmales… «Tratamos de ayudar a profundizar en la fe» a los 700 miembros de la hermandad.

Los laicos, protagonistas

La Hermandad de los Estudiantes surgió entre un grupo de jóvenes madrileños hace 26 años. En la historia de las cofradías, eso es anteayer. El jesuita segoviano Daniel Cuesta, implicado en la pastoral con el mundo cofrade, explica que «las primeras hermandades y cofradías nacen en la Edad Media en la órbita de los franciscanos. Se dieron cuenta de que el pueblo necesitaba expresar la Pasión de forma más palpable que con los oficios, que no entendían. Su función era honrar la Pasión del Señor y ejercer la caridad. Cada una tenía a su cargo un hospital». En su momento, fueron muy novedosas por dos motivos: por estar llevadas totalmente por laicos y porque los cofrades tenían obligaciones «bastante elevadas para la época, como juntarse una vez al mes para hacer oración mental. Unos participaban más y otros menos… Como hoy».

«No somos un subproducto»

En la Hermandad de Jesús del Gran Poder, de Sevilla, de los 11.500 hermanos inscritos, los que participan activamente en casi todo y colaboran en la organización son unos 200, mientras que otros 3.500 acuden de forma más o menos regular a parte de las actividades. Es la estimación de Félix Ríos, su hermano mayor. El Gran Poder funciona prácticamente como una parroquia, pero siempre en perfecta coordinación con su parroquia territorial, San Lorenzo. Regenta su propio templo, uno de los que tienen un horario de apertura, Misas y confesiones más amplio de la ciudad; prepara a 120 jóvenes y 40 adultos para la Confirmación; y organiza actividades para niños y jóvenes y reuniones mensuales para adultos centradas en el testimonio y la formación teológica y litúrgica.

20 jóvenes de la Hermandad de Jesús del Gran Poder, de Sevilla, durante la JMJ de Cracovia. Foto: Hermandad de Jesús del Gran Poder

Culto y formación son dos de los pilares de la vida cofrade. El tercero es la caridad. Cada año, esta hermandad reparte 185.000 euros entre diversas instituciones y también a particulares que lo necesitan, como si de una Cáritas parroquial se tratara.

«En una sociedad tan complicada como la actual, las cofradías siguen siendo lugares donde la fe se transmite de forma natural. No somos un subproducto religioso», subraya Ríos. En Sevilla, son uno de los principales motores de la vida de fe juvenil, y eso se nota en que aproximadamente la mitad de los seminaristas proceden de estas realidades.

Al mismo tiempo, el hermano mayor es consciente de que un porcentaje importante de sus cofrades «no sabes cuándo vienen o no. Es el Señor el que llama. Nosotros procuramos ofrecer cosas para que, cuando llame, la gente encuentre las puertas abiertas».

Más popular que el fútbol

Otra aportación importante de las hermandades y cofradías es que, como entidades católicas, tienen una presencia aglutinadora en la sociedad que otras realidades de la Iglesia han perdido. Cuenca, por ejemplo, tiene 55.000 habitantes, y por sus calles pasan en estos días 25.000 nazarenos, tanto residentes en la ciudad como conquenses que viven fuera y vuelven para Semana Santa. Entre estos últimos está Pablo Muñoz, que pertenece a cuatro hermandades. «Aquí, la Semana Santa marca el calendario –cuenta–. ¡Hay momentos en que en los bares se habla más de las procesiones que del fútbol! Tengo amigos y familiares que solo veo estos días en torno a la hermandad. Desde pequeño he vivido la fe así, y me ha permitido seguir cerca de la Iglesia incluso en esas épocas en las que te cuesta más, a los 18 años o así. Ahora, con 33, le doy mucho más sentido a todo».

«Cuando la diócesis o las parroquias necesitan algo, van a pedírselo a las hermandades, que son quienes aglutinan a más gente», explica Jorge Sánchez Albendea, presidente de la Junta de Cofradías. La junta destina a la caridad el 2 % de su presupuesto, al margen de lo que luego hace cada cofradía a favor de Cáritas o Manos Unidas.

Durante todo el año, los cofrades son protagonistas también de la vida cultural, con exposiciones, conciertos, presentaciones de libros o la Ruta de los Belenes, que atrae a 17.000 personas. Eso sí, «siempre tenemos claro que somos una asociación pública de fieles –continúa–. Lo primero es potenciar y cuidar la fe», con iniciativas como una Escuela Nazarena para niños o charlas cuaresmales conjuntas en el Año de la Misericordia.

En los últimos años, la Iglesia se ha esforzado por llegar más a los cofrades. En Salamanca, a raíz de los preparativos para la JMJ de 2011, Cuesta estuvo implicado en varias iniciativas de pastoral juvenil con los cofrades, sobre todo para llegar a aquellos «cuya práctica de fe es escasa y no tienen vinculación con la parroquia. Es el grupo más numeroso en comparación con los cristianos comprometidos y los ateos y agnósticos –que los hay–, y el más importante». Se organizó una oración mensual que acabó siendo semanal, nació un grupo de profundización en la fe, catequesis durante los ensayos de los costaleros… «Nos sirvió para establecer relación con gente que buscaba algo más pero a la que el mundo parroquial no le acababa de convencer. En la Semana Santa, hay mucha experiencia de Dios… el reto es saber recogerla para que no se quede solo en ese momento».

José Calderero / María Martínez

Culto: A los triduos, quinarios y Misas habituales en las cofradías, la Hermandad de los Estudiantes (Madrid) añade retiros espirituales y una vela mensual al Santísimo. En la Misa antes de su estación de penitencia, «los confesionarios están a reventar –cuenta su hermano mayor–. Hay que hacerla en gracia. Al Jefe, chapuzas ni una»

Formación: En Sevilla, el hermano mayor de la Hermandad de Jesús del Gran Poder explica que esta funciona casi como una parroquia: prepara a 120 jóvenes y 40 adultos para la confirmación, organiza talleres para niños y ofrece charlas mensuales que alternan la formación en teología y liturgia con la presentación de testimonios

Caridad: «Cuando la diócesis o las parroquias de Cuenca necesitan algo, van a pedírselo a las hermandades, que son quienes aglutinan a más gente». Todas las cofradías recaudan fondos para Cáritas o Manos Unidas, y además la Junta de Hermandades –añade su presidente– destina el 2 % de su presupuesto a proyectos solidarios