Nadie. La diversidad visible sin etiquetas - Alfa y Omega

Efectivamente, lo ideal sería hablar de un teatro sin etiquetas, sin barreras. Lo justo sería presentar la obra Nadie de la compañía de Teatro Paladio (Segovia) y hablar de ella como un regalo para la vista y los oídos, pero sobre todo para el corazón. Pero es inevitable que antes entendamos qué es esto del II Festival Visibles.

Por segunda vez consecutiva, la sala de teatro Tarambana acoge el II Festival Visibles, una oportunidad para mostrar al público nuevas realidades escénicas con el denominador común de ser espectáculos y actividades que realizan personas con diversidad, capacidades diversas o discapacidad. Se trata de una defensa por el arte inclusivo, dirigida a todos los públicos y con una vida muy corta, casi efímera, pues este 9 de abril se pone fin al festival con tres montajes: Aquí no paga nadie del grupo TALÍA y la Compañía El Montacargas; con el concierto Tambores AFANIAS, por el grupo de percusión que lleva el mismo nombre, y con El gato manchado y la gaviota sin nombre, de la Escuela Municipal de Úbeda Ricardo Iniesta, venidos nada más y nada menos que desde Jaén.

La Asociación Paladio Arte trabaja por la integración social y laboral de personas en exclusión social, principalmente con personas con diversidad física, psíquica y sensorial a través de un medio tan eficaz como el teatro. Porque de entre todas las artes, el teatro es un instrumento más que fabuloso para sacar fuera los demonios y ángeles que todos sin excepción llevamos dentro.

La historia de Nadie, de Manu Medina, habla de eso. De la necesidad de un hombre, Nadie (José Antonio Martín), que quiere volar, escapar, conocer otros mundos sin barreras; para ello recurre a pasajes oníricos, casi sueños, donde sus personajes cumplen o no -según se mire- sus anhelos.

Nadie apenas puede hablar, tiene problemas para relacionarse y por eso se aísla. Se suele atrincherar debajo de una mesa desde donde contempla a los personajes de sus sueños que a veces se le rebelan. Porque la obra habla de eso. De la necesidad de soñar despierto o de vivir soñando. De la búsqueda más allá de los muros de incomprensión y de la huida. A Nadie la vida no se lo ha puesto nada fácil pero sabe escoger el camino correcto: los sueños y la poesía serán la base de construir su presente. Sabe que si ríe, habrá quien no se ría con él; habrá quien si canta, mirará para otro lado; habrá quien no entienda por qué se enamora de tantas a la vez o por qué detesta el llanto en mitad de la noche. A Nadie todo eso ahora le da igual, ha decidido que debe salir de debajo de la mesa y hacerse visible en el mundo, primero empezará por hacerse visible para él mismo y después silenciará a todas las máscaras que le rodean.

«¡No soy subnormal!». Grita uno de los personajes de sus sueños, grita el propio Nadie. «No soy un niño pero tampoco soy mayor», «El pobrecito, qué tonto es…». Son solo algunas de las perlas que retumban en la sala. Caen como golpes en el escenario y a uno le persiguen hasta la cama. ¿Quién es aquí el normal? Por qué hablar de lo que vemos sin los ojos de corazón…

Neruda, León Felipe, el otoño, la polea, la escalera para ascender al cielo o pernoctar en los infiernos de las rocas, las cadenas para apresarnos… Nadie consigue plantar a golpe de verso este mundo que le grita eso de «nunca va a ser nadie».

Un silencio rebautiza la escena. Se escabulle por entre los asientos la emoción, que no la compasión, que no la pena ni el desconsuelo. Juan Antonio Martín, Carlos Concepción, Gema Pérez, José David San Antolín, Mercedes Menéndez, Rubén Pascual y José Martín se entregan a Manu Medina para esta ópera prima que retuerce las entrañas y abruma por esa fuerza de la verdad que contiene.

Solo por eso, GRACIAS.

Nadie

★★★★☆

Teatro:

Sala Tarambana

Dirección:

Calle Dolores Armengot, 31

Metro:

Oporto

Hasta el 9 de abril