Fraternidad madrileña frente a la amenaza de cisma - Alfa y Omega

Fraternidad madrileña frente a la amenaza de cisma

Todos los capellanes siro-malabares de Europa se han reunido en Madrid para reflexionar sobre los retos a los que se enfrenta esta Iglesia de rito oriental

José Calderero de Aldecoa
Un grupo de fieles de rito siro-malabar asiste a una celebración en la madrileña colegiata de San Isidro
Un grupo de fieles de rito siro-malabar asiste a una celebración en la madrileña colegiata de San Isidro. Foto cedida por Jomy Thottiyan.

Los fieles del rito siro-malabar no están acostumbrados a copar las portadas de la prensa sociorreligiosa, pero en el último año no dejan de aparecer en ellas. Uno de los motivos ha sido la amenaza de cisma, que todavía hoy planea sobre la diócesis de Ernakulam-Angamaly, situada al sur de la India, al negarse una parte de la comunidad a celebrar la Eucaristía siguiendo la reforma del rito elaborada en 1999 y cuya implementación impuso su Sínodo en 2021. El Papa llegó incluso a grabar un vídeo en el que les pedía: «No obliguen a la autoridad competente a tomar nota de que han abandonado la Iglesia». A pesar de las advertencias, un grupo de sacerdotes se sigue negando a aceptar la reforma, lo que ha llevado al arzobispo mayor de esta Iglesia y al visitador apostólico de la diócesis rebelde a dar un ultimátum: «Los sacerdotes que desobedezcan [N. de la R.: y no celebren la Misa tal y como ha establecido el Sínodo] serán considerados fuera de la comunión con la Iglesia católica» a partir del 3 de julio.

El padre Jomy puede celebrar en ambos ritos, el latino y el siro-malabar
El padre Jomy puede celebrar en ambos ritos, el latino y el siro-malabar. Foto cedida por Jomy Thottiyan.

Para Andrés Martínez, vicario del Ordinariato para los fieles católicos de rito oriental en España, es importante tener en cuenta que, «aunque se trata de una diócesis importante, y de un asunto delicado, no deja de ser una de un conjunto de 22 que conforman a la Iglesia siro-malabar». De esta forma, el vicario cree que el tema ha tenido más seguimiento en Occidente para poder ser utilizado «como excusa para tener argumentos contra el Papa». Según Martínez, se ha querido presentar a la diócesis de Ernakulam-Angamaly como garante de una tradición en contra de cambios que quiere poner Francisco. «Pero, en realidad, los cambios se aprobaron en la propia Iglesia siro-malabar en época de Juan Pablo II».

En este contexto, cualquier gesto de unidad y fraternidad cobra especial importancia. Precisamente, uno de ellos ha tenido lugar en los últimos días durante el encuentro de capellanes de rito siro-malabar de Europa, que se han reunido hasta este jueves en Madrid. «El Ordinariato nos han acogido totalmente», reconoce Jomy Thottiyan, capellán de los fieles de rito siro-malabar en Madrid. La entidad, presidida por el arzobispo de Madrid, no solo ha dado soporte material a la reunión, sino también espiritual. El propio cardenal Cobo ha querido estar presente en la cita. «Y hay que destacar el trabajo de Andrés, que siempre está pendiente de nosotros. Le sentimos como una gran madre que cuida de sus hijos», subraya el capellán. Como ejemplo, el padre Jomy cita una retahíla de dificultades burocráticas a las que se enfrentan los curas siro-malabares por el hecho de no contar con una diócesis propia en España. «El vicario nos ayuda con cada una de las gestiones».

Caridad sin límites

La reunión de los capellanes comenzó el pasado lunes. Acudieron 32 presbíteros en total. En el encuentro los curas reflexionaron, entre otras cosas, sobre «la implantación del rito siro-malabar en Europa»; sobre «el testimonio y la atención a los migrantes» o sobre «cómo afrontar el reto de mantener la tradición siro-malabar en un contexto cultural totalmente distinto al nuestro», detalla el padre George Jacob, coordinador nacional de la Iglesia siro-malabar católica en España. «Nosotros provenimos, mayoritariamente, del sur de la India, donde tenemos un estilo de vida muy concreto. Aquí la gente es diferente y el proceso de adaptación no es corto», explica el también capellán del Hospital San Rafael.

Uno de los principales problemas al que se enfrentan es el idiomático. «La lengua es muy compleja y, al mismo tiempo, una de las necesidades más básicas» para la inculturación, afirma el capellán madrileño. En su caso, a pesar de llevar cinco años en el país, todavía no se siente del todo cómodo con el castellano, aunque es capaz de celebrar Misa a diario en el idioma de san Isidro. De hecho, el padre Jomy forma parte del grupo sacerdotal que atiende la colegiata en la que se encuentra el cuerpo incorrupto del patrono de la archidiócesis. Diariamente celebra en rito latino en el templo. Los domingos a las 17:00 horas, la misma iglesia acoge una celebración en rito siro-malabar al que acuden numerosos fieles. «Luego tenemos un encuentro fraterno y formativo en una de las salas que nos dejan desde la colegiata», agradece el sacerdote, que tiene un permiso específico para celebrar en ambos ritos.

Una de las 24 Iglesias orientales

La Iglesia siro-malabar cuenta con cuatro millones y medio de fieles en la India. Se trata de una de las 24 Iglesias católicas de rito oriental que existen junto a la de rito latino, con la peculiaridad en su caso de que, a diferencia de la mayoría, no ordena a hombres casados. De las cinco archieparquías metropolitanas siro-malabares, la de Ernakulam-Angamaly es la principal en número de sacerdotes y la que preside el obispo encargado de toda la Iglesia siro-malabar. El conflicto, entre otras cosas, tiene que ver con la posición del sacerdote al celebrar la Misa. La reforma del rito establece que se haga de espaldas a los fieles, mientras que desde Ernakulam-Angamaly sostienen que debe celebrarse toda la Eucaristía de cara a los fieles.

Otro de los problemas a los que se ve abocada la comunidad es de ámbito económico. «La gente que llega suele tener recursos escasos», lamenta el presbítero. La Iglesia siro-malabar, consciente de la precaridad, colabora para paliar las necesidades de unos y otros. «Atendemos incluso a hindús, porque creemos en una caridad que no discrimina por la fe», concluye Thottiyan.