El Papa insta a la Iglesia a asumir «la vergüenza» de los abusos - Alfa y Omega

El Papa insta a la Iglesia a asumir «la vergüenza» de los abusos

También ha mostrado su dolor por los numerosos casos de «adopciones forzadas», en ocasiones con complicidad eclesial, ocurridos tras la Segunda Guerra Mundial

Victoria Isabel Cardiel C.
El Papa es recibido por los reyes belgas en el castillo de Laeken. Foto: AFP

El Papa ha encarado en Bélgica la lacra de los abusos sexuales a menores por parte del clero, que «humilla» y supone «una vergüenza» para la Iglesia. En su primer discurso en el país, ha exigido que se resuelva este «delito» tras lamentar que sigue existiendo en las estructuras eclesiásticas.

«Hoy en la Iglesia misma existe este delito y la Iglesia debe avergonzarse y pedir perdón y tratar de resolver esta situación con humildad cristiana y hacer todo para que no vuelva a suceder. Un abuso es suficiente para avergonzarse, la Iglesia debe pedir perdón por ello. Esta es nuestra vergüenza y nuestra humillación», ha asegurado el Pontífice al tomar la palabra en el castillo de Laeken, residencia de la familia real belga, en su primer día de agenda oficial.

Un guardia de honor a caballo había escoltado al Papa hasta el palacio belga de Laeken, donde vive la familia real. En su primer acto público en Bélgica, Francisco se ha reunido con los miembros de la realeza belga; entre ellos, el rey Felipe Leopoldo Lodewijk María y la reina Matilde d’Udekem d’Acoz, que vestía de blanco. La monarca belga es una de las siete mujeres del mundo a las que se permite vestir con este color en un encuentro con el Papa.

Para el Santo Padre, los abusos a menores son «una lacra que la Iglesia está afrontando con decisión y firmeza, escuchando y acompañando a los heridos y poniendo en marcha un programa capilar de prevención en todo el mundo». También el primer ministro belga en funciones, Alexander de Croo, se ha referido a este drama. En su discurso ante el Papa ha señalado que «hay que dar pasos concretos» y ha instado a la Iglesia a «escuchar a las víctimas» además de a reconocer «las atrocidades» y a hacer justicia.

En el corazón de Europa, el Papa se ha topado de frente con esta herida abierta que ha dañado la credibilidad de las estructuras eclesiásticas. En 2019, un informe solicitado por los obispos belgas identificó 1.054 abusos cometidos por eclesiásticos, de los que un 73 % fueron contra menores. Sin embargo en este país, altamente secularizado de más de 11,5 millones de habitantes, el 50 % de los belgas se identifican como católicos, de los cuales el 8,9 % va a Misa al menos una vez al mes, según el último informe anual de la Iglesia en Bélgica.

Dirigiéndose a las autoridades y al cuerpo diplomático, Francisco también se ha referido al caso de los cerca de 30.000 bebés que fueron arrebatados a sus verdaderas familias para ser adoptados, con la complicidad en muchas ocasiones de la Iglesia católica, entre 1945 y 1980: un escándalo que salió a la luz en 2015.

En este sentido se ha mostrado «entristecido» por el fenómeno de las adopciones forzada. En aquellas «espinosas historias, se mezclaba el fruto amargo del crimen y del delito con lo que, por desgracia, era el resultado de una mentalidad extendida en todos los estratos de la sociedad, hasta el punto de que quienes actuaban de acuerdo con ella creían en conciencia que hacían el bien, tanto del niño como de la madre». A menudo «la familia y otros actores sociales, incluida la Iglesia, pensaban que para eliminar el estigma negativo, que por desgracia en aquella época afectaba a la madre soltera, era preferible por el bien de ambos, madre e hijo, que este fuera adoptado. Incluso hubo casos en los que a algunas mujeres no se les dio la opción de quedarse con el niño o darlo en adopción».

Del mismo modo ha denunciado, saliéndose del discurso que tenía preparado, que esto ocurre también ahora «en algunas culturas» y «en algunos países».

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