El Papa defiende la humildad «como fuente de paz para el mundo y la Iglesia» - Alfa y Omega

El Papa defiende la humildad «como fuente de paz para el mundo y la Iglesia»

Francisco aborda en su catequesis semanal «los delirios de omnipotencia» del mundo y pide recuperar la virtud de la «pequeñez» para «preservarnos de la arrogancia»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Francisco durante la audiencia general
Francisco durante la audiencia general. Foto: Reuters / Guglielmo Mangiapane.

El Papa Francisco ha concluido este miércoles su ciclo de catequesis sobre los vicios y virtudes dedicando sus palabras durante la audiencia general a la humildad. A pesar de no formar parte de las virtudes cardinales y teologales, «sin embargo está en la raíz de la vida cristiana», ha dicho. Se trata de «la gran antagonista del más mortal de los vicios, es decir, la soberbia», ha añadido.

Por eso, «mientras el orgullo y la soberbia hinchan el corazón humano», la humildad devuelve todo «a su justa dimensión», la de que «somos criaturas maravillosas pero limitadas, con virtudes y defectos», ha indicado el Papa. En este sentido, «la Biblia nos recuerda desde el principio que somos polvo y al polvo volveremos». Pero a pesar de eso «a menudo surgen en el corazón humano delirios de omnipotencia», de ahí que Francisco haya calificado como «bienaventuradas» a las personas que guardan en su corazón «la percepción de su propia pequeñez», porque así «se preservan de la arrogancia».

De hecho, la base de las bienaventuranzas es la «pureza de corazón» que surge de «ese sentimiento interior de pequeñez» que constituye «la puerta de entrada a todas las virtudes», según el Papa. «La humildad y la pobreza de espíritu parecen ser la fuente de todo», ha insistido, para fijarse después en la humildad de María al recibir la visita del ángel en Nazaret, «allí desde donde renació el mundo». Ella «no es una pequeña reina criada entre algodones, sino una muchacha desconocida», por cuya «pequeñez» se sintió Dios «atraído». Por eso, a partir de ese momento «María tuvo cuidado de no pisar el escenario», pues «de este ocultamiento, la Virgen nunca pareció querer salir».

«Ni siquiera la verdad más sagrada de su vida, la de ser la Madre de Dios, se convirtió en motivo de jactancia ante los seres humanos», ha abundado el Santo Padre. En un mundo que busca aparentar y mostrarse superior a los demás, «María caminó con decisión en dirección contraria», y aunque también conoció momentos difíciles, «eso nunca hizo vacilar su humildad», ya que «esa pequeñez suya es su fuerza invencible».

«La humildad lo es todo», ha dicho también Francisco, porque «es lo que nos salva del maligno y del peligro de convertirnos en sus cómplices», además de ser «fuente de paz en el mundo y en la Iglesia». En esta línea, «no nos olvidemos la martirizada Ucrania, que está sufriendo tanto —ha concluido—, y no nos olvidemos de Palestina e Israel, que se detenga ya esta guerra. Y no nos olvidemos de tantos países en guerra. Hermanos y hermanas, es necesario orar por la paz».