La odisea de un joven para adoptar a su sobrina huérfana por violencia de género emociona al Congreso
«No pido compasión, solo que nos pongan las cosas más fáciles»
Hay 500 niños menores que se han quedado huérfanos desde el año 2004 por violencia machista. Ocho en lo que va de año. Esta es la «realidad oculta» que ha mostrado la Fundación Mujeres y el Fondo de Becas Fiscal Soledad Cazorla en un estudio que muestra a las «otras» víctimas del maltrato en España. El documento se presentó en el Congreso de los Diputados el pasado lunes, minutos antes de que los parlamentarios tuvieran la oportunidad de conocer, en directo, el testimonio de alguien que creció sin hermana, sin madre y sin sobrina.
Un joven que no llega a la treintena y de nombre David subió al estrado a contar lo que un día le arrebató su falso cuñado. Mató a su hermana, no pagó la indemnización que le correspondía, segó las ilusiones de sus progenitores de darle a su sobrina la vida que merece y le asesinó a él toda opción de poder adoptar a su sobrina, de 6 años ahora, de 2 en el momento de autos, cuando su propio padre decidió apoderarse con un arma del destino de su madre y del de la pequeña, su hija. Por eso, la conclusión de David fue demoledora ante aquellos diputados que tienen que pactar que la violencia de género sea un asunto de Estado: «Un maltratador no puede ser un buen padre». «Tampoco, añadió, es un buen pagador, porque las indemnizaciones no las pagan, al declararse insolventes».
Aguijón a las conciencias
Pero el relato de David actuó como un aguijón a las conciencias de los presentes. Sin sentimentalismos, contó cómo el asesino de su hermana se llevó durante meses a la niña, la asiló de la familiar materna y vivió de la pensión de viudedad de su propia asesinada. Fue condenado a 20 años de prisión. Entonces, David y su esposa se hicieron cargo de la menor, pero tuvieron que sortear los obstáculos que impone una letanía burocrática para adoptarla.
David comentó trabas reales como las escasas ayudas a los huérfanos, la imposibilidad de incluir a su hija en su declaración de la renta y que, al adoptarla, se quedó sin pensión de orfandad, 190 euros mensuales. «Ella nunca dejará de ser huérfana. No pedimos compasión, ni caridad. Solo que no sea imposible. Les pido por favor que nos pongan las cosas un poco más fáciles».
Las pegas están, para el expresidente del Gobierno Felipe González, encargado de clausurar la jornada, en textos como la actual Ley del Menor, que pidió variar para incluir especificidades para los huérfanos por violencia de género. La reforma debería mejorar las pensiones de estos menores, sus becas o el tratamiento fiscal de las familias que los acogen, demandó González.
Érika Montañés / ABC