El cristianismo sigue siendo la religión más perseguida del mundo
La libertad religiosa se ha convertido en el derecho «huérfano» de todos los fundamentales. Ayuda a la Iglesia Necesitada denuncia, en su informe 2016, su vulneración flagrante en el 20 % del planeta, con un protagonista: el genocidio que el Daesh está cometiendo en Siria e Irak, fundamentalmente, contra los cristianos
La libertad religiosa sigue teniendo un panorama sombrío en el contexto actual, hasta el punto de que este derecho pueda ser considerado como «huérfano», tal y como ha manifestado un grupo de trabajo que sobre esta cuestión tiene Parlamento británico. Lo cierto es que las vulneraciones no han remitido y una de cada tres habitantes del planeta viven en un país donde no se respeta. A las cometidas en África, Asia, Oriente Medio e incluso Europa con carácter general, en los dos últimos años —periodo que separa los informes que sobre libertad religiosa publica Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN)— ha aparecido un nuevo actor, el Daesh, que ha aumentado la frecuencia e intensidad de las atrocidades cometidas contra aquellos que no se pliegan a su islamismo radical; fundamentalmente en Siria e Irak contra cristianos, aunque también contra yazidíes, bahaíes, judíos y musulmanes ahmadíes. La irrupción de este grupo en Oriente Medio confirma, tal y como señala el informe 2016, que aquella sociedad, otrora multirreligiosa, se está convirtiendo en monorreligiosa.
Este estudio, único a nivel internacional realizado por una entidad católica, aporta, para hablar del Daesh, el concepto de hiperextremismo islamista, que define como «un proceso de máxima radicalización con una violencia sin precedentes y cuyo objetivo no es más que la total eliminación de las comunidades religiosas de su patria ancestral mediante un proceso de éxodo masivo inducido». Un genocidio que vienen denunciando organizaciones cristianas y que encontró eco en el Parlamento Europeo, el Congreso de los Estados Unidos, la Cámara de los Comunes británica y el Parlamento de Austria. Irak es un ejemplo de ello, donde la población cristiana ha disminuido un 80 %. Allí, como en Siria, Pakistán, China, Nigeria, Sudán del Sur, Kenia, Mauritania, Arabia Saudí y otros 29 países (el 20 % de los 196 analizados por AIN) la diferencia entre la vida y la muerte se juega en la libertad religiosa.
El padre Jacques Murad es testigo de ello en Siria. Secuestrado por el Daesh durante tres meses, dedica su vida a la supervivencia del cristianismo y a la construcción de confianza y entendimiento entre cristianos y musulmanes: «Durante 83 días, mi vida pendió de un hilo. Todas las mañanas me levantaba con el temor de que ese día fuese el último. Lo más fácil para mí habría sido caer en la ira y el odio ante lo que me estaba ocurriendo. Pero Dios me mostró otro camino. A lo largo de mi vida en Siria he buscado puntos de encuentro con los musulmanes y medios para que aprendamos los unos de los otros».
Este hiperextremismo que asola Oriente Medio no sólo afecta a la región, sino que su onda expansiva tiene efectos otros lugares. Están, en primer lugar, aquellos que quieren sumarse a la espiral de violencia del Daesh como puede ser Boko Haram en Nigeria y luego —es el caso de Asia Central—, los regímenes autoritarios que lo utilizan como pretexto para imponer medidas fuertes sobre minorías. En Occidente, las consecuencias tienen que ver con al desetabilización del tejido social y religioso. «Un claro efecto dominó ha llevado al surgimiento de grupos de derechas y populistas, a restricciones a la libertad de movimientos, a discriminación y violencia contra los miembros de los credos minoritarios y al deterioro de la convivencia hasta en los colegios públicos», apunta el informe de AIN. A estos habría que añadir los grupos.
La mayor parte de los ataques graves a la libertad religiosa llegan desde el islamismo radical, en 24 países de 38, y afectan a 1.400 millones de personas. El siguiente grupo está formado por nacionalistas y otras organizaciones fundamentalistas, en ocho países; y, finalmente, los regímenes autoritarios (seis países).
Al otro lado están las víctimas, entre las que destacan los cristianos como gran mayoría. 334 millones viven en países donde existe persecución, lo que hace que uno de cada seis cristianos en el mundo viva en este contexto. A estos habría que sumar otros 60 millones que viven en países con discriminación.
La situación en España
El análisis que Ayuda a la Iglesia Necesitada hace de nuestro país en materia de libertad religiosa deja luces y sombras, si bien es cierto que nada comparable con lo que sucede en otros países del mundo. Entre las luces de este periodo, destaca que la ley se está aplicando con normalidad y, fruto de ello, son las resoluciones sobre la profanación de la capilla de la Universidad Complutense o el ataque a la Basílica del Pilar.
De las sombras cabe destacar los ataques a templos, el cierre de alguna capilla universitaria como el de la Complutense, el acoso al clero y jerarquía, la reducción de la clase de Religión, exposiciones blasfemas o programas electorales con un discurso agresivo hacia la Iglesia. «Existe un panorama de cierta intolerancia, muy focalizada en los ámbitos de lo que se da en llamar “la izquierda”, que recupera una vieja seña de identidad como la del anticlericalismo, disfrazado de laicismo, separación Iglesia-Estado», analiza el informe, que ve con preocupación el auge de movimientos como Podemos, las Mareas gallegas, Compromís o Bildu…, cuya llegada al poder «pueda empeorar la libertad religiosa en tiempos venideros».