Peter Seewald: Quien quiera intrigar contra Francisco con Benedicto «muerde granito» - Alfa y Omega

Peter Seewald: Quien quiera intrigar contra Francisco con Benedicto «muerde granito»

Uno de los motivos de que Benedicto XVI accediera a que se publicasen en vida suya las entrevistas al periodista Peter Seewald es que «quizá tenía miedo de que sin unas últimas palabras de él sobre su renuncia quedara una sombra que oscureciera su trabajo» de anunciar a Cristo

María Martínez López
El periodista Peter Seewald junto al Papa Benedicto XVI en 2010
El periodista Peter Seewald junto al Papa Benedicto XVI en 2010. Foto: AFP / Osservatore Romano.

Benedicto XVI contestó a las preguntas de sus últimas entrevistas con «una inocencia y una apertura sin precedentes». Lo cuenta al suplemento de religión del diario alemán Die Zeit Peter Seewald, autor de Últimas conversaciones. Este libro-entrevista con el Papa emérito se publica este viernes en muchos países, aunque en España no llegará hasta octubre de la mano del grupo de comunicación Loyola.

La revelación que ha causado más revuelo de la entrevista de Seewald es que, cuando era estudiante, Joseph Ratzinger «se enamoró… de forma muy seria» y «tuvo mucha lucha por ello». Este tema —aclara— no está incluido en el libro. Se lo contó un compañero del joven Ratzinger. El futuro Papa «era un joven apuesto, un esteta que escribía poesía y leía a Herman Hesse. Impresionaba bastante a las mujeres, y viceversa. La decisión de optar por el celibato no fue fácil para él».

«Este libro no debería existir»

Seewald es buen conocedor de Benedicto XVI, al que ya entrevistó en los libros Dios y el mundo y Luz del mundo. En el diálogo con Christ und Welt —suplemento de Die Zeit—, confiesa que «este libro no debería existir. Mi entrevistado no estaba a favor». Seewald pidió las entrevistas para su biografía, y Benedicto XVI accedió, pero no quería que se publicaran en vida.

«Al transcribir las grabaciones me quedó claro que esto era más que comentarios o añadidos a su currículum, era un documento histórico. Aquí estaba una vez más Ratzinger para escucharle sin la distorsión de los medios, especialmente sobre la renuncia». Por ello, era necesario publicarlas.

«Intenté convencerle de ello», argumentando que «en tres años se ha deslizado una lectura que me enfada: Joseph Ratzinger fue una elección equivocada como Papa, y lo mejor del pontificado fue su renuncia. Se trataba de mantener el acceso directo al mensaje y la inspiración de Benedicto. Desde mi punto de vista era de vital importancia para el futuro de la fe, la Iglesia y la sociedad». El Papa emérito aceptó. «Quizá realmente ha tenido miedo de que sin unas últimas palabras de él sobre su renuncia quedara una sombra que oscureciera su trabajo», que para él es importante no por ser obra de Joseph Ratzinger, sino como «proclamación de Cristo».

«Me fui porque no estaba bajo presión»

Pero puso una condición: que «el Papa Francisco diera su permiso». La relación con su sucesor y la renuncia son, por tanto, uno de los ejes centrales de Últimas conversaciones. Seewald explica que dentro de su total lealtad a Francisco, con quien mantiene un contacto continuo, Benedicto XVI no oculta sus diferencias de temperamento, y reconoce sus propias debilidades. Por ejemplo, que las cuestiones organizativas no son su fuerte. Por tanto, quienes quieran utilizar a Benedicto para intrigar contra Francisco, «muerden granito».

«La afirmación central de Benedicto —explica Seewald— es: me pude ir porque no estaba bajo presión. Estaba debilitado, física y mentalmente, lo describe vívidamente, pero no se sentía bajo presión política. Porque bajo esa presión, dice, uno no debe ser débil».

«Vive en oración y para la oración»

El periodista alemán cuenta la tranquila rutina diaria de Benedicto XVI, y cómo durante las entrevistas no quería beber ni siquiera agua. Su único «placer mundano» es ver las noticias de la tarde en la televisión y las películas de Don Camilo y Peppone. «Mi impresión es que ahora realmente vive en oración y para la oración».

Seewald recuerda que cuando le preguntó al Papa emérito si llegaría a celebrar su 90 cumpleaños, en abril próximo, contestó: «Esperemos que no». «Puedes ver —añade— que ha vivido su vida. No quiero decir que esté cansado de la vida, pero ya lo ha dado todo. Y sentía el anhelo de entrar ahora en esa nueva esfera, que con tanta frecuencia había anticipado en su pensamiento, de estar más cerca de su Jesús».

Benedicto XVI —cuenta su entrevistador— «no pensaba vivir mucho después de su renuncia. Pero tiene la habilidad de recuperarse. Un día piensas que es la última visita, y la próxima vez te das cuenta de que ha cogido nuevas fuerzas».

Crítica a la Iglesia alemana

Este jueves, varios medios se hacen eco de algunos fragmentos del libro de Seewald. El también alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung recoge, por ejemplo, las críticas del Papa emérito contra la Iglesia alemana, similares a las que esbozó en su viaje de 2011 a su país natal. En él, hay demasiada «burocracia espiritual» y demasiada poca «dinámica de fe», debido al gran número de asalariados de la Iglesia. «Tenemos este catolicismo establecido y bien pagado, con frecuencia con católicos empleados que entonces entran, en su relación con la Iglesia, en una mentalidad comercial».

«Hay que prepararse para la muerte»

También el periódico italiano Il Corriere della Sera recoge varios párrafos. En uno de ellos, afirma que «no me ha afectado lo más mínimo» que «mi sucesor no quisiera ponerse la muceta. En vez de eso lo que me ha afectado es que ya antes de salir a la logia ha querido llamarme por teléfono, pero no me ha localizado porque justo en ese momento estábamos delante de la televisión». El Papa emérito también confiesa que, aunque conocía a Bergoglio, «no pensaba que estuviera en el restringido grupo de candidatos».

En estos fragmentos Ratzinger cuenta además cómo preparó el texto de su renuncia, su percepción de los últimos cambios en la Iglesia, compara sus habilidades con las de Francisco. Y concluye afirmando que «hace falta prepararse para la muerte. No en el sentido de cumplir ciertos actos, sino de vivir preparándose a superar el último examen frente a Dios».

Fragmentos de Últimas conversaciones publicados por Il Corriere della Sera

La renuncia

«He escrito yo la renuncia. El texto de la renuncia lo he escrito yo. No puedo decir con precisión cuándo, pero como máximo dos semanas antes. Lo he escrito en latín porque una cosa así de importante se hace en latín. El latín es además un idioma que conozco lo suficientemente bien como para poder escribir de forma decorosa. Habría podido escribirlo también en italiano, naturalmente, pero existía el peligro de cometer algún error».

«No se ha tratado de una retirada bajo la presión de los acontecimientos o de una huida por la incapacidad de hacerles frente. Nadie ha intentado chantajearme. No lo habría permitido. Si hubieran intentado hacerlo no me habría ido porque no hace falta irse cuando se está bajo presión. Tampoco es verdad que estaba decepcionado o cosas similares. Más bien, gracias a Dios, estaba en el estado de ánimo pacífico de quien ha superado la dificultad. El estado de ánimo en el cual se puede pasar tranquilamente el timón a quien viene después».

El Papa Francisco

«Mi sucesor no se ha querido poner la muceta roja. Eso no me ha afectado lo más mínimo. En vez de eso lo que me ha afectado es que ya antes de salir a la logia ha querido llamarme por teléfono, pero no me ha localizado porque justo en ese momento estábamos delante de la televisión. La forma en la que ha rezado por mí, el momento de recogimiento, después la cordialidad con la que ha saludado a la gente así como su chispa es algo que, por así decirlo, llamó inmediatamente la atención. Nadie lo esperaba. Yo lo conocía, naturalmente, pero no he pensado en él. En este sentido ha sido una gran sorpresa. No he pensado que estuviera en el restringido grupo de candidatos. Cuando oí el nombre, al principio estaba inseguro. Pero cuando vi cómo hablaba por una parte con Dios, por otra con los hombres, me puse realmente contento. Y feliz».

«Cada uno tiene su propio carisma. Francisco es el hombre de la reforma práctica. Ha sido arzobispo mucho tiempo, conoce el oficio, ha sido superior de los jesuitas y también tiene ánimo para meter mano a las acciones de carácter organizativo. Yo sabía que esto no era mi fuerte».

«Mi punto débil es tal vez la poca resolución al gobernar y tomar decisiones. Aquí en realidad soy más profesor, uno que reflexiona y medita sobre las cuestiones espirituales. El gobierno práctico no es mi fuerte y esto es ciertamente una debilidad. Pero no me veo como un fracasado. Durante ocho años he hecho mi servicio. Han sido momentos difíciles, basta pensar, por ejemplo, en el escándalo de pedofilia y el caso Williamson o también en el escándalo Vatileaks; pero en general ha sido también un período en el cual muchas personas han encontrado un nuevo camino a la fe y ha habido también un gran movimiento positivo».

El lobby gay

«En el informe de la comisión de tres cardenales se señalaba que se podía identificar un pequeño grupo de cuatro, tal vez cinco personas» que constituían el denominado lobby gay. «Lo habíamos disuelto. ¿Se formaron otros? No lo sé. Sin embargo, el Vaticano no está lleno de casos similares».

Cambios de época

«La elección de un cardenal latinoamericano significa que la Iglesia está en movimiento, es dinámica, abierta, con perspectivas de nuevos desarrollos ante sí. Que no está congelada en los esquemas: siempre ocurre algo sorprendente, que posee una dinámica intrínseca capaz de renovarla constantemente. Lo que es bello y alentador es que incluso en nuestra época suceden cosas que nadie esperaba y muestran que la Iglesia está viva y llena de nuevas posibilidades».

«Es evidente que la Iglesia está abandonando cada vez más las viejas estructuras tradicionales de la vida europea y cambia de aspecto y que en ella vive nuevas formas. Está claro sobretodo que la descristianización de Europa progresa, que el elemento cristiano desaparece cada vez más del tejido de la sociedad. Como consecuencia de esto la Iglesia debe encontrar una nueva forma de presencia, debe cambiar su modo de presentarse. Están en curso reversiones epocales, pero no se sabe todavía a qué punto se podrá decir con exactitud que comienza una u otra».

Prepararse para la muerte

«Hace falta prepararse para la muerte. No en el sentido de cumplir ciertos actos, sino de vivir preparándose a superar el último examen frente a Dios. A abandonar este mundo y encontrarse delante de Él y de los santos, de los amigos y de los enemigos. A, digamos, aceptar la finitud de esta vida y ponerse en camino para llegar ante Dios. Busco hacerlo pensando siempre que el fin se avecina. Buscando prepararme a ese momento y sobre todo teniéndolo siempre presente. Lo importante no es imaginárselo, sino vivir en la conciencia de que toda la vida tiende a este encuentro».