Mateo Blanco: «Hacía años que no encontraba un sectarismo» como el de Extremadura sobre la clase de Religión
Además de secretario general de la provincia eclesiástica, Mateo Blanco es vicario general de Mérida-Badajoz. Persona vinculada a la docencia en todos los niveles, con dos doctorados, ha ejercido como profesor universitario durante muchos años. En esta entrevista nos cuenta los entresijos del recurso que las tres diócesis extremeñas han presentado al Tribunal Superior de Justicia de Extremadura contra el Decreto de Educación que reduce drásticamente las horas de la asignatura de Religión
¿Qué se pretende con el recurso que las diócesis de la provincia eclesiástica han presentado al Tribunal Superior de Justicia de Extremadura?
Lo que se pretende fundamentalmente es hacer recapacitar a la Junta sobre el currículo que ha aprobado y en el cual podemos decir de una forma sencilla que se maltrata a una asignatura, que es la asignatura de la Enseñanza Religiosa Escolar.
Es la oportunidad de dar nuestras razones, porque nos han ido cerrando materialmente todas las puertas y, además, nos las han cerrado con portazos. Nosotros, y yo el primero, no tenemos ningún resentimiento en contra de nadie, pero sí que brille la razón, que se razone. Nosotros esperábamos hasta el último momento que este Decreto no saliera adelante.
¿Por qué?
Entre otras cosas porque, al margen del tema de la enseñanza religiosa, es un Decreto que viene en un momento inapropiado. Ahora mismo, a escala nacional, se está hablando de un pacto de Estado sobre la Educación desde todos los partidos, hay corrientes incluso que opinan que el Estado debería recuperar las competencias en materia de Educación porque en este terreno nos jugamos el futuro de España. Entonces, resulta anacrónico, por decirlo de alguna forma suave, que en un momento que se está planteando todo esto resulta que una comunidad autónoma, que además, por desgracia para todos nosotros, no tiene el listón muy alto en lo que a la calidad de la enseñanza se refiere, dedique tiempo y energía a construir un currículo para llevarle la contra al currículo propuesto anteriormente y que, posiblemente, no se pondrá en práctica o al poco tiempo deje de aplicarse, porque está ya previsto que incluso la ley orgánica que ahora mismo regula la educación, la LOMCE, sea derogada.
¿Podemos decir que ha habido contactos con la Junta pero que por parte de la Administración no ha habido voluntad negociadora, lo que ha dejado como única salida acudir a los tribunales?
Desgraciadamente es así. La consejera, a la hora de presentar el currículo, uno de los hitos que ella considera de especial relevancia es que es un currículo fruto del consenso de prácticamente todos los colectivos que tienen que ver con el tema. Pues bien, resulta que una institución que tiene detrás el 80 % de los padres que pueden solicitar esta asignatura, afectada muy seriamente en el nuevo currículo, ¡el 80 %!, no recibe ni una llamada de teléfono, ni se nos manda antes para que lo conozcamos y demos nuestra opinión. Esto en cualquier colectivo educativo sería importante, pero en el nuestro es más porque es la única asignatura que está regulada por un tratado internacional: entre el Gobierno español y la Santa Sede.
En Extremadura los representantes de la Santa Sede son los obispos. No ha habido absolutamente ningún contacto, han pasado olímpicamente de la autoridad eclesiástica en un tema que afecta directamente a la autoridad eclesiástica, a la Iglesia católica.
Da la impresión de que cada uno quiere dejar su sello en materia de Educación.
Es cierto, dolorosamente cierto. Hay una cosa que a todos los que nos dedicamos a la enseñanza, o a un tanto por ciento muy grande, nos duele profundamente: todos los partidos quieren dejar la marca, el sello, de su paso por el Gobierno con una ley que afecte directamente a la Educación. Desde el año 1975 estamos con unos vaivenes de leyes que no hay nación que aguante. Tengo la personal seguridad que uno de los motivos que influye negativamente en la calidad de la enseñanza es el desconcierto y el marasmo de leyes. Los caprichos u ocurrencias de nuestros políticos en este ámbito lo paga, al fin y al cabo, la escuela, los docentes, el alumnado.
Además, esto se ha aprobado en junio. Habrá que elaborar unos materiales escolares y adaptar la Ley.
La pieza más importante de todo el sistema educativo, y la más difícil por cierto, es precisamente el currículo. Desde el punto de vista didáctico es la pieza clave que hay que estudiar en profundidad porque no es una pieza que se pueda llevar sin más al aula. Exige una posterior elaboración concienzuda, detenida, porque supone que ese currículo, que está pensado para toda Extremadura, hay que adecuarlo, hay que adaptarlo a las circunstancias concretas de los diversos centros educativos en lo que hay que subrayar una parte, suplir otra, etc. Lo que se llama técnicamente la contextualización. El currículo hay que contextualizarlo y de ese trabajo que, si se hace bien, es muy largo, muy laborioso y muy técnico, sale la programación de aula, lo que el profesor ya tiene en su mano.
Pero tampoco con la programación de aula finaliza el proceso; esa programación de aula se tiene que traducir en unos materiales de cara al proceso de enseñanza-aprendizaje, en unos instrumentos que ayuden a ese proceso, en unas unidades didácticas que diseñen en detalle las sesiones… todo eso supone estudio, recabar tipos de actividades, formas de enfocar los distintos temas, relación incluso con otros centros del entorno… es algo muy delicado y que, mal hecho, es un fracaso que nos hace ir marcha atrás.
Que la pieza clave se apruebe ya empezadas prácticamente las vacaciones de verano y que se pretenda implantar en el mes de septiembre, sencillamente me parece desde el punto de vista simplemente pedagógico, una aberración. Aunque yo estuviese de acuerdo con el tratamiento dado al nuevo currículo, es una aberración. Eso no se puede hacer nunca, en una institución seria no puede hacer eso nunca, ninguna empresa hace eso porque sabe que se juega mucho.
A pesar de ello las tres Diócesis no acudieron a los tribunales inmediatamente.
A pesar de todo nos hemos armado de paciencia y hemos solicitado un encuentro con la consejera. Fuimos a ese encuentro el actual obispo de Jaén, entonces (segunda quincena de mayo) todavía obispo de Plasencia y yo para pedir que nos dieran alguna explicación. Fue una entrevista educada, pero solamente eso. Hubo una rigidez en los planteamientos, poco diálogo porque se veía que la cosa estaba hecha, los argumentos estaban escritos y la consejera, a mi humilde entender, lo que hacía era repetir esos argumentos.
La consejera nos dijo que habían pedido que las asignaturas fundamentales debían ser enriquecidas con más contenido, con más dedicación y que para ello había que quitarle a otras. A mí no me parecía mal, pero de pronto a la asignatura de Religión se le quita la mitad, y no le quitan más porque ya no pueden.
Hay un planteamiento en la Consejería según el cual a la Religión se le da lo mínimo. Esa es la impresión y eso me parece gravísimo, gravísimo, gravísimo porque la consejera lo es de todos los extremeños, tiene que trabajar todas las áreas de conocimiento y a todas tiene que tratarlas con justicia y equidad. La consejera de todos no puede decir: «A vosotros os doy lo mínimo». ¿Y por qué?, ¿por qué a mí y no a al área de Educación Física que es la que ella imparte? No es que yo quiera que se reduzcan las horas a Educación Física, Dios me libre, les ha costado mucho conseguir la presencia importante que tienen ahora mismo. Pero en ese planteamiento se descubre una animadversión. Eso me duele, no como persona dedicada a la enseñanza solamente, me duele como extremeño porque no es de recibo que la consejera, porque es sectaria, trate de una forma injusta y sin razones a una asignatura, a un área de conocimiento que está reconocida en los acuerdos ente la Santa Sede y el Estado español y que tiene su apoyo legal fundamental en la Constitución, donde se dice que los padres tienen todo el derecho del mundo a educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones.
En el fondo, la consejera no se ha dado cuenta, y ahí es donde está el problema más gordo, de que es la consejera de todos los extremeños. Y hasta que esto lo asuma, no será una buena consejera. Como dirigente de un partido puede manifestar sus preferencias y prejuicios, como consejera de un gobierno de la comunidad nunca puede hacerlo.
¿Cuánto tiempo duró la reunión?
Como una hora y media. Fue en la Consejería por solicitud nuestra. A lo mejor tenemos incluso que agradecer esa entrevista.
Todo el mundo sabía que don Amadeo dejaba de ser obispo de Plasencia. En un momento un poco tenso de la conversación, donde no se daban argumentos, solamente «esto es lo que hay y ya está», no he visto dogmatismo más absurdo en algo que es tan dúctil y tan opinable por lo difícil como el tema educativo. Bueno, en un momento determinado, digo, salió la referencia al trato siempre leal, transparente, que se había mantenido con los diversos presidentes y equipos de gobierno por parte de los obispos, por parte de la Iglesia en definitiva. Salió a colación don Guillermo, el Presidente, un hombre cercano, con el que se puede hablar, que incluso se declara creyente, con el que don Amadeo ha tenido siempre una relación estrecha, educada, cariñosa, creo que es un hombre que quiere ser coherente. Salió en la conversación que don Amadeo iba a reunirse con el presidente. Enseguida la consejera intuyó, o quiso intuir, que ese encuentro con el presidente tenía como motivo precisamente el tema que nos llevaba a la reunión. En ese momento don Amadeo dio un corte y le dijo: «Mire consejera, yo no voy a hablar con el presidente sobre este tema, posiblemente en la conversación salga y hable con él. Yo voy a ver al presidente porque me quiero despedir de mi presidente, porque soy obispo de una diócesis extremeña y él es mi presidente». Yo creo que con estas palabras quedaba clara la lección que se le quería dar a la consejera: ella no estaba actuando como «mi consejera», sino como la consejera de una parte del Gobierno o de los que están cercanos a ella o de los que piensan como ella. Un representante público es representante de todos.
Usted lleva muchos años en la enseñanza universitaria, tiene dos doctorados, ha trabajado en muchos planes educativos… ¿Este ambiente se ha respirado siempre o es una piedra en el camino?
Este ambiente se respiró, y era lógico, en los primeros pasos de la democracia. Recuerdo que en el año 1982, cuando el Partido Socialista ganó las elecciones, vivimos momentos difíciles con algunos personajes un poco siniestros que venían como si de allí para atrás no se hubiese hecho nada y venían a imponer con una retranca, como se dice en nuestra tierra, una retranca de anticlericalismo. En aquellos momentos tuve que pasar horas esperando que un inspector me recibiera, ¡horas! Un inspector, que no voy a decir su nombre, pero no sabía absolutamente nada de lo que llevaba entre manos. Políticamente estaba bien considerado y lo habían puesto de inspector. No sabía nada de nada, ni lo que era una programación, un nombramiento… de tal manera que lo pasé mal. Pero después todo ha sido mucho más fácil, entre otras cosas porque no hay buenos y malos por pertenecer a un partido. Nos encontramos con gente estupenda, dialogante, tanto en un partido como en otro. A mí me ha tocado lidiar con personas y personajes tanto de UCD, como del PSOE o del PP, no solamente en el ámbito de lo oficial sino también en el ámbito de lo profesional. He tenido compañeros en mi departamento y en otros departamentos de la facultad confesos absolutos de la más izquierda de todas las izquierdas y confesos absolutos de la más derecha de todas las derechas. Ni una cosa ni otra determinaba la grandeza del hombre, eso lo determina su honradez, su espíritu de trabajo, su veracidad, su lealtad y eso no lo da ninguna sigla de un partido.
Usted ha sido interlocutor en muchas negociaciones incluso a nivel nacional, ¿no es así?
El radicalismo y el sectarismo que yo he encontrado en esta conversación hacía muchos años que no lo encontraba y, como te digo he tenido conversaciones a escala nacional, con Elisa Pérez Vera, gente de relevancia, incluso con Rubalcaba cuando era ministro. Esto es algo distinto, podemos tener planteamientos diferentes, pero al final tenemos que pensar qué es mejor para las personas a las que servimos. Cuando pensamos en eso todo cambia. A mí me ha dolido mucho porque hemos sido despreciados.
¿Para cuándo se espera la sentencia del Tribunal Superior de Justicia?
Ese es un tema del que no entiendo especialmente. Se puede solventar pronto porque en otros casos semejantes se ha solventado pronto. Confío plenamente, absolutamente, en la Justicia.
¿Le parece que en el currículo hay aspectos que no están de acuerdo con la legislación?
Pienso que sí y así lo manifesté a la consejera. Resulta que en Bachiller el alumno que elija Religión obligatoriamente tiene que cursar también Ética. Creo que es una forma de manifestar que la ética que nosotros podamos transmitir no es completa. No me parece mal que se pueda pensar así. Pero esta necesaria vinculación hace que el alumno que elija Ética tiene que, obligatoriamente, cursar Religión, y esto es algo que está prohibido, va en contra de la Constitución. Me consideré, por lealtad, en la obligación de hacerle ver a la consejera que esto es un tema muy delicado, que no se puede obligar a un alumno que elija Ética a que curse también Religión si no quiere. Hay que respetar la libertad, y si el alumno o el padre del alumno ha elegido Ética y no quiere elegir Religión, no hay fuerza ni autoridad que le pueda obligar a hacer Religión. Este currículo sí lo obliga. A mí me gustaría que todos cursaran Religión, pero creo que la libertad está por encima.
Me contaban el otro día una anécdota de un diputado italiano muy de izquierdas que cuando se estaba tratando en la Asamblea el tema de la enseñanza religiosa propuso que la enseñanza religiosa católica fuese obligatoria para todos los italianos. Los diputados se echaron las manos a la cabeza y él, que es un gran intelectual, lo razonaba diciendo que un italiano que no sepa cuáles son las verdades fundamentales de la fe católica y la historia de la Iglesia católica, no es que sea un ateo, es que es un profundo ignorante porque no puede conocer nada de la historia de Italia, del arte, la cultura… De la misma forma, sin disminuir un ápice, se podría decir de la enseñanza religiosa aquí en España.
Recuerdo una reunión que tuvimos en Madrid, con motivo de la LOGSE, de la que yo soy un enamorado. La gente me mira como un bicho raro porque he sido siempre un firme defensor de la LOGSE, pues considero que es una de las mejores leyes que han salido en esta última etapa en España. Desde el punto de vista técnico considero que es muy buena, pero se la cargaron a la hora de implantarla, lo que hablábamos antes de la precipitación. Quisieron que la LOGSE diera fruto en los cuatro años porque había elecciones y la implantaron aceleradamente. Nadie sabía nada, ni sabían cuáles eran los instrumentos fundamentales… Para mí fue una verdadera pena que un instrumento tan valioso que podía haberse ido enriqueciendo con el paso del tiempo se viniera abajo y todos cuando hablan de la LOGSE hablan en plan burlesco: «Este es un alumno de la LOGSE», se dice. La LOGSE podía haber sacado muchísimos mejores alumnos si los políticos que la aplicaron no hubieran sido tan malos.
¿Qué le parecen las expresiones de hace unos días en la Asamblea sobre el tema de la Religión?
No pude ver todo el debate. Sí escuché las palabras del Presidente que vino a decir que si alguien quiere aprender el padrenuestro que lo pague. Pienso que después de un debate tenso y largo los protagonistas estaban cansados. No fue afortunada la frase sobre el padrenuestro porque todos, incluido el señor presidente, hemos aprendido el padrenuestro de boca de nuestros padres, sin necesidad de ir a un colegio de pago.
Y todos saben, o deberían saber, que esos temas son propios de una catequesis parroquial donde se ayuda a niños y jóvenes a caminar en su vida como discípulos de Jesús.
En la escuela se le enseña a comprender mejor la cultura que asimila y que, nos guste o no, está impregnada completamente de cristianismo. La enseñanza religiosa en la escuela es una ciencia instrumental para poder entender la cultura. De la misma forma que el conocimiento etimológico es un instrumento fundamental para poder entender el contenido del lenguaje.
Cualquier persona medianamente culta distingue la enseñanza religiosa y la catequesis. Aprender el padrenuestro o cómo se hace la reverencia ante el Sagrario se aprende en la familia y en la catequesis parroquial. Tampoco estoy de acuerdo con un dilema absurdo entre Filosofía y Religión. Lo mejor es que se estudien ambas con la máxima calidad.
Tengo una curiosidad que no me resisto a preguntarle: Según su opinión, ¿cuál es la virtud más importante de un político?
Pues le confieso que la virtud que más admiro en todas las personas y especialmente en los políticos es la humildad. Solo la humildad nos hace grandes a los ojos de Dios y de nuestros semejantes. Pero no quien dice que es humilde, sino quien lo es.
Una de las pruebas más importantes de esa humildad es reconocer los fallos. Todos, pero muy especialmente los políticos, deberían decir con mucha frecuencia: lo siento, en este asunto no acerté, no lo hice bien, sencillamente me equivoqué. No son conscientes de lo que ganarían en la valoración personal que recibirían del pueblo.