El 18 de abril se reunía por primera vez en Madrid el Foro Creyente de Pensamiento Ético Económico (FCPEE). Se trata de una iniciativa que, liderada por la fundación FOESSA, agrupa a especialistas en economía y ética cristiana que provienen de diferentes regiones, universidades y sensibilidades eclesiales de alcance nacional. Su objetivo es ser un espacio de pensamiento ético y cristiano, en el que se pueda discutir, avanzar y reflexionar acerca de los desafíos éticos que nos presenta la realidad económica nacional e internacional. El FCPEE nace con la intención declarada de tener repercusión pública a través de una reflexión fundamentada y serena, que se ponga al servicio de la comunidad cristiana y de la sociedad en su conjunto, con el fin de crear un debate sobre cuál es la mejor manera de poner la economía al servicio del bien común y de las personas.
El FCPEE no es una acción aislada, sino el primero de una serie de foros impulsados por la Fundación Europea para el Estudio y la Reflexión Ética (FUNDERÉTICA), que pretenden situar la ética cristiana en el centro del debate sobre cómo construir una sociedad volcada en el bien común y ayudar a los cristianos a discernir cuáles son las actuaciones éticas más adecuadas en sus entornos cotidianos y de trabajo.
La idea parte de la necesidad de un pensamiento ético cristiano fundamentado y riguroso, que no solo ilumine la actuación eclesial, sino que pueda debatir en el foro público con argumentos sólidos que intenten que la organización social esté realmente al servicio de todas y cada una de las personas que habitan este planeta. Es por ello que los componentes del foro no solo son especialistas en el tema tratado, sino personas comprometidas con su sociedad y de orígenes plurales, lo que permite también aunar sensibilidades distintas dentro de la misma Iglesia.
La economía no es neutra
El hecho de comenzar con un foro de pensamiento ético sobre economía no ha sido casualidad. Nos encontramos en una sociedad en la que la economía predomina sobre otros aspectos de nuestra existencia. Se considera que es una especie de ciencia natural con una serie de leyes neutras desde el punto de vista ético, ante las que no se puede hacer nada más que adaptarse a sus dictados. Aquellos economistas y éticos que propugnan introducir valores en el comportamiento económico son calificados, con frecuencia, como incompetentes o poco conocedores de la dinámica económica. Se pueden encontrar católicos que intentan vivir su fe en todos los aspectos de su vida salvo en el económico, porque están convencidos de que la economía tiene sus propias reglas que hacen que en este ámbito sea imposible aplicar los valores cristianos. Escuchar en ambientes económicos expresiones como «el negocio es el negocio», «no somos hermanitas de la caridad» u otras similares para justificar comportamientos poco éticos, es relativamente frecuente.
Sin embargo, este análisis choca frontalmente con la ética cristiana y con la doctrina social de la Iglesia. Como dijo Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate, «la doctrina social de la Iglesia sostiene que se pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, también dentro de la actividad económica y no solamente fuera o “después” de ella. El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente […]. En las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria. Esto es una exigencia del hombre en el momento actual, pero también de la razón económica misma».
En este sentido, Benedicto XVI, en el mensaje de la Jornada Mundial del Paz de 2013, en un apartado titulado «Construir el bien de la paz mediante un nuevo modelo de desarrollo y de economía», realizaba un llamamiento concreto cuando decía: «Se necesitan personas, grupos e instituciones que promuevan la vida, favoreciendo la creatividad humana para aprovechar incluso la crisis como una ocasión de discernimiento y un nuevo modelo económico».
El FCPEE quiere dar respuesta a este llamamiento, proponiendo cómo orientar esta economía para que sea más humana, para que se introduzca en ella la lógica de la gratuidad y del don, para que sea fácil vivir en ella relaciones de fraternidad y de amor. En esencia, pretende orientar sobre cómo cambiar el modelo económico hacia uno que atienda mejor a la lógica de la economía, que debe ser una lógica de servicio a las personas, al bien común y a la justicia.