Cardenal Osoro: «Debemos acercarnos a las situaciones concretas con realismo»
Más que por los debates que deja zanjados, la exhortación Amoris laetitia sorprende por las cuestiones que deja abiertas, en particular las referentes a las llamadas «situaciones irregulares». «No hay fórmulas teóricas, no hay una lista de formularios, no somos una farmacia que ante tal enfermedad da tal pastilla. Nuestra misión es acercar la presencia de Dios a los demás y presentarles la verdad para que ellos la descubran, sin sentirla como una imposición, sino como el abrazo de un Dios que les quiere», afirma el arzobispo de Madrid, miembro de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos
¿Cómo le resumiría usted en unas pocas palabras esta exhortación a una persona que no la haya leído aún?
Le diría que Amoris laetitia intenta hacernos ver que la Iglesia tiene que asumir el mismo comportamiento que tuvo el Señor, con un amor ilimitado que se ofrece a todas las personas sin excepción. A mí me ha gustado sobre todo la dimensión misionera de la exhortación. El Papa reconoce las diversas situaciones que hoy vive la familia en todas las latitudes de la tierra, las afronta con esperanza y nos pide que salgamos a encontrarnos con esas situaciones, no juzgando, sino desde la ternura y desde el amor de Dios. Sin relegar absolutamente nada de la doctrina de la Iglesia, pero haciendo que el otro se sienta acogido, escuchado, valorado…
El capítulo más comentado ha sido, con diferencia, el octavo, sobre cómo «Acompañar, discernir e integrar la fragilidad».
Son tres palabras esenciales. El servicio que debe hacer la comunidad cristiana es acompañar a todos sus hijos y tener una atención especial con aquellos más frágiles, heridos o incluso extraviados. Hay que acompañarlos y estar muy cerca de ellos para darles esperanza. Por eso dice el Papa que la tarea de la Iglesia se asemeja a la de un hospital de campaña.
Pero él habla también de discernir. El discernimiento es esencial para ver la verdad, no desde cualquier perspectiva, sino desde la Palabra de Dios, desde la luz que nos da Nuestro Señor. Una de las grandes novedades de la exhortación es que toda persona debe sentir que la Iglesia la comprende, la acompaña, la integra, abre los brazos especialmente a los que están sufriendo por el motivo que fuere…
Y por último, el Papa nos pide integrar. No descartar. Porque Dios siempre busca un lugar para todos sus hijos. No hay lugares de primera, de segunda y de tercera, aunque los lugares no sean todos iguales, ni todos estén cómodos en el mismo sillón.
El Papa deja caer en ese capítulo una afirmación muy rotunda: que se puede estar en «una situación objetiva de pecado» y al mismo tiempo «vivir en gracia de Dios». ¿Qué significa esto?
La exhortación lo explica muy bien. A nadie se le impide la comunicación con la gracia de Dios, porque la da Dios, no la damos nosotros. Y Dios se acerca a cada ser humano en el momento en que cree oportuno. Nosotros, desde nuestras doctrinas, podemos ver que determinada situación puede ser irregular, pero las medidas de Dios no son las nuestras. Y en eso tenemos que creer también, de entrada por nuestra propia experiencia, porque tampoco nosotros muchas veces objetivamente nos merecemos lo que nos da Dios.
¿Qué es exactamente el discernimiento? ¿A quién corresponde discernir y según qué criterios?
El discernimiento es un esfuerzo constante por abrirnos a la Palabra de Dios que ilumina la realidad concreta de la vida cotidiana. El discernimiento nos lleva a ser dóciles al Espíritu y nos anima a cada uno de nosotros a actuar con el máximo amor posible en las situaciones concretas. Esto es el discernimiento. Por otra parte, este discernimiento no se puede separar de las exigencias de caridad y de verdad que nos manifiesta el Evangelio ni de las enseñanzas de la Tradición de la Iglesia. Pero hace falta mucha humildad y una búsqueda sincera de la voluntad de Dios. No hay fórmulas teóricas, no hay una lista de formularios, no somos una farmacia que ante tal enfermedad da tal pastilla. Nuestra misión es acercar la presencia de Dios a los demás y presentarles la verdad para que ellos la descubran, sin sentirla como una imposición, sino como el abrazo de un Dios que les quiere.
Para asegurar cierta unidad de criterio en ese discernimiento, ¿será necesario algún tipo de marco de referencia elaborado de la Conferencia Episcopal o bien en cada diócesis?
No sé qué hará la Conferencia. Lo tendremos que estudiar juntos, pero si esto no se hiciera a nivel de la CEE, yo en la diócesis de Madrid sí quisiera abrir un tiempo largo de reflexión sobre el tema de la familia, que es fundamental. El Papa escribe que no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones del Magisterio, y que cada país debe buscar soluciones acordes a sus tradiciones, desafíos y a lo que la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia nos dicen. Es precioso, por cierto, ver cómo el Papa recurre en esta exhortación a la Palabra de Dios y al Magisterio de los Papas anteriores, Pablo VI, san Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Además de la atención a las llamadas «situaciones irregulares», el Papa señala importantes desafíos relacionados con la pastoral familiar (como fortalecer la preparación al matrimonio o acompañar a los recién casados), pero deja abierta las respuestas concretas. ¿Qué pasará ahora con estas materias?
Todo eso se debe tratar en las Iglesias particulares, pero sí, yo creo que es bueno que determinados temas los afrontemos juntos en las conferencias episcopales. La sinodalidad nos debe contagiar a la hora de trabajar. Los obispos no podemos trabajar cada uno por nuestra cuenta, tenemos una responsabilidad de ir juntos con Pedro, juntos entre nosotros y juntos sin separarnos de la gente, acompañando, como dice el Papa, los problemas reales de la gente.
¿Va a cambiar mucho esta exhortación la pastoral familiar en las diócesis? ¿En la de Madrid concretamente?
Tiene que cambiar necesariamente. En la preparación al matrimonio, pero también en la educación de los jóvenes, sobre todo en el aspecto afectivo y sexual. Y está el acompañamiento real a las familias a través de itinerarios pastorales de acompañamiento, para ayudarlas a descubrir la responsabilidad que tienen en la transmisión de la fe, porque, como dice el Papa, la familia cristiana tiene que se ser misionera. Hoy la familia no puede dar por supuesto que el contexto cultural va a ayudarla a educar a sus hijos en la fe. Por eso las familias tienen que unirse y necesitan vivir una espiritualidad familiar, como nos dice el Papa.
En Madrid, yo estaba esperando este documento para dotar de contenido a la Casa de la Familia. Allí debe haber un departamento donde de verdad se estudien las realidades de las familias aquí, en Madrid y en España, con la mirada puesta en Jesús. La Casa de la Familia debe preguntarse sobre el amor en el matrimonio y sobre cómo hacer posible que ese amor, que es un regalo del Señor, pueda vivirse de un modo fecundo, en el sentido no solo de traer hijos a este mundo, que también, sino en toda la amplitud del amor. El tema de los hijos debe estar conectado con el tema educativo, y habrá que estudiar también qué ofrecemos en las parroquias para responder a las necesidades de los matrimonios y las familias.
El Papa pide hacer autocrítica. ¿Qué autocrítica cree que debemos hacer en España?
A mi modo de ver, lo fundamental es que seamos capaces de acercarnos a las situaciones con realismo, tocando de verdad las heridas de las personas. Porque a veces damos un marco teórico, que responde a la verdad, pero no alcanza el corazón de los hombres ni de las familias que están padeciendo situaciones determinadas. Más bien puede producir rechazo. Y en ese sentido tenemos que aprender mucho, por supuesto del estilo pastoral del Papa Francisco, pero en primer lugar del estilo que nos ha enseñado Nuestro Señor, que no se dedicó a teorizar, sino que se acercó a las diversas situaciones en las que vivía la gente. A mí siempre me ha iluminado mucho esa página preciosa del encuentro con la Samaritana, donde el Señor no mete el dedo en el ojo de esa mujer para hacerla daño, sino entrando en un diálogo cercano con ella, Y esa cercanía el Señor provoca algo inaudito en esta mujer, que es reconocer la verdad y cambiar la vida. Eso es más costoso, pero es lo que nos enseña Jesucristo.
En noviembre, el Papa le nombró miembro de la Asamblea General del Sínodo. ¿Cómo ha cambiado la propia institución del Sínodo tras la celebración de estas dos asambleas sobre la familia?
En esta exhortación el Papa dice que el camino sinodal ha permitido poner sobre la mesa la situación real de las familias en el mundo actual, reavivar nuestra conciencia sobre la importancia del matrimonio y la familia, comprender la necesidad de seguir profundizando con libertad en algunas cuestiones… Y esto debemos hacerlo todos juntos. El Papa quiere una Iglesia sinodal, como la de los primeros apóstoles, que cuando había problemas se reunían juntos y juntos tomaban las decisiones. Esta Iglesia es la que quería el Concilio Vaticano II, es la Iglesia en comunión y también en misión, porque la comunión hay que vivirla no teóricamente, sino en el escenario real de la misión. En lo que el Papa nos dice, nos muestra que la forma de afrontar hoy los problemas en la Iglesia no tiene que ser piramidal, sino sinodal.
Monseñor Osoro ante las situaciones irregulares. Para continuar leyendo la entrevista, pinche [AQUI].
Ricardo Benjumea / Rodrigo Pinedo