Dar de beber al sediento - Alfa y Omega

Dar de beber al sediento

Si «el nombre de Dios es Misericordia», como dice el Papa, sus apellidos bien pueden ser los 14 modos que desde hace siglos propone la Iglesia para vivir y practicar el amor de Dios: las obras de misericordia. Estos son testimonios reales de cómo se puede vivir el Año de la Misericordia

José Antonio Méndez
Foto: Manos Unidas / Marta Isabel González.

«El agua es fuente de vida para la naturaleza y para las personas. Y al revés: cuando no se tiene acceso a ella, es sinónimo de esterilidad, de enfermedad y de muerte, sobre todo para los más indefensos y los más débiles, como los pobres y los niños». Las palabras de Ángel Berna, un aragonés que lleva 40 años en Guatemala, suenan con la convicción de quien habla desde la experiencia diaria. A través de la ONG MejorHa, socia local de Manos Unidas en el departamento de Chiquimula, en el llamado Corredor Seco de Guatemala, Berna coordina un proyecto para recuperar y aprovechar el agua de lluvia. A través de una infraestructura sencilla, varias comunidades tienen, por primera vez en años, acceso al agua «para usos tan elementales como regar los cultivos, asearse, lavar los alimentos antes de consumirlos, limpiar los hogares, tratar sus excretas, e incluso beber». Ni una gota se desperdicia. Porque en Chiquimula «hay más niños que se mueren por las diarreas y los vómitos que les causa la falta de higiene y por comer alimentos sin lavarlos, que por falta de comida». «Y no sabes cómo le ha cambiado la vida a estas personas –dice Berna–: la limpieza y el acceso al agua no solo han reducido la basura acumulada, las moscas y las enfermedades; les ha devuelto su dignidad, se sienten más persona».

Cuidar del agua para dar de beber al sediento no es solo ayudar a canalizarla o no malgastarla, sino cuidar del medio ambiente: «El cambio climático es una realidad y los empobrecidos lo sufren más, porque se están alterando los ciclos de las cosechas, y los efectos de las sequías y de fenómenos como el Niño y la Niña están acabando con cosechas enteras de maíz y frijol, que son el principal sustento de estas comunidades», dice Berna. Por eso, «cuidar del agua y del medio ambiente, y apoyar a quienes trabajamos en ello, es hacer que la misericordia de Dios restaure la dignidad de los pobres».