Enseñar al que no sabe
Si «el nombre de Dios es Misericordia», como dice el Papa, sus apellidos bien pueden ser los 14 modos que desde hace siglos propone la Iglesia para vivir y practicar el amor de Dios: las obras de misericordia. Estos son testimonios reales de cómo se puede vivir el Año de la Misericordia
Algo especial tendrá la enseñanza cuando el mismo Jesucristo se dejó llamar «Maestro». Acaso por eso la Iglesia considera que enseñar al que no sabe es una obra de misericordia de primer orden. La primera de las siete obras espirituales, y que Ana María Pérez vive de forma poliédrica. Y decimos poliédrica porque Ana ejerce como profesora de Matemáticas para adultos en Guadalajara, aunque antes ha dado clase a adolescentes en varios institutos públicos, además de impartir cursos y talleres organizados por el Instituto Bíblico Oriental de Cistierna, en León, para menores y mayores de edad, en los que mezcla Matemáticas, copto, cultura egipcia y Sagradas Escrituras. «Sin la enseñanza –explica–, el ser humano no tiene verdadera libertad, no crece por dentro. Y si el surco de la fe no lo abonamos con razones y con el patrimonio del conocimiento que los hombres han ido construyendo durante siglos, la vida interior queda inmóvil». Algo que se aplica lo mismo al sustrato semítico del Evangelio que a una ecuación de segundo grado, pues «enseñar algo a quien lo desconoce ayuda a construir a la persona para que vaya siendo más como Dios la ha pensado, si se enseña desde el amor al otro, desde la humildad de quien entrega lo mejor que tiene, y con una visión trascendente del educando, en quien el educador reconoce un signo de la misericordia divina».