«Lo que de verdad teme el Daesh es la cruz»
El arzobispo siro-ortodoxo Nicolaos Matti ha participado en una mesa ecuménica para coordinar la ayuda a los refugiados. Desde el Arzobispado de Madrid se pide «no confundir a las víctimas [los refugiados] con los verdugos»
«No podemos vivir con miedo, no nos podemos quedar encerrados en nuestras casas esperando a que vuelva a pasar algo». El arzobispo Nicolaos Matti Abd Alahad es sirio. Después de diez años en Argentina, llegó hace uno a Madrid y es el vicario patriarcal para España de la Iglesia sirio-ortodoxa. En entrevista con Alfa y Omega, habla de lo que ha ocurrido en París, preocupado por que vuelva a suceder, pues «los terroristas están ya en suelo europeo. Algunos han llegado ahora con la entrada de refugiados pero otros llevan aquí mucho tiempo». El problema, alerta, es que con la llegada del autodenominado Estado Islámico se han extendido ideas radicales «entre los musulmanes que llevaban 40 o 50 años en España o Francia y convivían con los cristianos sin problema».
«Nadie lloró por mi sobrino»
Monseñor Nicolaos Matti no ha podido evitar acordarse en estos días de un sobrino, un joven universitario que vivía en Damasco y que murió por un atentado con coche bomba junto a su facultad. «Por él no lloró nadie ni se dijo nada en los medios de comunicación. Murieron jóvenes que estaban estudiando para tener un futuro como otro joven cualquiera».
Matti no justifica en absoluto lo ocurrido en Francia, pero recuerda que, en Siria, desde hace cinco años los padres mandan a sus hijos al colegio sin saber si volverán a verlos vivos.
El prelado no se acobarda ante la situación. Como sirio y cristiano insiste en la necesidad de ayuda a todos los refugiados que huyen de la guerra, pero con un control extremo, porque «tenemos que salir de este pozo de terrorismo. Todos tenemos que estar atentos pero sin miedo, porque el miedo paraliza y no nos permite avanzar». Miedo deben solo tenerlo aquellos que «tienen sus manos manchadas de sangre».
Y lo que más teme el Estado Islámico –asegura– es la cruz. «Por eso, donde ve la cruz, lo destruye todo, pero no por ello reniegan los cristianos de su fe. Ponen su cruz sobre su hombro y andan y no dudan en derramar su sangre para dejar un sello de fe verdadera en el camino de otros cristianos».
Monseñor Nicolaos Matti cuenta que, entre los cristianos de diversas confesiones en Siria, apenas existen diferencias en momentos difíciles como estos. «Los feligreses de todas las iglesias quieren echar una mano de una forma u otra para que los que siguen allí puedan quedarse porque es su patria, la cuna del cristianismo, y hay que protegerla».
«Son refugiados, no terroristas»
El arzobispo siro-ortodoxo participó la pasada semana en un encuentro organizado por el Foro Ecuménico Pentecostés –entidad diocesana vinculada a Justicia y Paz de Madrid– en el que las distintas iglesias cristianas plantearon cómo unir fuerzas para la atención a los refugiados.
José Luis Segovia, vicario episcopal de Pastoral Social del Arzobispado, advierte frente al peligro de cubrir a los refugiados con el estigma del terrorismo. «No se puede confundir a las víctimas con los verdugos. Los refugiados ¡vienen huyendo de la barbarie del fundamentalismo islámico! El mayor porcentaje de asesinados es de su misma religión». Tampoco hay que alarmarse por la llegada de refugiados a España. «Hasta ahora, de la última cuota, España ha recibido la enorme cifra de doce refugiados, con más autoridades dando la bienvenida en Barajas que personas acogidas».
«Hoy son los atentados de París, pero ¿cuántos muertos llevan en Siria? De la comunidad cristiana de Mosul (Irak), con dos mil años de antigüedad, ya no queda ni un solo creyente allí. ¿Qué habrán sufrido los cristianos de Mosul?», se pregunta Javier Alonso, presidente de la Comisión Diocesana de Justicia y Paz y miembro de la Mesa por la Hospitalidad que intervino en el encuentro del Foro Ecuménico. «Todos los creyentes debemos participar en la ayuda a los refugiados».
La unión hace la fuerza
En la reunión también habló Enrique del Árbol, presidente de la Diaconía España de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas. «Los cristianos de distintas confesiones no somos tan diferentes. Cuando el objetivo es ayudar jamás vamos a separarnos». Del Árbol ha vivido muchas experiencias junto a católicos en lugares de necesidad. Habla particularmente de Alemania, donde Cáritas y la Diaconía [evangélica] han llevado a cabo diversas iniciativas conjuntas.
El jueves 12 de noviembre se celebró una mesa redonda bajo el nombre: fui extranjero y me acogisteis, promovida por el Foro Ecuménico Pentecostés, ¿cuál ha sido el sentido de ésta?
Fue un encuentro para ver como podemos ayudar a los refugiados tanto en España como en Siria o Irak.
Al llegar a España tienen que estar en un centro de refugiados con ayuda de CEAR, ACNUR, ACCEM o alguna organización que les acoga. Se quedan en el centro de refugiados, un año o menos y al salir tienen ayuda de 6 meses y después de estos seis meses ya no tienen ayuda, pero tienen casas alquiladas, ¿cómo van a pagarlas? La comida puede venir de Cáritas, de la Iglesia, pero el dinero… Los que no saben hablar español tienen que aprender para buscar trabajo. Hay que enseñar a pescar en lugar de dar un pescado. En cuanto a la ayuda para Siria, enviamos materiales, alimentos, medicinas, dinero, ropas, lo que sea, para los que siguen allí, viven en su patria pero también son refugiados.
¿Qué pasa con los refugiados que ya estaban aquí y que no han tenido un welcome refugees?
Por mi parte, como arzobispo, yo tengo obligación de ayudar a los refugiados cristianos, no soy una ong que puedo ayudar a todos los que llegan, pero es mi deber ayudar. Los que llegan (a Europa) no vienen porque quieren, son profesionales, arquitectos, médicos, funcionarios, pero que de un día para otro perdieron todo, hasta su dinero, salvaron lo que pudieron y llegaron para buscar un lugar que les de seguridad aunque ahora es difícil en todo el mundo. Antes de la guerra Siria era uno de los países más seguros del mundo pero con la llegada del Daesh esto ha cambiado. Por donde pasa el Daesh no han quedado, muchos son secuestrados y los musulmanes que no aceptan las ideas radicales también tiene que salir. El ISIS quiere devolver el mundo a 1.400 años atrás y los refugiados están en una situación muy grave, por tema económico. Al llegar a Europa cambia la cultura, idioma y muchas cosas que les dificultan llevar de nuevo una vida normal, pero como cristianos siempre tienen fe, tienen esperanza y la Iglesia no deja a su rebaño derramado. Nuestro rol como iglesia es unirlos y ayudarles de cualquier forma que podemos ayudar, sea económicamente o moralmente, lo que sea para que puedan continuar su vida en Europa
¿Cómo están ayudando desde España a los que están en Siria todavía?
En general, como cristianos, preparando contenedores de alimentos, ropas, medicinas y mandandolas allá. Allí tenemos ongs dela iglesia, como Cáritas, y que funcionan bajo el orden de la Iglesia. Cuando decimos la Iglesia son todas, ortodoxa, protestante, católica… allí están todos unidos, incluso los musulmanes colaboran porque no hay casa que no tenga daño, material o moral, no hay casa que no tenga el duelo de haber perdido a alguien, por eso están unidos para ayudarse entre ellos y esos es la vida cristiana verdadera que vuelve a los primeros cristianos, a los tiempos de los apóstoles de dar y compartir cada uno lo que tiene.
El Papa ha hablado en varias ocasiones del Ecumenismo de Sangre, ¿qué postura tiene frente a esto?
Vamos a volver a la primera época de los cristianos, cuando comenzó todo. Como dijo Jesucristo, el que no se bautiza y cree no entra en el Reino de Dios, hay mucha gente que creyó en Dios y no se llegó a bautizar y murieron como mártires, por lo tanto, se bautizaron en la sangre. La sangre de los mártires ha sido la semilla de la fe desde hace dos mil años hasta el día de hoy. En Siria, un niño de 12 años tiene que negar su fe frente de sus padres, amenazado de muerte. Como lo no lo hizo, le cortaron la cabeza. Los padres tampoco negaron su fe, los mataron también. Hay muchas historias así que se están viviendo a día de hoy. Tenemos muchos secuestrados, la iglesia está negociando con Daesh para salvar a la gente, están pagando mucho dinero para salvarles, ancianos, mujeres niños, que no pueden hacer nada, pero los toman como rehenes para ganar más dinero. Tenemos dos obispos de los que hace más de dos años y medio que no sabemos nada de ellos. Tenemos la esperanza de que los van a soltar, pero no sabemos cuando. Lo que de verdad teme el Daesh es la cruz, por eso donde la ve, lo destruye todo pero no por ello reniegan los cristianos de su fe. Ponen su cruz al hombro y andan y no dudan en derramar su sangre para dejar un sello de fe verdadera.
¿Qué contacto tiene usted en su comunidad en Siria?
Tenemos la sede patriarcal en Siria y nos comunicamos con ellos de una forma u otra para saber las necesidades que tienen. Yo tengo familia en Siria, mis padres, mis hermanas, mis sobrinos, viven ahí, tienen fe y dicen: «esta es nuestra patria». He perdido a un sobrino de 23 años en un ataque. Era universitario, ingeniero. Murió en un ataque de coche bomba en la facultad. Hace unos días hablé con mi otro sobrino que está estudiando odontología. Me contó que atacaron también la universidad donde él estudia pero gracias a Dios a no le pasó nada.
Vivimos día a día, la vida sigue, continúa pero cuando los padres mandan a sus hijos a las escuelas los despiden como si no los fueran a ver nunca más, porque no sabes si volverán. Hace poco atacaron una escuela de niños y hay muchos en estado grave.
¿Qué le parece como se está portando Europa con los refugiados?
Europa tiene que abrir los ojos. Han entrado más de dos millones y medio de refugiados pero no todos son de Siria, hay de Asia, Pakistán, Afganistán, África y en los últimos dos años han entrado de Siria pero no llegan a un millón de ello. El tema es que entraron a Europa muchos yihadistas, piden libertades para ellos pero a costa de las de los Europeos.
Los fanáticos musulmanes fundamentalistas no aceptan la cruz y la quitan. Por ejemplo en Arabia si tienes droga, está bien, pero si llevas un Evangelio ten cuidado, llevar una cruz es un delito penal, y esto ¿por qué?, tenemos que tener orgullo de nuestra cruz, «el que me niega delante de la gente, le negaré yo también delante de del Padre», ¿por qué negamos?
¿Se ha radicalizado la población musulmana que lleva años en Europa?
Así es, muchos de los sirios islámicos que vinieron hace 40-50 años se han radicalizado en los últimos 5 años por la llegada del Daesh y sus ideas. Yo no estoy contra el islam, porque cada uno tiene su religión y entre los cristianos también hay malos, hay delincuentes pero la enseñanza del Evangelio no dice más que amar al prójimo, contraria a la enseñanza de los islamistas radicales.
En Oriente Medio siempre hemos vivido en paz, aceptamos al que gobierna, somos pacíficos, pagamos nuestros impuestos como cualquier europeo pero nos pueden poner impuestos por ser cristianos como está haciendo el Estado Islámico donde la opción es pagar o exiliarte e incluso morir.
¿Cómo se convive con alguien que te puede matar?
Te pongo un ejemplo, un hombre tenía un establo lleno de serpientes, entró en el nido y agarraba una y la apartaba y así con las demás. Aunque estaban al acecho no se acercaban a él y él no sufría daño porque ya se conocían. Nosotros como cristianos hemos vivido con los musulmanes, hasta aquí podemos lidiar, los que no tienen experiencia son lo Europeos.
Por otro lado, la guerra en Siria se ha convertido en un campo de batalla donde hay soldados de nacionalidades muy diversas, muchos ni si quiera saben porqué luchan y contra quién.
Recuerdo que capturaron a uno, que no era sirio pero que estaba luchando en Sira y dijo: «a nosotros nos han dicho que tenemos que salvar al pueblo sirio del dictador, no tenemos destino, nos dan armas y atacamos cualquier lado. Imagínate, viene un nigeriano aquí para salvar al pueblo y ataca a las escuelas, universidades, a la gente que está andando en las calles.
Después de lo ocurrido en París, ¿qué va a pasar con los refugiados?
Tenemos que ser prudentes sin olvidar que los refugiados huyen de la guerra. Pero no podemos vivir con miedo porque la vida continúa pero tenemos que estar atentos y despiertos. No podemos quedarnos encerrados en nuestras casas esperando a que vuelva a ocurrir algo.
Por otro lado, lamentamos mucho lo que ha pasado en Francia, es una desgracia, pero no he podido evitar acordarme de mi sobrino. Cuando él murió, nadie lloró, nadie dijo nada. Esto está pasando en Siria.
También tenemos que rezar. Nosotros seguimos rezando por todos porque no estamos contra nadie, respetamos al ser humano y su vida. Yo estoy en paz, no tengo miedo, quién tiene miedo es porque tiene sus manos manchadas de sangre.