Un obispo ruandés, en la cárcel - Alfa y Omega

Un obispo ruandés, en la cárcel

El encarcelamiento de monseñor Misago, arzobispo de Gikongoro (Ruanda), bajo la acusación de genocidio, ha motivado la protesta de la Santa Sede: Se pretende debilitar a la Iglesia con pretextos y motivaciones diversos, en toda el África Central y especialmente en la región de los Grandes Lagos, afirma monseñor Zago, Secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Hasta el momento, sólo en Ruanda han sido asesinados, con diversas excusas y por uno y otro bando, según datos de la agencia Fides, al menos tres obispos, más de 123 sacerdotes, tanto diocesanos como religiosos, más de 300 religiosas y un incontable número de laicos, entre ellos más de un centenar de miembros del Camino Neocatecumenal, Movimiento Emmanuel, Comunión y Liberación, etc.

Inma Alvárez

El conflicto tutsi-hutu no es exclusivo de Ruanda: el mismo esquema, con variaciones, se repite en Burundi, la República Democrática del Congo y Uganda, adonde la minoría tutsi se había dispersado después de la toma del poder de la mayoría hutu en Ruanda, en 1959, con apoyo de Bélgica y de algunos personajes de la Iglesia católica. Desde aquella fecha, los tutsis, agrupados en el Frente Patriótico Ruandés (RPA), con apoyo de GranBretaña y Estados Unidos, han intentado repetidamente reconquistar el poder mediante la invasión del país, cosa que consiguieron finalmente en 1994, tras derribar el avión presidencial cuando éste sobrevolaba Burundi.

La situación de terror creada a raíz del magnicidio desató las masacres incontroladas contra los tutsis y algunos hutus moderados, bajo la acusación de conspiración con el RPA. Fue el caso de las Comunidades Neocatecumenales, según el padre Enrico Zabeo (autor de un informe sobre este caso) acusadas de conspirar en reuniones secretas (en realidad las celebraciones en la parroquia) contra el Gobierno.

La reacción contra estos abusos ha sido también terriblemente violenta por parte de los tutsis triunfantes: según denuncia Amnistía Internacional, actualmente hay más de 130.000 prisioneros acusados de genocidio sin haber sido juzgados justamente, algunos de los cuales han sido ya ejecutados, entre ellos incluso algunos sacerdotes. Actualmente hay en las cárceles, según Fides, nueve sacerdotes, dos religiosas, un religioso, un diácono y un seminarista. El caso de monseñor Misago, arzobispo de Kigali, encarcelado desde hace más de un año bajo la acusación de genocidio, es, a juicio de monseñor Zago, Secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, paradigmático de la persecución en curso contra la Iglesia en el centro de África. La Iglesia no puede aprobar lo que está sucediendo: enfrentamientos étnicos, predominio de una etnia sobre otras, procedimientos que acusan y condenan sin proceso, ausencia de una perspectiva de reconciliación. Me parece que algo está en evolución en Burundi con la mediación de Mandela y los encuentros de Arusha. Esperamos una evolución positiva, pero creo que la Iglesia será tomada por blanco.

Según el abogado del arzobispo, ninguno de los testigos presentados ha podido probar los hechos que se le imputan; al contrario, muchos de ellos han declarado haber sido salvados por su intercesión. Hay que recordar que el episcopado ruandés condenó las masacres en repetidas ocasiones entre abril y mayo de 1994.

La Iglesia, desde el recrudecimiento del conflicto, ha llamado siempre a la reconciliación; pero sus esfuerzos no son bien vistos por el actual Gobierno tutsi, hasta el punto de que, según la agencia Fides, el pasado mes de mayo la radio y la prensa gubernamentales comenzaron a lanzar la campaña sobre la necesidad de crear una Iglesia ruandesa separada de Roma. Uno de los principales organizadores de la campaña es un ex-sacerdote, que acusa a los misioneros blancos de ser apóstoles del odio; en realidad, por ser testigos molestos de las masacres perpetradas por el RPA. Las sectas, muchas de ellas agresivas, son apoyadas desde el Ministerio del Interior.

Sin embargo, como reconoce el obispo de Nyundo, monseñor Alexis Habijambere, los signos de revitalización de la Iglesia son fuertes: Sorprende —afirma— que, después de lo que ha sucedido en 1994, el numero de vocaciones crece, en lugar de disminuir. El Papa aprovechó la visita ad limina de los obispos de Ruanda, en septiembre de 1999, para dar voz a esta Iglesia. La misma detención de monseñor Misago ha servido para aumentar la comunión entre el propio episcopado, cuyos miembros pertenecen a todas las etnias del país. En noviembre de 1999, los obispos de Congo, Ruanda y Burundi se reunían en Asamblea conjunta.

Además, últimamente, según Fides, se han detectado algunas señales de cambios en las tirantes relaciones Iglesia-Estado: con ocasión del Jubileo de los Religiosos en la capital, Kigali, la Iglesia ha denunciado las injusticias y ha pedido perdón, y el Gobierno a su vez ha reconocido la muerte de muchos religiosos durante el genocidio y ha pedido a la Iglesia ayuda para la reconciliación. No obstante, la pacificación del país está aún lejos de conseguirse, sobre todo por la implicación del ejército ruandés en las luchas contra Kabila en la República Democrática del Congo.