Cinco jesuitas españoles serán ordenados sacerdotes el sábado en Madrid - Alfa y Omega

Cinco jesuitas españoles serán ordenados sacerdotes el sábado en Madrid

El sábado 4 de julio serán ordenados presbíteros los jesuitas: David Abad Cabello, Rubén Alonso Alvarez, Javier Cía Blasco, Diego de Kisai Haro Martín y Saúl López Cuadrado. La ceremonia será presidida por monseñor Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid. Tendrá lugar a las 18 horas en la Parroquia jesuita de San Francisco Javier y San Luis Gonzaga (C/ Mártires de la Ventilla, 34)

Prensa jesuitas

Los jesuitas, ya ordenados sacerdotes, celebrarán sus primeras misas al día siguiente:

–Sául López Cuadrado SJ. Domingo 5 de julio a las 19 horas en la Parroquia de Santo Domingo de Silos, Arévalo (Ávila).

–Diego de Kisai Haro Martín SJ. Domingo 5 de julio a las 20 horas. Iglesia del Colegio de Ntra. Sra. de Montesión, C/ Montesión, 24 (Palma de Mallorca).

–Javier Cía Blasco, SJ. Domingo 5 de julio a las 19 horas. Iglesia de San Carlos Borromeo (antigua iglesia de la Inmaculada de la Compañía de Jesús) Plaza de San Carlos, 5, (Zaragoza).

–Rubén Alonso Álvarez SJ. Domingo 5 de julio a las 12 horas. Parroquia de San Francisco Javier y San Luis Gonzaga. C/ Mártires de la Ventilla, 34, (Madrid).

–David Abad Cabello SJ. Domingo 5 de julio a las 20 h. Iglesia de San Francisco Javier. C/ Arcipreste D. Manuel González, s/n. (Huelva).

Breves biografías

David Abad

David Abad Cabello SJ nació en 1976 y es onubense de raíces canarias. Ingresó con 20 años en la Compañía de Jesús en el noviciado de Sevilla. Tras dos años como novicio pasa por diversos destinos en Madrid, Salamanca, Badajoz y Dublín. Entre 2003 y 2006 estudia Magisterio en el Centro de Profesorado de la Fundación SAFA, en Úbeda (Jaén), encomendada a la Compañía de Jesús. Después es destinado tres años como profesor en el colegio jesuita de Portaceli (Sevilla), donde colabora también en el Centro Arrupe. En 2009 se traslada a Madrid para estudiar Filosofía y Teología. En 2014-2015 sigue formándose haciendo un curso pastoral en Granada. Desde primeros de año reside en Zaragoza donde trabaja en la pastoral del colegio jesuita Del Salvador, así como en el centro Pignatelli.

Rubén Alonso Álvarez

Rubén Alonso Álvarez nació en Gijón en 1980 e ingresó en la Compañía de Jesús en el noviciado de Zaragoza en 2004. La etapa denominada por los jesuitas Juniorado (unos años de formación en estudios de humanidades) la realiza en Salamanca donde estudia Filosofía. El curso 2008-2009 colabora en la pastoral del centro Loyola de Gijón mientras realiza estudios de Economía. El curso siguiente es destinado al colegio mayor de Valladolid, y en esa ciudad es profesor en el colegio San José y colabora en la pastoral colegial y universitaria. En 2011 comienza estudios de Teología en Madrid (U.P.Comillas) y ahora está completándolos en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma.

Javier Cía Blasco

Javier Cía Blasco nace en Zaragoza en 1975. Ingresa en la Compañía en el noviciado de San Sebastián en 2006. Realiza la etapa del Juniorado en Salamanca, donde termina la licenciatura de Filosofía (años 2008-2010) en la Universidad Pontificia de esta ciudad. Sus dos años de Magisterio (etapa previa a los estudios de Teología en la que los jesuitas interrumpen la formación y se sumergen en la realidad de la vida cotidiana trabajando en alguna obra de la Compañía), los realiza en la comunidad Sta. María del Pozo (Pozo del Tío Raimundo) de Madrid donde trabaja como profesor y colaborador en la pastoral universitaria de Comillas y con la comunidad cristiana de jóvenes Padre Arrupe. Tras licenciarse en Teología es destinado a Roma (2013-2015) donde se licencia en Espiritualidad en la Pontificia Universidad Gregoriana. El próximo curso continuará su formación con el doctorado en Teología en Comillas (Madrid) y ejercerá de profesor de esta universidad.

Diego de Kisai Haro Martín

Diego de Kisai Haro Martín nace en Palma de Mallorca en 1980 y ya su propio nombre de pila nos habla de su vinculación con la Compañía, ya que es el de uno de los mártires jesuitas japoneses del siglo XVI, compañero de San Pablo Miki. Ingresa en el noviciado de Zaragoza en 2005 y acaba esta etapa en el noviciado de San Sebastián. A continuación estudia Filosofía en Salamanca y la etapa de Magisterio la realiza en Alicante en el colegio Inmaculada. En 2011 inicia el primer ciclo de Teología en Madrid y ahora se encuentra estudiando el segundo ciclo de Teología en Boston (EE. UU.).

Saúl López Cuadrado

Saúl López Cuadrado nace en 1978 en Arévalo (Ávila), ciudad en la que vivió el joven Iñigo (luego San Ignacio de Loyola) en la casa del contador mayor de los Reyes Católicos, Juan Velázquez de Cuéllar. Terminados sus estudios de Arquitectura Técnica, durante los cuales vivió en el Colegio Menor San Alfonso Rodríguez que los jesuitas tenían en Zamora, ingresa en 2001 en el noviciado de Zaragoza. Estudia Filosofía y Antropología Social y Cultural en Salamanca y luego es destinado al colegio jesuita Apóstol Santiago de Vigo, donde es profesor, tutor y colabora en la pastoral. Entre 2009 y 2014 estudia Teología concluyendo la licencia en Teología Espiritual en la Universidad Pontificia Comillas y este curso ha estado destinado en labores pastorales y educativas en el Colegio La Inmaculada, de Gijón.

Elena Rodríguez-Avial / Prensa Jesuitas

Testimonio de uno de ellos, David Abad: ¿Por qué soy jesuita?

A unos días de su ordenación sacerdotal, David Abad SJ, comparte con nosotros este testimonio de por qué es jesuita:

Sin duda, ser jesuita no es una opción de vida como otra cualquiera. No lo es esencialmente, en cuanto que supone una vocación, una llamada concreta de Dios, un deseo profundo que se aloja en la más íntima biografía y que uno mismo asume libremente. Dicho de otra manera, de entre las diferentes y valiosas opciones de vida, ser compañero de Jesús supone para mí el camino más pleno y feliz, existencial y relacionalmente hablando.

Por eso, estoy convencido de que la pregunta «¿por qué soy jesuita?» ha de formularse desde otras dos: ¿por quién y para quién soy jesuita? Porque no soy yo el centro de mi vida, «mi» vocación –que indudablemente cuenta con todo lo que soy- ni nace ni se detiene en mi yo, sino que tiende siempre al mayor bien de esta humanidad, especialmente la herida, desde la profunda mirada misericordiosa de Jesucristo. Sólo así puedo entender que mi proyecto es Su proyecto. Es el Señor Jesús el espejo vivo que diariamente me inspira, entiende, sostiene, cuestiona, fortalece y envía. Además, me reconozco parte de un cuerpo universal –la Compañía de Jesús- que desea seguir siendo puente imperfecto en la construcción de este reino de Dios, en todo amando y sirviendo.

Muchas veces se ha destacado de los jesuitas los largos años de estudio y preparación. Con ello se busca la mayor calidad formativa para servir a los demás de la mejor forma posible, ya que se merecen lo mejor. Pero precisamente por esto, asimismo los años de formación buscan la mayor calidez de los jesuitas, el mayor cultivo de las virtudes humanas que –junto a una seria preparación intelectual- nos capaciten profundamente para servir con honestidad y un corazón grande.

Personalmente, este largo periodo de formación en la Compañía, por gracia de Dios, me ha ido haciendo una persona distinta de la que entró en el noviciado con 20 años. Ahora soy más consciente de que lo que realmente importa es que los demás sean felices, que vivan (en su más hondo significado), a pesar de los avatares de la vida; ahora sé más de mi debilidad, limitación y fragilidad, lo cual me capacita para poder ponerme en la piel de otras personas y sentir lo que ellas viven; y no para lamentarnos de esa suerte, sino para levantarnos y andar: es la misma invitación de Jesús de Nazaret, quien siempre se supo sostenido por su Padre. Él es nuestra fortaleza, nuestra roca y nuestro auxilio.

Ahora puedo subrayar más plenamente, desde la profunda amistad con compañeros jesuitas, que la única manera de ganar la vida es perderla, entregándose, en cualquier tarea. Sí, es otra lógica, la del reino. En todo este contexto vivo y quiero vivir mi sacerdocio en la Compañía: siendo mediador sacramental y existencial de la misericordia de Jesucristo; es decir, tomando, bendiciendo, partiendo y repartiendo su cuerpo y sangre, y al mismo tiempo –como él hizo- agachándome ante la humanidad herida para lavarle las heridas, partiéndome y repartiéndome a todo prójimo. Y siempre que sepa, con una sonrisa.

Reconozco que me quedé unos minutos pensando esta pregunta, hasta que intuí que más claramente la contestaría desde otra mirada: ¿por quién y para quiénes soy jesuita?

David Abad Cabello, SJ