El viernes el mundo entero dirá «Hasta pronto» a Juan Pablo II
Este viernes 8 de abril, a las 10 horas, tendrán lugar en la Plaza de San Pedro del Vaticano los funerales del Papa Juan Pablo II con la participación de más de dos millones de personas y de unos doscientos Jefes de Estado. Al cierre de esta edición, no había sido hecho público ni el texto del Testamento, ni la fecha del Cónclave
La decisión fue tomada este lunes por la Congregación de los 65 cardenales que ya estaban presentes en Roma. El Papa será inhumado en las Grutas Vaticanas, debajo de la basílica de San Pedro, en el mismo lugar en el que durante años descansó el Beato Papa Juan XXIII. Celebrarán la liturgia de exequias los cardenales y los Patriarcas de las Iglesias orientales y será presidida por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, Decano del Colegio cardenalicio.
«Al final de la celebración eucarística, el féretro del Romano Pontífice será llevado a la basílica vaticana y después a las Grutas Vaticanas, donde será inhumado», ha explicado Joaquín Navarro-Valls, portavoz de la Santa Sede, desmintiendo rumores sobre la posibilidad de que Karol Wojtyla hubiera dado disposición de ser enterrado en la catedral de Cracovia. Los restos de Juan XXIII, fallecido en 1963, descansaron en las Grutas Vaticanas hasta que, el 3 de septiembre de 2000, fueron trasladados a la basílica vaticana, tras su beatificación.
Los Reyes asistirán al funeral
Los Reyes de España encabezarán la delegación española, a pesar de que el protocolo, en las anteriores muertes de los Pontífices, señala que los Jefes de Gobierno asistieran a las exequias y los Jefes de Estado estuvieran presentes en el nombramiento del sucesor. Sin embargo, la excelente y personal relación que don Juan Carlos y doña Sofía mantenían con el Santo Padre les ha llevado a estar presentes en Roma este viernes. También participarán en la delegación española el Presidente del Gobierno, don José Luis Rodríguez Zapatero, los ministros de Asuntos Exteriores, don Miguel Ángel Moratinos, y de Justicia, don Juan Fernando López Aguilar, y el líder de la oposición, don Mariano Rajoy.
El Presidente estadounidense, George W. Bush, acompañado de su familia y también de su padre, ex Presidente, liderará la delegación de Estados Unidos. Es la primera vez que un Jefe de Estado estadounidense asiste al entierro de un Papa. La Unión Europea estará representada por el Presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso.
En estos tres últimos días, cientos de miles de fieles han hecho la cola durante muchas horas para dar por unos segundos su adiós a Juan Pablo II, cuyos restos mortales están expuestos en la basílica de San Pedro del Vaticano. La imponente fila, en muchas ocasiones, atravesaba la plaza de San Pedro para continuar por la Vía de la Conciliación hasta llegar al Castillo de Sant Angelo, a orillas del río Tíber. Adultos, ancianos, niños y muchos jóvenes han pasado ininterrumpidamente junto a su cuerpo. Tan sólo entre las 2 y las 5 horas de la madrugada, se ha cerrado la basílica para permitir su limpieza. Roma espera la llegada de cerca de tres millones de peregrinos. Protección civil ha montado albergues en los polideportivos y hospitales de campaña.
El cuerpo sin vida del Santo Padre se encuentra en la nave central de la basílica, ante el altar de la Confesión. Fue trasladado, tras una breve liturgia de la Palabra presidida por el cardenal Camarlengo Eduardo Martínez Somalo, desde el Palacio Apostólico en una solemne procesión que atravesó la plaza de San Pedro del Vaticano, entre los aplausos de los presentes. Los restos mortales, tendidos en unas andas cubiertas de terciopelo rojo, eran llevados a hombros de doce Sediarii pontificios, los hombres que antes llevaban la silla gestatoria de los Papas. Acompañó el cuerpo del Papa una larga procesión que tardó casi 20 minutos en entrar a la basílica, la componían más de dos mil sacerdotes, centenares de obispos y unos setenta cardenales que ya han llegado a la Ciudad Eterna. En este grupo, junto con la Guardia Suiza, se encontraban las personas más cercanas a Juan Pablo II, con las que compartió buena parte de su vida y los últimos momentos antes de morir: monseñor Estanislao Dziwisz, secretario personal del Papa desde que era cardenal, y su médico personal, el doctor Renato Buzzonetti.
Antes de entrar en el templo, la procesión se detuvo para mostrar los restos mortales a los presentes entre aplausos y lágrimas de los peregrinos. Era el último adiós en esa plaza en la que Juan Pablo II ha dejado su propia sangre.
Durante la procesión, fueron cantadas las Letanías de todos los santos, con la melodía del canto gregoriano, mientras las campanas doblaban a duelo. Al llegar a su destino, el cardenal Eduardo Martínez Solano, Camarlengo, presidió una Liturgia de la Palabra, con voz grave, sin esconder la emoción. Cuando era Sustituto de la Secretaría de Estado, tras el atentado del 13 de mayo de 1981 del lobo gris turco Alí Agca, el cardenal español salvó la vida del Papa, dando orden de que fuera llevado directamente al hospital Agostino Gemelli. En el último siglo, nunca antes un Papa había salido del Vaticano para ser hospitalizado. Aquel acto de valentía tomado en pocos segundos le fue siempre reconocido por Juan Pablo II.