Jaime Garralda, «un héroe de verdad»
El cardenal Osoro y el secretario general de Instituciones Penitenciarias rinden homenaje al carismático fundador de la Fundación Padre Garralda-Horizontes Abiertos
«En España hay ahora mismo unas 50.000 personas privadas de libertad. Ojalá que cada una de esas personas pudiera contar con un padre Garralda detrás».
Palabras del secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, al presentar este lunes en el salón de actos de Alfa y Omega el libro 41 años abriendo horizontes, publicado en el primer aniversario de la muerte del carismático fundador de la Fundación Padre Garralda-Horizontes Abiertos, un homenaje que fue capaz de unir a personalidades de diverso signo político, como la exalcaldesa popular de Madrid Ana Botella, o la antigua responsable de prisiones de Rodríguez Zapatero, Mercedes Gallizo.
En la víspera de la festividad de Nuestra Señora de la Merced, patrona de Instituciones Penitenciarias, Ortiz relató cómo conoció al jesuita en sus tiempos de juez, precisamente durante la inauguración de un centro de madres en prisión al que Gallizo decidió llamar Padre Garralda, en reconocimiento a una labor que transformó el sistema penitenciario español, con iniciativas como los programas para reclusas con bebés, o su exitosa campaña a favor de la aprobación de la excarcelación de presos por motivos humanitarios.
Vínculo con la Compañía de Jesús
El cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, remontó sus recuerdos a unas cuantas décadas más atrás, a los años 70, cuando siendo un joven sacerdote abrió una casa en Torrelavega (Cantabria), a la que se mudó con 18 jóvenes salidos del reformatorio, y encontró ayuda y consejo en Garralda.
«Las obras de un hombre de Dios no se cierran», añadió dirigiéndose a la fundación, y expresó su convicción de que «el acompañamiento de los jesuitas seguro que siempre lo vais a tener», recogiendo así el guante de la petición lanzada pocos minutos antes por su presidenta y cofundadora, María Matos, de que «nos dejen estar siempre junto a ellos», porque «queremos tener de compañeros de nuestro caminar a la Compañía de Jesús».
La Fundación Garralda se reconoce en la espiritualidad ignaciana y mantiene de hecho la figura de un capellán nombrado por los jesuitas, en la actualidad Juan José Tomillo, presente también en el acto. No existe, sin embargo, un vínculo jurídico.
Otro de los jesuitas que tomaron la palabra fue el historiador Fernando García de Cortázar, para quien la fundación creada por Jaime Garralda «cumple muy bien esa definición de la Compañía de Jesús: estar con Jesús para servir a los demás».
De facto, «ya venerable»
Junto a Cortázar, se sentaba otro carismático sacerdote fundador de una importante obra social: el padre Ángel García, presidente de Mensajeros de la Paz. Durante casi 20 años, relató, ambos se llamaban casi a diario. Hoy, en la madrileña iglesia de san Antón, referente de Mensajeros, hay colocado un retrato de Garralda, y «muchas personas van a rezarle», contó. Procedimientos canónicos al margen, en San Antón el jesuita «ya es venerable».
Pero la intervención más emotiva de todas estaba reservada para el final. Rocío Vázquez, que acaba de salir del Centro de Rehabilitación Padre Garralda en las Tablas (Madrid), buque insignia de la fundación, se refirió al jesuita con «un héroe de verdad», de los que ella pensaba que existían solo en los cómics.
«Cuando nadie da un duro por ti, te encuentras con la palabra de ese hombre que te hace sentir que eres persona», dijo. «Nunca he sentido tanta paz como cuando nos hablaba él», prosiguió, recordando el día en que decidió acudir a la fundación para salir de la droga, en medio de un doloroso «sentimiento de culpa por el daño que has hecho a muchas personas», y en particular tras ver «la mirada de horror de mi hija pequeña».
En esas circunstancias se encontró con Jaime Garralda. «Estás en un túnel oscuro y te encuentras con esa mano, la mano de mi héroe, que te la tiende gratuitamente, cuando mucha gente te ha dado la espalda», resumió.