«El colegio G. Nicoli va a ser una experiencia social, cultural y educativa viva en medio del barrio de Chamberí»
El lunes 11 de febrero, a las 17:15 horas, el colegio G. Nicoli (Eduardo Dato, 4) abre sus puertas por vez primera, con una inauguración presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. En el acto también participarán el consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Rafael van Grieken, y la primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid, Marta Higueras, así como otras autoridades locales y responsables del ámbito educativo, empresarial y social.
Con la mirada emocionada y confiada, el director del nuevo centro, Juan Ramón de la Serna, muestra su deseo de que el G. Nicoli, que lleva el nombre de una hermana de la Caridad apodada sor Sonrisa, sea «una experiencia social, cultural y educativa viva en medio del barrio de Chamberí».
¿En qué va a consistir la jornada de presentación del día 11?
Queremos que sea una cosa sencilla, pero visible. Se proyectará un vídeo explicativo, con imágenes del edificio, hablará la provincial de las Hijas de la Caridad, yo haré un saludo, e intervendrán el cardenal Osoro, el consejero de Educación y la primera teniente de alcalde. Son las tres representaciones sociales y administrativas actuales: los gobiernos local y autonómico y la Iglesia. Compartiremos una merienda popular para todos aquellos que acudan. Y se les invitará, de manera especial, a la jornada de puertas abiertas oficial del proyecto educativo, que tendrá lugar el 16 de marzo.
¿Cómo nació este proyecto?
El colegio G. Nicoli es fruto de la relación de las Hijas de la Caridad con el Colegio Internacional J. H. Newman. Nos venimos conociendo desde hace años por distintas iniciativas o realidades educativas y sociales; y, en un momento, fruto de la riqueza que era estar juntos y ver que era un bien para ambas realidades, ante la necesidad de trasladar o buscar un ámbito donde desarrollar el proyecto de formación profesional, donde pudieran trabajar desde el primer día y donde los chavales asumieran responsabilidades y fueran humanamente creciendo, nació esto.
Y de la mano de las Hijas de la Caridad…
Así es. Las Hijas de la Caridad se entusiasmaron con el proyecto y nosotros nos entusiasmamos con el edificio de Eduardo Dato. Allí existía un colegio y, en un momento dado, dijimos de unirnos, hacer las dos cosas, y así las ayudábamos en la gestión del colegio para hacerlo más potente educativamente. Darle un paso nuevo de mayor frescura, incidencia social y apertura, y a la vez desarrollamos toda la parte de formación profesional que no tenemos aquí, y que en el barrio de Chamberí, en el centro de Madrid, tampoco hay casi nada. Entonces nos miramos, nos reconocimos y constituimos una nueva fundación, que es ahora la titular del colegio. Por eso se le cambia el nombre y se pone G. Nicoli, para unificar todo, de manera que este nombre aglutina todo el objetivo.
¿Cuál es la pretensión, a nivel educativo, de este nuevo proyecto?
Se trata de revitalizar un proyecto educativo haciendo ver que se educa enseñando, a través de las disciplinas académicas. La novedad está en la identidad. Por eso da un paso más y se mete en el tema de formación profesional, con el perfil específico de que se educa trabajando desde el primer día. Eso tiene una serie de consecuencias como, por ejemplo, que vamos a ampliar una serie de departamentos, de horas de Inglés, de actividades extraescolares, de educación completa en la dimensión social, afectivo sexual, de juicio histórico político, la presencia en el barrio, la relación con empresas, el abrirlo al arte en las distintas disciplinas, el deporte…
Y profundizar, supongo, en la identidad educativa de la historia de la Iglesia, ¿no?
La novedad de la escuela católica no está en que haya mucho trabajo cooperativo, que tengan muchos ordenadores y haya nuevas técnicas para descubrir la neurociencia, sino que la novedad está en la identidad. Y la identidad tiene una capacidad de generar iniciativas como esta, empresariales, de acuerdo con realidades sociales de la sociedad civil como empresas que hasta ahora estaban un poco involucradas, de abrir la experiencia educativa al barrio, en el centro de Madrid, para que sea una experiencia educativa significativa; no solamente para preparar unos exámenes, sino que sea una experiencia social, cultural y educativa viva en medio del barrio de Chamberí.
El nombre del centro responde a la beata Giusspina Nicoli, apodada sor Sonrisa. ¿Por qué el nombre de esta hermana de la Caridad?
Es en memoria de esta gran educadora, hija de la Caridad, que fue una mujer que se dedicó precisamente a innovar, a rescatar a chicos de la calle, tipo san Juan Bosco, con iniciativas culturales y de mejoras en las lenguas. Fue un pionera en rescatar a los chavales y en darles un espacio humano y educativo que entonces no era normal. Y lo hizo con una frescura, una alegría y una disponibilidad que conmovieron a la época.
Además, adquiere más interés porque ha sido beatificada recientemente…
Exactamente. Escogimos a alguien que tiene una historia, que está relacionada con las Hijas de la Caridad para que se vea que hay una unidad. Y, además, tiene que ver con todo el nuevo proyecto de formación profesional, de rescatar con iniciativas empresariales a los chavales y hacerles responsables, desde el primer día, de lo que están aprendiendo. Y como todo cuadraba, así decidimos que fuera.