Caridad y Esther prefirieron «ser fieles y sacrificar su vida» a «traicionar sus propias convicciones»
Las agustinas misioneras españolas Caridad Álvarez y Esther Paniagua fueron tiroteadas en Argel en 1994 cuando se dirigían a Misa. Pocos días antes habían decidido quedarse en el país, a pesar del peligro, para no abandonar las obras de caridad que atendían. Este sábado serán beatificadas en Oran
Las agustinas misioneras españolas Caridad Álvarez y Esther Paniagua serán beatificadas el próximo sábado 8 de diciembre en Oran (Argelia) junto con monseñor Pierre Claverie y otros 16 religiosos, asesinados todos en el país africano entre 1994 y 1996.
Para la madre general de la orden, «la beatificación es un gozo, una alegría y un reconocimiento de la fortaleza, del valor, de la valentía de estas misioneras que a pesar de que sabían el riesgo que existía, se quedaron allá», ha explicado Piedad Pacho Reyero este lunes durante una rueda de prensa en la sede de la congregación para presentar la beatificación de las dos religiosas.
Pacho Reyero también ha subrayado la fidelidad de Caridad y Esther, que prefirieron «ser fieles y sacrificar su vida» a «ser infieles a sus propias convicciones y compromisos».
Por último, la superiora ha puesto de modelo a las religiosas —referentes por su trabajo con el pueblo musulmán— ante «todos los que apuestan por la concordia y la convivencia»; y ha pedido que su ejemplo cunda entre los fieles: «todos podemos imitar su martirio, sin necesidad de entregar la vida, sino sacrificándonos por los demás en nuestro día a día como hacían ellas».
Compañera de las mártires
Por su parte, María Jesús Rodríguez, provincial de las Agustinas Misioneras y testigo directo del martirio, ha definido a Caridad y Esther como «mujeres sencillas, creyentes, apasionadas y muy comprometidas con el pueblo que las había acogido y, por lo tanto, con el diálogo islamo-cristiano».
La religiosa ha evocado durante la rueda de prensa la tarde del 23 de octubre de 1994, día del Domund en el que Caridad y Esther fueron tiroteadas cuando se encontraban de camino a celebrar la Eucaristía dominical.
«En vez de ir todas juntas, fuimos de dos en dos para minimizar los riesgos por recomendación de la embajada. Ellas salieron primero. Cuando solo quedaban 100 metros para llegar, oímos dos disparos. Yo me quedé sobresaltada. Nos sorprendió que la gente desde las terrazas nos decía: “hermanas, regresen a casa”. Cuando entramos, solo oímos llorar y dos nombres: Cari y Esther», ha rememorado Rodríguez.
Las religiosas fueron abatidas a las puertas de la casa de las Hermanas de Foucault, donde iban a participar en la Misa. Hoy todavía se conservan en la puerta los agujeros que provocaron los disparos. De esta forma, Cari y Esther, «que habían decidido no salir de Argel para no abandonar la vida de los más pobres, terminaron comprometiendo su propia vida».
Elogios a España por las religiosas
En la rueda de prensa también ha participado el embajador de España en Argelia entre 1994 y 1997, Javier Jiménez Ugarte, que en cuanto se enteró del asesinato de las monjas se trasladó hasta el hospital al que habían trasladado los cuerpos de las religiosas. «Había estado con ellas esa misma mañana, y verlas sin vida por la tarde es algo que nunca he podido olvidar», ha confesado.
Por otro lado, el embajador ha atribuido a las religiosas los elogios que todavía hoy recibe por haber mantenida abierta la embajada cuando todo el mundo se había ido. «El mérito lo tienen las agustinas. Conocíamos el discernimiento que habían hecho y que habían decidido quedarse. Por eso nos quedamos nosotros también. Pienso que si hubiesen decidido marcharse, yo hubiese recomendado cerrar el consulado», ha asegurado Ugarte.