«Lo normal es que el Señor haga milagros»
¿Qué es lo que sucede después de estar al borde la muerte y volver a la vida tras la intercesión de un santo? ¿Cómo recuperar la normalidad cuando una hija tuya ha estado a punto de morir y ha sido sanada gracias a una intervención providencial de Dios? La sanación tras un milagro, ¿se queda solo en lo físico o va más allá? Chema, el amigo de san Juan Pablo II
Chema ya fue protagonista de las páginas de Alfa y Omega hace algunos años. Entonces contamos cómo con apenas 5 años le fue diagnosticado el síndrome de Rassmussen y empezó a manifestar movimientos espasmódicos, dificultades para caminar y una hemiplejía progresiva en el lado izquierdo de su cuerpo. Sus padres le encomendaron a la intercesión del Papa Juan Pablo II, y la enfermedad remitió completamente… durante varios años.
Años después de todo aquello, su madre, Chiti, desvela que «hay una segunda parte de todo esto, incluso mejor que la primera». Porque a Chema, que hoy tiene 13 años, le volvieron las crisis de su enfermedad –«le duraban unos días y luego se recuperaba», dice Chiti– pero hace justo un año le sobrevino una fuerte recaída que obligó al chaval a pasar dos veces por el quirófano, en sendas operaciones de cinco horas cada una. Y aquí viene la segunda parte: «Decidimos ponernos en las manos de Dios completamente, y aceptar todo el sufrimiento de las operaciones. En esta segunda ocasión no le hemos rezado a Juan Pablo II porque teníamos claro que la voluntad de Dios era operarle. Pero la gracia que hemos recibido esta vez ha sido la aceptación, el abandono completo en la voluntad de Dios. Hemos crecido en esperanza», explica Chiti.
Lo asombroso es que la recuperación de Chema tras las dos intervenciones «ha sido espectacular», pues se suponía que no iba a poder andar ni caminar, ni hablar ni entender bien durante varios meses, y sin embargo su estado era tan bueno que la fecha del alta en ambas hospitalizaciones se adelantó considerablemente.
A día de hoy, «Juan Pablo II es el padrino de nuestra familia», explica la madre del clan. Con Chema hablan de todo esto «con normalidad, con aceptación y hasta con humor». Sus siete hermanos dicen que Chema «está enchufado», y sus ingresos en este último año «los hemos vivido con naturalidad y hasta con cierta fiesta. Ellos son testigos de la acción de Dios en nuestra familia. Y hablamos en casa de cómo está en nuestro día a día, no solo por lo de Chema. Para nosotros, lo normal es que el Señor haga milagros; lo extraño sería que no los hiciera».
Otro asunto es el entorno de la familia: «Para algunos hemos sido piedra de escándalo, porque decían: “Van a tener otro niño más, y con Chema como está…”. Hay quien no ha entendido el sentido del sufrimiento, y no conoce la esperanza que tenemos en la Resurrección. Dios no es un sádico. Él sabe lo que pasa después de la muerte, y eso quien no tiene fe no lo puede saber». Sin embargo, «otros han visto que es Dios el que actúa en nuestra familia, y algo muy bonito es que algunos padres nos han hablado de todo el bien que está haciendo a sus hijos el ser amigos de Chema».
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