La Triple L, casi un año después del Resucito: «Lo mejor fue poder hablar de Jesús en radios y televisiones»
Luisto y los hermanos Edu y Guille Llandrés, la Triple L, la liaron haces ya casi un año con su Resucito —su particular versión pospascual del Despacito—, que vieron varios millones de personas en internet. Todo aquello supuso para ellos «una cantidad de oportunidades para evangelizar y hablar de Dios a los demás»
Lo del Resucito fue una auténtica pasada. Salisteis en todas partes. ¿Cómo ha sido vuestra vida desde toda esa locura?
Luisto: Lo primero que pienso es que fue alucinante la cantidad de oportunidades que se nos dieron para evangelizar a través de esa canción. No nos lo esperábamos y vimos cómo la bola de nieve se fue haciendo cada vez más grande. Salió en un medio de comunicación, luego en otro y después en otro, dio el salto a las radios generalistas, las visitas en YouTube se multiplicaron…
Edu: Resucito dio para mucho más de lo que nos hubiéramos imaginado. Que siga dando que hablar a día de hoy es increíble. Ha sido una experiencia brutal aunque a veces un poco estresante.
Sí, dicen que el éxito es un poco mareante…
Luisto: Lo que hicimos nosotros en realidad es lo de menos. Lo más grande es Jesús y lo que hace en nuestra vida. Lo mejor fue poder hablar de Él en sitios como Los 40 Principales, laSexta o en muchos medios que no son católicos o incluso a veces se burlan o dan malas informaciones sobre la Iglesia. Fue una experiencia muy bonita poder llegar a todos esos lugares gracias a nuestra alegría de celebrar la resurrección del Señor.
¿Y en lo personal?
Guille: Para mí supuso quitarme de golpe muchos miedos y máscaras a la hora de hablar de mi fe en cualquier ambiente. Además, ha sido una oportunidad de demostrar que es perfectamente compatible ser joven y ser católico convencido y comprometido.
Luisto: Para mí también fue una oportunidad de quitarme muchas máscaras y muchas caretas y que mis amigos supieran, si alguno no lo sabía ya, que soy cristiano y estoy orgulloso de ello.
Edu: Fue un regalo que nos dio Dios, una oportunidad para poder hablar de la alegría de la fe ante tanta gente. Lo mejor de la fama es que es efímera, pero si para hablar de Dios a los demás es preciso pasar por ahí pienso que es un sacrificio que hay que hacer. Hacer llegar a Dios a tantas personas es un regalo. Todo ha venido de Dios y nosotros no hemos hecho prácticamente nada.
Habéis participado hace poco en Madrid en el congreso de la Delegación de Apostolado Seglar sobre La urgencia de la evangelización. ¿Vosotros cómo lleváis a Dios a otros en vuestra vida diaria, cómo evangelizáis?
Luisto: Nosotros pertenecemos al movimiento de Cursillos de Cristiandad y nuestro carisma es el anuncio alegre de nuestra fe. Desde que me convertí hace tres años –antes estaba incluso en contra de todo esto–, lo que intento es dar a conocer a los demás que Jesús está en mi vida, que está conmigo y que me hace feliz. Yo creo que un cristiano tiene que ser apóstol porque si no, no es cristiano. Siempre tiene que estar evangelizando. Incluso a veces con palabras. No existe mejor manera de evangelizar que con nuestra propia vida.
Edu: El Resucito suscitó muchas preguntas entre mis amigos y conocidos, a los que respondí con gusto. A los más reacios los trato de evangelizar a través del ejemplo, para que vean lo que he cambiado desde que soy cristiano y cómo ahora soy verdaderamente feliz. Eso llama mucho la atención: la felicidad es un bien escaso a día de hoy, y eso hace que los que te rodean se pregunten por qué eres tan feliz.
Guille: En mi caso depende del ambiente en el que esté, pero siempre procuro ser lo más natural posible. Trato de hablar de una forma sencilla y siempre desde el respeto, pero dejando claro que en mi vida no hay nada más importante que Dios, y que Él es el que me hace feliz y pleno. Quiero transmitir con mi vida y con mis palabras la alegría y la libertad que me da el Señor.