Carlos Romero: «En lugares insospechados hay voluntarios dejándose la piel»
El campus de Montepríncipe de la Universidad San Pablo CEU acoge del 17 al 19 de noviembre el XIX Congreso Católicos y Vida Pública, centrado en La acción social de la Iglesia
Dar a conocer la acción social de la Iglesia es el reto que se ha marcado el Congreso Católicos y Vida Pública, que se celebra este fin de semana en Madrid con la presencia, como en años anteriores, del nuncio en España, monseñor Renzo Fratini, y del arzobispo de Madrid, el cardenal Carlos Osoro. Pero el objetivo es dar sobre todo el protagonismo a los católicos de a pie, dice el presidente de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y de la Fundación Universitaria San Pablo CEU, Carlos Romero. Junto a la labor más conocida de grandes instituciones como Cáritas o Manos Unidas, esta XIX edición de Católicos y Vida Pública quiere poner el foco en todos esos voluntarios que «de forma silenciosa, humilde, modesta…, están dejándose la piel» por los demás, movidos por su fe.
¿Por qué se dedica el Congreso Católicos y Vida Pública a la acción social de la Iglesia?
La acción social de la Iglesia es muy poco conocida, quizá porque nosotros mismos la divulgamos poco por tener un concepto equivocado de «que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha». Eso está bien, no se puede ir presumiendo de todo lo que se hace, pero es bueno que la gente conozca esta obra inmensa, sobre todo cuando uno no la hace en nombre propio sino en el de la Iglesia. También puede influir la rutina: todo esto es algo que la Iglesia está haciendo desde hace 2.000 años; estamos acostumbrados a que siempre haya misioneros y voluntarios, y por eso no le damos importancia, pero la tiene y mucha. Queremos que todo eso se conozca, porque así conseguiremos que haya más voluntarios y más gente que aporte dinero a la Iglesia para que pueda seguir trabajando.
¿Cómo se reúne en tres días de congreso una muestra representativa de la acción social de la Iglesia?
A este congreso van a venir los presidentes de grandes instituciones, como Cáritas, Manos Unidas y Ayuda a la Iglesia Necesitada, o de ONG como Mensajeros de la Paz, que no podían faltar. Pero en los lugares más insospechados te encuentras a voluntarios que desarrollan una labor increíble y esto también hemos querido reflejarlo. Del médico que presentará a monseñor Enrique Figaredo, por ejemplo, me enteré por casualidad de que pasa sus vacaciones en Camboya, porque me atendía a mí y le pregunté un día qué iba a hacer en verano. Mostraremos también la labor que desarrollan los capellanes en los hospitales o en las cárceles. Pero sobre todo hemos querido que haya laicos que cuenten su experiencia vital. Como Victor Ochen, fundador de la African Youth Initiative Network [el encargado el viernes de la conferencia inaugural], o Alexandra Zunino, responsable de voluntariado del campo de refugiados de Ventimiglia (Italia). Y otras personas más o menos anónimas que, de forma silenciosa, humilde, modesta…, están dejándose la piel. Por eso hemos querido traer a un abogado, a un periodista, a un arquitecto cristiano… O a un marino, comandante de fragata, que ha rescatado a cientos de refugiados en las costas de Libia. Son historias que normalmente pasan desapercibidas, que no aparecen en la prensa pero que están ahí.
Lo social ha adquirido un reconocimiento mucho mayor en la Iglesia desde la elección del Papa Francisco.
Sí, y también ha habido un reconocimiento social mucho mayor, coincidiendo con la gran crisis que hemos vivido y que ha hecho florecer una acción social que ya existía, pero que se ha empezado a valorar más. Esto en España se ha visto de forma muy clara.
¿A qué partido o partidos en España diría usted que se parece más el enfoque social de la Iglesia?
Yo creo que a ninguno, y ya me gustaría que se pareciera al de todos. Hay algunos partidos con un gran discurso social pero que luego proponen políticas económicas que harían aumentar el paro, lo cual hace que todo ese discurso se tambalee, porque la creación de empleo es la primera política social.
En las últimas décadas, nuevos actores, estatales o privados, han entrado en escena y esto ha provocado una profesionalización del trabajo social. ¿Cómo afronta la Iglesia este proceso de profesionalización?
Yo creo que hay que ir ahí. No le puedes pedir a un voluntario que lo sea eternamente, y además 24 horas al día, 365 días al año, porque el voluntario tiene que comer. Es necesaria una profesionalización. ¿De todos? No. Junto a los profesionales hace falta contar con una gran capa de voluntarios. Se necesitan las dos cosas. Pero una persona de 40 años casada no puede trabajar voluntariamente todo el día.
Las instituciones educativas católicas tienen una responsabilidad especial en la promoción del voluntariado. ¿Cómo lo está haciendo el CEU?
Acaba de hacerse público un informe de la Mutua Madrileña que muestra que nuestra universidad de Madrid es la primera en voluntarios de toda España, y esto me parece estupendo. Son alumnos que dedican sus vacaciones y su tiempo libre al voluntariado. Es encomiable la labor que hacen, pero también para ellos esta actividad resulta muy gratificante. Como dice Jesús en el Evangelio, «hay más felicidad en dar que en recibir». Y esto es cierto en todos los casos. Ellos experimentan que, cuando se entregan, son mucho más felices.
Desde hace ya décadas existe un debate en muchas instituciones sociales de la Iglesia, en ocasiones muy intenso, acerca de cómo explicitar esa pertenencia eclesial, unos queriendo remarcar más la identidad y otros subrayando más la acción. ¿Dónde está el justo medio?
Yo creo que este es un tema con el que no hay que obsesionarse. Hay gente que fija su mirada en esto normalmente con afán de crítica, como arma arrojadiza. Don Ángel Herrera Oria, cuando estaba poniendo en marcha El Debate, dijo: «Tenemos que hacer un buen periódico» primero y después «que sea católico». Pues vamos a hacer una buena acción social y que se vea después que es católica, porque la están haciendo católicos movidos por su fe. Yo creo que, en general, es así como se están haciendo las cosas. A la inversa, no es posible. No podemos ir presumiendo por ahí de católicos y hacer las cosas mal, porque daríamos una imagen terrible.
¿La acción social es también un modo de evangelización?
Estoy convencido. Dice el Papa que la Iglesia sin caridad no existe. Esta forma de evangelización puede atraer a mucha gente de la que probablemente no vamos a tener después noticia, que es lo que suele pasar con la evangelización. Alguien se fija en ti como ejemplo pero después se engancha por otro lado y tú no te vas a enterar nunca… Esto hay que ponerlo en manos del Señor, que es quien hace las cosas y además las hace muy bien.
4.791.593 personas fueron atendidas en alguno de los 8.966 centros sociales y asistenciales de la Iglesia:
81.925 personas en casas para ancianos, enfermos y personas con discapacidad.
95.559 personas, en centros para promover el trabajo.
2.826.767 centros para mitigar la pobreza.
175.212 centros de atención a inmigrantes.
22.476 centros de rehabilitación para drogodependientes.
100.600 centros de orientación familiar.
25.921 centros para la promoción de la mujer y víctimas de violencia.
Cáritas alcanzó a 4.053.763 beneficiarios (1.974.378 de ellos en España). La entidad invirtió 328.642.469 millones de euros y cuenta con 83.712 voluntarios.
Manos Unidas, con 5.000 voluntarios, invirtió 43.267.133 euros en 938 proyectos.
Hay 13.000 misioneros españoles repartidos por el mundo, de los cuales 502 son miembros de familias en misión.
La pastoral penitenciaria cuenta con 170 capellanes y 2.526 voluntarios para atender a una población reclusa de 64.319 personas.
*Datos extraídos de la Memoria Anual de Actividades de la Iglesia católica en España 2015