Una Pilarica marcada por la situación de la Guardia Civil en Cataluña
Los agentes que allí viven y los desplazados afrontan momentos complicados, tras sufrir todo tipo de acoso y señalamiento que incluso han afectado a sus hijos en los centros educativos
Octubre es un mes muy señalado para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Policía Nacional y Guardia Civil celebran sus fiestas, los Ángeles Custodios y la Virgen del Pilar, respectivamente. Celebraciones que este años han estado marcadas por lo acontecido en Cataluña en las últimas semanas y que ha dejado en la picota a estos cuerpos, que cumplían órdenes judiciales. Es en este contexto en el arzobispo castrense, Juan del Río, mostró públicamente su apoyo a estos cuerpos durante una Eucaristía el pasado domingo en Toledo, sede este año de los actos centrales de la fiesta de la Guardia Civil.
«Vosotros, queridos guardias civiles, junto con la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, sois los llamados “centinelas de paz” en palabras de san Juan Pablo II. Como servidores del orden público estáis dando lo mejor de vosotros mismos. Sabed que, como obispo de esta Iglesia particular castrense, contáis con todo mi apoyo y afecto, así como el de vuestros capellanes, los páter. Admiro y valoro vuestra vocación, profesionalidad, entereza y entrega cada día. Tengo muy presentes los sacrificios y sufrimientos de vuestras familias y me solidarizo con ellas. Me siento orgulloso de lo que sois y de lo que hacéis a favor de toda la sociedad española».
Bartolomé Barba, coordinador en Cataluña de la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC), agradece esta y otras muestras de cariño que están recibiendo estos días: «Todo lo que sea valoración y oxígeno se agradece». Este guardia civil, que vive en Sant Andreu de la Barca, en el acuartelamiento más grande de este cuerpo en Cataluña, reconoce que no están siendo momentos fáciles. De hecho, se han suspendido los actos celebrativos por el Día del Pilar. «En lo profesional lo llevamos bien, porque es nuestro trabajo, pero la familia no tanto. Nos han acosado, con miles de personas a las puertas de los cuarteles llamándonos de todo, amenazándonos de muerte. Y los niños en casa, llorando. Por eso ha sido vital el apoyo que hemos recibido en los últimos días», narra a Alfa y Omega.
«Se han cruzado líneas rojas»
Un acoso que incluso han sufrido sus hijos y los de otros compañeros en el instituto de la localidad, señalados por profesores y otros alumnos por ser sus padres guardias civiles. «Esto no lo voy a tolerar más, aunque es una situación que no viene de ahora. Nadie va a señalar a mi hijo ni lo va a segregar, porque eso tiene un nombre y se llama delito de odio. Hay líneas que no se pueden traspasar», apunta.
A raíz de su denuncia, le han llegado casos de otras zonas: «Hablamos de muchos centros, de instrucciones impartidas desde la Generalitat, donde se puede leer que se hace huelga “por la brutalidad ejercida por la Policía”. Lo estamos judicializando todo y, de hecho, ya trabajan sobre ello la Fiscalía de Menores, la Alta Inspección del Ministerio de Educación e incluso el Parlamento Europeo».
Bartolomé es cristiano y le tiene mucha devoción a la Pilarica. Ha peregrinado desde Sant Andreu hasta Zaragoza. Y ve con tristeza el papel que algunos sacerdotes están teniendo en el desafío soberanista. «El adoctrinamiento no está solo en las escuelas, está en el día a día e incluso en la religión. Es muy preocupante, porque lo que consiguen es alejar a la gente de la Iglesia. Que un monje de Montserrat salga con una homilía como la del otro día solo me remite a discursos como los que hacían algunos en el País Vasco. A mí, que viví allí, por desgracia, me resulta bastante familiar», apunta.
Bartolomé ve con preocupación la fractura social que se ha producido en Cataluña, que califica de «abismal»: «El 1 de octubre se tocó un botón peligroso, se han traspasado determinadas líneas rojas y ahora la cosa está muy tensa. A nosotros nos sabe mal por nuestras familia, por los menores, porque están muy presionados aunque por su edad no se den cuenta. Es una barbaridad que un niño de cinco años le diga a otro que su papá ha pegado al suyo».
Agustí Cortés, el obispo de Sant Feliu, donde se encuentra Sant Andreu de la Barca, ha querido hacer esta semana un reflexión sobre la situación que vive Cataluña, en la que apeló al diálogo, pero un diálogo que, según dijo, debe pasar por la «desinflamación» de la situación, por establecer el objetivo del diálogo y sobre todo porque este se produzca en el marco de la legalidad. «Quienes adoptan posturas antisistema siempre han acabado estableciendo un régimen mucho más coercitivo y dictatorial», concluyó.
Por su parte, el arzobispo castrense, Juan del Río, insistió en la citada homilía en Toledo en la necesidad de que los responsables de la Generalitat vuelven a «la legalidad y la concordia, dentro del marco constitucional que nos hemos dado los españoles».