«Una empresa loca» que sigue transformando muchas vidas - Alfa y Omega

«Una empresa loca» que sigue transformando muchas vidas

En la noche del 5 al 6 de octubre de 1818, Claudina Thévenet deja su casa materna para instalarse en una humilde casa y hacerse las miserias que ha dejado la Revolución francesa

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Foto: fundacionclaudina.org

El 6 de octubre comenzamos a celebrar el bicentenario de la fundación de la Congregación Jesús-María. En sus orígenes hay una experiencia inicial anterior, en 1815: Claudina Thévenet acoge a dos niñas huérfanas que habían sido abandonadas en el pórtico de la parroquia de Saint Nizier. En colaboración con unas compañeras más jóvenes, nace una primera providencia que atenderá a niñas y jóvenes que viven abandonadas y en la ignorancia religiosa, conocida con el nombre de la Providencia del Sagrado Corazón.

Claudina había nacido en Lyon el 30 de marzo de 1774. Le tocó vivir los tiempos terribles de la Revolución francesa y, en medio de ellos, el fusilamiento de dos de sus hermanos. Dicha experiencia desatará en ella un proceso interior de perdón a sus verdugos que marcará su vivencia de Dios y así también el carisma propio de la congregación. Comprende que lo que el mundo necesita, urgentemente, es descubrir la existencia de un Dios que es pura bondad y que quiere a todos sin condiciones. Esa es su experiencia personal y el legado que le dejaron sus dos hermanos antes de morir: «Perdona como nosotros perdonamos».

Este momento marca un rumbo decisivo en su vida, se conmueve ante las miserias que ha dejado la Revolución. De esta manera, inicia un apostolado clandestino, anunciando, junto con otras jóvenes, la fe en Cristo y su buena noticia del Evangelio. Dedicará todo su interés a los niños y los jóvenes que viven abandonados y en la ignorancia religiosa.

Claudina dedicó muchos años al apostolado parroquial y al servicio de las personas necesitadas. En la noche del 5 al 6 de octubre de 1818 deja su casa materna para instalarse definitivamente en una humilde casa, apenas amueblada, junto con una obrera, una huérfana y un telar de seda. Se inicia así la aventura de Jesús-María, y Claudina en ese momento siente: «Me parecía haberme lanzado a una empresa loca sin ninguna garantía de éxito».

Sin embargo, esta «empresa loca» se desarrolla y crece bajo la dirección del Espíritu Santo. Su principal objetivo es la educación de los niños y de los jóvenes, con una clara preferencia por los más desfavorecidos. Su pedagogía se basa en el amor y en la bondad, en la atención a cada persona y en el espíritu de familia.

El fin que se propone la congregación es «hacer conocer y amar a Jesús y María» a través de su misión educativa para ser testigos, ayer y hoy, de la bondad y el perdón que transforma la vida de las personas, muchas veces heridas por las vicisitudes de la vida, restaura al ser humano y nos enseña a mirar con misericordia a aquellos con los que nos encontramos.

Atentas a los nuevos retos

La congregación de Jesús-María inicia pronto su expansión por otras naciones. En 1842 llegan las primeras religiosas a la India; por este motivo, la inauguración del bicentenario se celebra en Agra, en la India, país del cual procede la actual madre general, Mónica Joseph.

Muy pocos años después, el 16 de julio de 1850, se establecen en España, en el entonces pueblo vecino de Barcelona, San Andrés del Palomar. Su primera expansión por nuestro país se realiza a lo largo del Mediterráneo: Tarragona, Barcelona, Valencia, Orihuela, Alicante y Murcia. En su deseo de atender a todas las clases sociales, cada uno de los establecimientos solía constar de un colegio pensionado, un externado, escuela gratuita y una, o varias, catequesis y escuelas dominicales.

En 1917 llegan a Madrid y en la calle Velázquez abren el primer colegio de Jesús-María, del cual surgirá, diez años después, el colegio de Juan Bravo. Precisamente, coincide este año el centenario de Jesús-María en Madrid con la apertura del bicentenario. Este viernes, 6 de octubre, el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, conmemorará ambas efemérides con la celebración de una Eucaristía en el colegio situado en la calle Juan Bravo junto a las dos comunidades y colegios de García Noblejas y la Caridad del Cobre.

Las religiosas de Jesús-María y los laicos que comparten misión con ellas desean que su tarea educativa y pastoral sea liberadora, promueva una cultura de vida, se abra a la fe y suscite el compromiso. Atentas a los retos y llamadas de la pobreza y exclusión de nuestra sociedad, quieren dar respuesta a los más necesitados.

Por medio de la fundación Juntos mejor para la educación y el desarrollo, trabajan por mejorar la educación y promover la justicia social y el desarrollo educativo y social en todos los ámbitos, especialmente de niños y mujeres. Y animan el voluntariado.

La congregación, después de estos 200 años de andadura, quiere sentir el latido del corazón de Dios y de Claudina en el mundo de hoy y, «en camino con Claudina… mujer de fe, de perdón, de comunión», dar una respuesta profética:

• Viviendo el perdón, la reconciliación y la sanación.

• Dejándose conmover por las miserias de nuestro tiempo.

• Y con un modo de vida comprometido con la justicia, la paz y la integridad de la creación.

Esas son las tres prioridades expresadas en el último Capítulo General de la congregación que, como hoja de ruta, orientan e impulsan la misión de la congregación y su mirada hacia el futuro, para ser fieles a la misión de santa Claudina, que en sus últimas palabras decía: «Qué bueno es Dios».

Religiosas de Jesús-María