Solís, el comandante de la zona veredal de Tierra Grata, entró en las FARC con 17 años. Ahora tiene a su cargo a casi 200 de sus miembros, mientras hacen su transición a la vida civil. «Después de 40 años, es difícil verse sin armas; sientes desconfianza», reconoce. Pero también se muestra ilusionado por los nuevos horizontes que se abren ante ellos: «Hace tiempo que terminamos de construir los alojamientos. Ahora estamos ya con el estudio».
Dentro del plan de transición acordado el año pasado por la guerrilla y el Gobierno, los excombatientes se han inscrito en proyectos de formación profesional, la mayoría vinculados a la agricultura –«casi todos son de procedencia campesina»–. Solís, en cambio, se ha apuntado a un curso para terminar la Primaria. Quienes lo deseen podrán hacer lo mismo con Secundaria, e incluso acceder a la universidad.
Como jefe de la zona veredal, Solís es el principal interlocutor con la parroquia de La Paz y con el resto de la sociedad. Más de 1.500 personas, de 23 de los 25 pueblos de la zona, han pasado ya por la zona veredal para encontrarse con sus habitantes e informarse sobre el proceso de paz. «Se trata de que la gente entienda las razones para nuestra lucha, y por qué llegamos a este acuerdo. Han venido personas que decían ser víctimas nuestras y les hemos pedido perdón». Dentro de estos contactos, también es importante el torneo de fútbol entre tres equipos de Tierra Grata y nueve de los pueblos cercanos.