Los educadores románticos pensaron que los alumnos podían desarrollarse solos, eligiendo ellos las materias y los contenidos según su interés. La nueva pedagogía ha asumido en parte estos postulados, al no hablar ya tanto del resultado a largo plazo cuanto de una autoevaluación del alumno en el momento, o al invitar al joven a identificarse con su propia generación más que con la sociedad. Estas ideas hacen muy difícil que el alumno pueda entender la sociedad de la que tendrá que hacerse cargo; no le hacen capaz de entender las situaciones a las que tendrá que enfrentarse. Pero es particularmente en el campo de la lectura donde encontramos una desmotivación, una pobreza y una fragilidad cada vez más preocupante.
El aprender a leer debería ser uno de los logros intelectuales más importantes de la vida. Actualmente, el debate sobre el aprendizaje de la lectura se ha enfocado desde la descodificación, considerando la lectura una destreza, una técnica más. Pero esto es un craso error: la descodificación es la parte más fácil. Lo importante de la lectura es la comprensión lectora, que se basa en la comprensión del mundo. El niño pequeño aprende a leer, después lee para aprender y finalmente, en la adolescencia, puede entender que un texto expresa un punto de vista, y es entonces cuando está listo para leer obras literarias para adultos. Así se entiende la importancia de la lectura.
Para leer bien, el alumno principiante necesita saber muchas palabras y tener conocimientos diversos. Por ello, los libros para principiantes deben aludir a situaciones que son familiares a los niños, que pertenecen a su entorno. Los manuales de lectura normalmente sirven para el propio país. Un libro para aprender a leer publicado en Gran Bretaña no será el mejor para Australia, y al revés. El libro instala al joven en su cultura, mostrándole que pertenece a una comunidad humana que comparte significados. Este es un valor también muy importante de la lectura.
5.000 horas para ser buen lector
¿Qué es decisivo que sepan los padres? Lo que ellos deben notar es que la escuela dedica a la introducción y a la práctica de la lectura quizás unas 200 horas en la Primaria, pero que, para convertirse en buenos lectores, los niños necesitarán unas 5.000 horas. Es imposible que lleguen a ser buenos lectores si no leen en casa. Poco a poco, la escuela va añadiendo conocimientos y vocabulario y, leyendo en casa, el joven completa su educación eligiendo textos cada vez más sofisticados para sus lecturas personales. Así, los alumnos se vuelven capaces de usar lo leído para aprender y también para entretenerse. Esta tarea, que requiere el insustituible apoyo de los padres, tiene una cierta urgencia, porque los niños que aprenden a leer muy pronto se convierten con más facilidad en buenos lectores. Cuanto más ligero les resulta leer, más les gusta, más leen y más aprenden. Han entrado en un círculo virtuoso.
No es lo mismo leer un libro que en internet
También es importante que los padres entiendan que no es lo mismo leer en internet que leer un libro. Cuando estamos en una página de internet vemos enlaces a otras páginas y nos preguntamos si no nos convendría buscar otra página. Es decir, en vez de concentrarnos en leer y en reflexionar sobre lo que estamos leyendo, estamos dividiendo la atención entre la lectura y las decisiones que estamos en curso de tomar. El que siempre haya más páginas y más información tiende a disminuir el valor de lo que tenemos delante de los ojos. Cuando estamos en una página web usamos más los lóbulos frontales, que constituyen la parte del cerebro que activamos cuando estamos tomando decisiones. Si estamos leyendo un libro, hemos decidido leerlo, así que no tenemos que tomar otra decisión, lo cual nos permite concentrarnos en la comprensión de lo escrito.
El niño necesita también aprender vocabulario para asumir el reto de la lectura. En la nueva pedagogía se critica al profesor que da clase en vez de dejar que los alumnos trabajen por sí mismos, individualmente o en grupo. Esta corriente enfatiza muchísimo la coeducación y la colaboración entre compañeros. Sin embargo, los alumnos aprenden mucho más vocabulario escuchando a los profesores, que tienen un acervo lingüístico mayor y más preciso. Si se quiere ayudar a los alumnos, especialmente a los alumnos con problemas, se debería aumentar el número de clases en las que el profesor explica los contenidos. Además, los adultos dan mejor retroalimentación que los compañeros.
Nos enfrentamos al reto de la educación, en el que la lectura juega un papel determinante. Los postulados de la nueva pedagogía, determinados por la ausencia de contenidos, reglas y prohibiciones, obstaculizan el esfuerzo que requiere la lectura. Sabemos que las personas que no leen son más fácilmente manipulables, se vuelven superficiales, tienden a repetir argumentos y conversaciones. Una humanidad cabal requiere un mundo rico en lecturas.
Inger Enkvist y Carlos Granados
Inger Enkvist es pedagoga, catedrática de Español en la Universidad de Lund (Suecia). Estos días visita Madrid, donde este miércoles ofreció una conferencia con el mismo título de este artículo en el colegio Stella Maris, que dirige Carlos Granados